JUEVES DE LA SEMANA X DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C.

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA X DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, versículos 1, 2 y 9, y de 14 al 16

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le confiaste. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, y son tuyos. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad. No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectamente uno, de modo que el mundo crea que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y ellos han conocido que tú me has enviado. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos, como también yo estoy en ellos».

Palabra del Señor.

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Hoy celebramos a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote y lo hacemos meditando la “Oración Sacerdotal” de Jesús, que se ubicad en el capítulo 17 del evangelio de San Juan.

Esta salvífica y bellísima oración que Jesús dirige a Dios Padre, la realiza antes de la Última Cena, en la que Nuestro Señor Jesucristo se ofrece a Dios Padre por la redención de la humanidad. De esta manera, Nuestro Señor Jesucristo instituye la Sagrada Eucaristía y el sacerdocio hasta el fin de los tiempos, sacerdocio que iniciaron sus discípulos.

En la primera parte de la Oración sacerdotal, Jesús le dice al Padre que llegó la hora de la glorificación mutua entre Él y Dios Padre a través de su pasión, muerte y resurrección; de esta manera, Jesús señala el momento final de su misión en el mundo. También, Jesús entrega a sus discípulos a la protección de Dios Padre porque ellos han creído en su palabra y le aman.

En la segunda parte de la Oración Sacerdotal, Jesús ora al Padre por la unidad de sus discípulos, para que el Padre consagre a todos los que le siguen, los proteja del mal y los conserve alegres en la misión de evangelizar a toda la humanidad. Este fragmento está dirigido a la protección de la Iglesia naciente.

En la tercera parte de la oración sacerdotal, Jesús extiende el horizonte de su oración a todos los futuros creyentes y seguidores, insistiendo amorosamente en la unidad de todos con la Santísima Trinidad. Así mismo, pide al Padre que todos seamos partícipes de la vida eterna con la frase siguiente: “Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo”. Así, Jesús revela la pre-existencia de la Santísima Trinidad e incluye a sus discípulos y a nosotros en la íntima relación de amor entre Él y Dios Padre.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

La oración sacerdotal de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, es uno de los momentos más intensos de su sagrada misión, ya que el contenido salvífico de su petición espontánea al Padre, la transmite a sus discípulos y se extiende a toda la humanidad.

A la vez, es el más grande y bello modelo para nuestras oraciones, ya que precisa el propósito de todas nuestras peticiones: la gloria de Dios. Jesús nos enseña a orar no solo por nosotros mismos, sino también por nuestros hermanos, por la iglesia universal y por todos los pastores que la guían. Jesús también ruega al Padre por nuestra unidad con la Santísima Trinidad.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico del día de hoy, respondamos: ¿Cómo oramos a Dios? ¿Dejamos que el Espíritu Santo inspire nuestras acciones cotidianas? ¿Hacemos la voluntad de Dios?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a realizar la voluntad de Dios y, con la ayuda del Espíritu Santo, podamos orar y realizar nuestras acciones para la Gloria de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, considéranos entre los elegidos del Padre y envíanos tu Espíritu Santo para fortalecer nuestra fe.

Amado Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, envíanos tu Espíritu Santo para despertar en nosotros la fraternidad y el amor en nuestras familias, trabajos, comunidades.

Santísima Trinidad: te pedimos por la unidad de la Iglesia; te pedimos que la preserves de todo mal, así como del odio del mundo, y la consagres totalmente a la evangelización en todos los confines de la tierra.

Madre Santísima, esposa del Espíritu Santo, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

“Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo”, dice el Señor.

Hermanos que esta maravillosa expresión de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, sea el día de hoy nuestra fuerza y la luz que alumbra secretamente nuestros corazones para estar siempre al lado de Él.

Hermanos, estamos llamados a una unión plena con la Santísima Trinidad. Dejemos que el Espíritu Santo nos impulse a vivir creando relaciones fraternas, y podamos anunciar a Cristo con la esperanza de llegar a la meta final: la plenitud en Dios y la gloria eterna.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.