JUEVES DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo: «Padre Santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectamente uno, de modo que el mundo crea que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y ellos han conocido que tú me has enviado. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos, como también yo estoy en ellos».

Palabra del Señor.

 

 

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En el texto evangélico del día de hoy, meditaremos la tercera parte de “La oración sacerdotal de Jesús”.

Recordemos que, en la primera parte meditada hace dos días, Jesús le dice al Padre que llegó la hora de la glorificación mutua entre el Padre y el Hijo a través de su pasión, muerte y resurrección; de esta manera, señala la culminación de su misión en el mundo. Así mismo, Jesús entrega sus discípulos a la protección del Padre porque ellos han creído en su palabra y le aman.

En la segunda parte, Jesús ora al Padre por la unidad de sus discípulos, para que el Padre consagre a todos los que le siguen, los proteja del mal y los conserve alegres en la misión de evangelizar a toda la humanidad. Este fragmento de la oración sacerdotal del Jesús está dirigido a la protección de la Iglesia naciente, que lleva la Buena Nueva a la humanidad.

En el texto de hoy, que es la tercera parte, Jesús, de manera explícita, extiende el horizonte de su oración a todos los futuros creyentes y seguidores, insistiendo amorosamente en la unidad de todos con la Santísima Trinidad. Así mismo, pide al Padre que todos seamos partícipes de la vida eterna con la frase siguiente: “Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo”.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Hermanos: la oración sacerdotal de Jesús es también un modelo para nuestras oraciones, ya que precisa el propósito de todas nuestras peticiones: la gloria de Dios.

Jesús nos enseña que debemos orar no solo por nosotros mismos, sino también por nuestros hermanos. Tengamos presente que Jesús ora por la iglesia universal, no sólo por sus discípulos, sino también por todos los escogidos del mundo.

La unidad nos lleva a pertenecer a un solo rebaño bajo un mismo pastor, por eso Jesús ruega al Padre por nuestra unidad con la Santísima Trinidad.

Meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Cómo realizo mi oración, por quiénes pido a Dios?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a ser discípulos orantes de Jesús y a dar testimonio de su amor.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Santísima Trinidad: te pedimos perdón por nuestras faltas, te damos gracias por todas las gracias que nos otorgas, ¡Dios bendito!

Santísima Trinidad: te pedimos por la unidad de la Iglesia universal; te pedimos que la preserves de todo mal y la consagres totalmente a la evangelización en todos los confines de la tierra.

Espíritu Santo: toma en cuenta nuestra plena disposición para que Dios Padre y Jesús moren en nosotros y participemos de todas las riquezas de su amor: de su misericordia, de su justicia, de su sabiduría, de su conocimiento, de su gozo, de la vida eterna.

Amado Jesús, te pedimos nos consideres entre los elegidos del Padre y envíanos tu Espíritu Santo para despertar en nosotros la fraternidad y el amor en nuestras familias, trabajos y comunidades.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Madre Santísima, esposa virginal del Espíritu Santo, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a la Santísima Trinidad con la lectura de una parte del salmo 15:

«Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor; “Tú eres mi bien”. El Señor es la parte de mi herencia y mi copa; mi suerte está en tu mano.

Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha».

Hermanos: en esta novena de preparación para Pentecostés, dispongamos nuestros corazones para confiar y amar más a la Santísima Trinidad y que Dios Padre y Jesús moren en nosotros por medio del Espíritu Santo.

Hermanos: dejemos que el Espíritu Santo nos impulse a vivir creando relaciones fraternas, y podamos anunciar a Cristo con la esperanza de llegar a la meta final: la plenitud en Dios y la gloria eterna.

Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.