LUNES DE LA SEMANA X DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA X DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-34

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí está tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí está su madre». Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.

Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: «Todo está cumplido», e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Entonces los judíos, como era el día de preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilatos que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.

Palabra del Señor.

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Hermanos: hoy celebramos a nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia.

Ella es la gran mediadora de todas las gracias que recibimos.

En la lectura del día de hoy se aprecia el momento en el que Nuestra Santísima Madre aceptó el testamento de amor de su Hijo, acogiendo a todos los hombres y mujeres como hijos en la persona de Juan. Y Juan, con todo el amor de su corazón, inspirado por el Espíritu Santo y por la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo, acepta a María como madre suya.

De esta manera, María queda constituida como la madre de toda la humanidad; y, al pie de la cruz, nace la Iglesia universal que fue instituida por Nuestro Señor Jesucristo a través de su Palabra.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Como lo afirma San Luis María de Monfort: “Todos los verdaderos hijos de Dios y los predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre”. Jesucristo es el fruto de María. El cielo y la tierra se lo repiten millares de veces cada día: “Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”.

Hermanos: la verdadera devoción a Nuestra Santísima Madre es aquella que, inspirada por el Espíritu Santo, nos permite llegar a Jesús a través de María. Descubramos, pues, en ella la presencia de la Santísima Trinidad.

Nuestra Santísima Madre, como esposa del Espíritu Santo, se sometió dócilmente a la voluntad de Dios Padre y a través de ella se encarnó Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Queridos hermanos: amar a Nuestra Santísima Madre significa comprender que ella es un maravilloso camino que nos conduce a Jesús. Si la aceptamos como madre, ella, con su amor maternal, nos ayudará a que nos parezcamos más a su Hijo.

Hermanos, meditemos la lectura del día de hoy y respondamos: ¿Acogemos a Nuestra Santísima Madre la Virgen María como madre de Jesús y de toda la Iglesia? ¿Recurrimos, como hijos, a la Virgen María?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a acercarnos más a Nuestra Santísima Madre, conocer su amor y poder intercesor y, así, acercarnos más a Jesús a través de ella.

  1. Oración

Gracias Dios Padre por habernos dado una Madre amorosa; gracias Espíritu Santo por la Divina Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo en Nuestra Santísima Madre; gracias Jesús por regalarnos este don incomparable.

¡Bendita seas Santísima Trinidad!

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre de Misericordia, Madre del buen consejo, Reyna de los ángeles.

Madre: así como tu hiciste realidad tu maravillosa expresión de entrega a Dios: “Hágase en mi según tu palabra”; intercede ante tu amado Hijo para que nosotros hagamos también lo que Él nos inspira a través del Espíritu Santo.

Madre Santísima: intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestra Santísima Madre la Virgen María, detengámonos en su confianza, disposición y docilidad para acoger a Dios y aceptar su voluntad y repitamos en nuestro corazón:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado en su humilde esclava, pues mira, desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho cosas grandes por mí. Él es santo o y su misericordia llega a sus fieles, generación tras generación, su brazo interviene con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y ensalza a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Amén».

Queridos hermanos: meditemos las virtudes y acciones de Nuestra Santísima Madre, ofreciéndole actos de amor e invocándola de corazón, con el deseo ferviente de llegar a Jesús a través de ella.

Así mismo, el día de hoy, recemos el Santo Rosario y pidamos la intercesión de Nuestra Santísima Madre por el Papa Francisco, por su santidad e intenciones; por todos los pastores de la iglesia, por su santidad, salud y acciones; por todos los consagrados y consagradas, por su santidad y apostolado; por toda la Iglesia, por los gobernantes de todos los países del mundo, para que acojan y trabajen por la paz del Señor; por el mundo para que todas las personas alejadas de los preceptos cristianos se acerquen al amor de María y de Jesús.

De manera especial, pidamos a Nuestra Santísima Madre por todos los medios de comunicación, para que sea reflejo del amor de Dios y promuevan siempre una cultura de paz.

No olvidemos pedir a Nuestra Santísima Madre por todos los difuntos de todo tiempo y lugar, para que ella, en su amor, interceda ante Jesús, su Hijo, por la salvación de todas las almas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.