LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE PENTECOSTÉS – CICLO C
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.
Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.
Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 15-16 y 23-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me aman, guardarán mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que les dé otro defensor, que esté siempre con ustedes. El que me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama, no guardará mis palabras. Y la Palabra que ustedes están oyendo no es mía sino del Padre que me envió. Les he hablado de esto mientras permanezco con ustedes, pero el Defensor, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, será quien les enseñe todo y les vaya recordando todo lo que les he dicho».
Palabra del Señor.
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Hermanos: hoy celebramos la solemnidad de Pentecostés. Cuando Jesús ascendió al cielo y Dios Padre envió al Paráclito, al Defensor, se inició el tiempo del perpetuo Pentecostés para la Iglesia, porque desde aquel hermoso momento, la presencia viva de Jesús y de Dios Padre se manifestó, se manifiesta y se manifestará siempre a través del Espíritu Santo.
Por ello, Pentecostés es el momento cumbre de la Pascua de Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, ya que es la manifestación plena del amor de Dios por toda la humanidad. La tercera persona de la Santísima Trinidad da inicio a la tarea misionera de la Iglesia para guiar a la humanidad hacia Jesús y hacia Dios Padre, a través de sus dones salvíficos, de la Palabra, de los sacramentos, y de todas sus acciones de amor.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
Hermanos: Jesús asciende al cielo, pero no deja solos a sus discípulos; Dios Padre, como respuesta a la oración sacerdotal de Jesús, envió al Espíritu Santo para iniciar la acción misionera de los apóstoles y de la naciente y eterna Iglesia.
Por ello, el Espíritu Santo jamás se apartará de nosotros, siempre nos acompañará si es que aceptamos su guía, especialmente en nuestros momentos de debilidad.
El Espíritu Santo sigue actuando en la Iglesia, en nuestras parroquias y comunidades, en cada cristiano que sigue a Jesús, y lo hace, actualizando las palabras, gestos y signos de Jesús. También, el Espíritu Santo inspira, purifica y fortalece nuestro seguimiento a Jesús para ser anunciadores y promotores del reino de Dios en el mundo.
Hermanos, en este grandioso día, meditemos la lectura y respondamos: ¿Invocamos en nuestras oraciones al Espíritu Santo? ¿Dejamos que el Espíritu Santo nos guíe en nuestras vidas?
Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a discernir y conocer sobre lo que Dios quiere para cada uno de nosotros.
- Oración
Padre eterno, haz realidad en nosotros la oración de tu amadísimo hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y envíanos las gracias y dones del Espíritu Santo, para inspirar, purificar y fortalecer nuestro seguimiento a Jesús.
Espíritu Santo: en el Santísimo Nombre de Jesús, libéranos de todas las ataduras del pecado, rompe una a una todas las cadenas inter-generacionales que nos atan al pecado y a los esquemas humanos.
Amado Jesús, tú que, por tu infinita misericordia, nos enseñas que el amor es lo primero, si es que te seguimos, concédenos el don de amar a la Santísima Trinidad y también a nuestros hermanos. Envíanos a testimoniar tu amor en toda circunstancia de nuestras vidas.
Santísima Trinidad: te pedimos que mores en nosotros y nos ayudes a guardar la Palabra, sobre todo, cuando las circunstancias nos induzcan a pensar con criterios humanos.
¡Bendita seas Santísima Trinidad!
Madre Santísima, así como tu hiciste realidad tu maravillosa expresión de entrega a Dios: “Hágase en mi según tu palabra”; intercede ante tu amado Hijo para que nosotros hagamos también lo que Él nos inspira a través del Espíritu Santo. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos, contemplemos a Dios Espíritu Santo con la secuencia de Pentecostés:
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Queridos hermanos: dispongamos nuestro corazón para acoger al Espíritu Santo e invoquémosle siempre en nuestras oraciones de alabanza, de agradecimiento y de petición. En los momentos más difíciles, pidamos al Espíritu Santo su consejo, su auxilio y guía para no apartarnos de los caminos de Nuestro Señor Jesucristo.
Hermanos dispongamos también todo nuestro ser para comenzar cada día con la lectura de la Palabra y, con la ayuda del Espíritu Santo, podamos ser portadores del amor de Dios, para su eterna gloria. No olvidemos jamás la acción salvífica del Espíritu Santo en la Santa Eucaristía.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.