LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.
Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.
Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró a casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, salto la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y grito a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. María dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él, hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre”. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor.
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El día de hoy, 31 de mayo, celebramos la alegría de la Visitación de Nuestra Santísima Madre María a su prima Santa Isabel, luego de dos meses y algunos días de la celebración de la Anunciación, que conmemoramos el 25 de marzo, nueve meses antes la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
La lectura de hoy nos relata un momento grandioso y una de las primeras manifestaciones de Jesús en nuestro mundo a través del vientre de María: el encuentro de dos madres y de los dos hijos que ambas llevaban en sus senos.
En la Visitación, Nuestra Santísima Madre, que llevaba en su vientre bendito a Jesús, Redentor del mundo, acude a bendecir a Juan el Bautista que se encontraba en el vientre de su prima Santa Isabel.
El saludo de María, lleno de ternura, hace que Juan el Bautista, salte de alegría dentro del vientre de su madre Isabel, quien queda llena del Espíritu Santo. La plenitud del Salvador, aún en el vientre de Nuestra Santísima Madre, desborda bendiciones y gracias para la humanidad.
Tiempo atrás, Zacarías había sido profetizado por un ángel que el hijo que le iba a nacer, sería santificado desde el seno materno. Las palabras de Isabel, a su vez, son palabras de alabanza a María que surgen de la revelación que ella recibe en ese momento.
En la Visitación, Isabel y María son las primeras en reconocer y experimentar el gozo de la presencia viva de Dios entre nosotros. Y luego María proclama la grandeza del Señor con el cántico del Magnificat (capítulo 1, versículos del 46 al 56) que, por inspiración del Espíritu Santo, es uno de los cantos más hermosos de la Sagrada Escritura, donde María proclama la grandeza, la sabiduría y la misericordia de Dios.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
De corazón, digamos a nuestra Santísima Madre la hermosa respuesta que el Espíritu Santo inspiró a Isabel: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”.
Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Proclamamos nosotros las grandezas del Señor? ¿Experimentamos el gozo de la presencia del Señor en nuestras vidas?
Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a descubrir la alegría de los que ponen continuamente su confianza en el Señor.
Jesús nos ama.
- Oración
Padre eterno, tú que a través del Espíritu Santo inspiraste a Nuestra Santísima Madre visitar a su prima Isabel, concédenos que, dóciles a la acción del Espíritu Santo, podamos cantar siempre tus maravillas, tal como María lo hizo.
Madre Santísima, Madre del Redentor, ayúdanos a descubrir la alegría de los que ponen continuamente su confianza en el Señor y, así, podamos también nosotros proclamar la grandeza del Señor.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestra Santísima Madre la Virgen María, detengámonos en su confianza, disposición y docilidad para acoger a Dios y aceptar su voluntad y repitamos en nuestro corazón:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado en su humilde esclava, pues mira, desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho cosas grandes por mí. Él es santo o y su misericordia llega a sus fieles, generación tras generación, su brazo interviene con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y ensalza a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Amén».
De la misma manera que Nuestra Santísima Madre acoge y recibe al Santo Espíritu Santo, imitemos también nosotros su la docilidad y dispongamos nuestros corazones para recibir a Jesús en nuestra vida, que sea Él quien reine en nuestros corazones y acciones a través de su Palabra.
Hermanos, que el amor de la Santísima Trinidad y el ejemplo de Nuestra Santísima Madre se manifiesten a través de nosotros mediante acciones de gracias, realizando obras de misericordia, meditando la Palabra y rezando el Santo Rosario.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.