SÁBADO DE LA SEMANA XI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

“Busquen el reino de Dios y su justicia; lo demás se les dará por añadidura” (Mt. 6, 33)

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo, 6, 19-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No pueden servir a Dios y al dinero.

Por eso les digo: No estén agobiados por la vida, pensando qué van a comer o beber; ni por el cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: ni siembran, ni cosechan, ni almacenan; sin embargo, nuestro Padre del cielo las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora más al tiempo de su vida? ¿Por qué se agobian por el vestido? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y les digo que ni Salomón, en todo su esplendor, estaba vestido como uno de ellos.

Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿No hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? No anden agobiados, pensando qué van a comer, o qué van a beber, o con qué se van a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Su Padre del cielo ya sabe que tienen necesidad de todo eso. Sobre todo, busquen el reino de Dios y su justicia; lo demás se les dará por añadidura.

Por tanto, no se agobien por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus problemas».

Palabra del Señor.

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En la lectura del día de hoy se observa claramente cómo Jesús, en el Sermón de la Montaña, va incrementando gradualmente las exigencias para ser su seguidor y verdadero discípulo.

Hoy, al igual que en el texto de ayer, Jesús continúa exhortándonos a orientar nuestro corazón a los tesoros del cielo; es decir, a seguir sus enseñanzas.

Jesús trata dos temas íntimamente relacionados: en primer lugar, Dios y el dinero; y, en segundo lugar, la confianza que todo cristiano debe tener en la providencia divina.

En este sentido, Jesús nos invita a desplegar todos los dones recibidos gratuitamente para ser sus discípulos y confiar en su misericordia y providencia.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En primer lugar, Nuestro Señor Jesucristo nos llama hoy a seguirle decidida y totalmente, porque no se puede servir a dos señores a la vez. Seguimos, amamos y servimos a Dios, o servimos y amamos el materialismo mundano, del que Jesús toma como ejemplo al dinero.

En segundo lugar, Nuestro Señor Jesucristo nos recuerda que nuestra vida y todos los bienes espirituales y materiales que poseemos, no son fruto de nuestro esfuerzo, sino, son otorgados por la Santísima Trinidad por el infinito amor y misericordia que nos tiene. En este sentido, Jesús nos exhorta a confiar totalmente en Dios Padre y en su providencia divina, dejando de lado todas las preocupaciones.

En la actualidad, el mundo promueve conductas materialistas que generan ansiedad y angustia en muchas personas ante las necesidades materiales que experimentan y, lo que es más crítico aun, la ansiedad se instala en personas que buscan alcanzar a toda costa posesiones y éxitos materiales que son exclusivamente humanos y vanos.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico del día de hoy, conviene preguntarnos: ¿Seguimos de manera decidida a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Cuál es el “tamaño” de nuestra confianza en la divina providencia ante las necesidades que experimentamos?

Que las respuestas a estas preguntas nos permitan servir única y exclusivamente a Dios y, con la fuerza del Espíritu Santo, confiar plenamente en la providencia divina.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, te suplicamos envíes tu Espíritu Santo para fortalecer nuestra fe y confianza plena en tu amor y misericordia.

Espíritu Santo otórganos los dones para amar a Dios Padre y a Dios Hijo a través de la realización de obras de misericordia en favor de las personas más necesitadas material y espiritualmente.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Reyna de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos el amor de Dios con la lectura de una parte del salmo 33:

“El ángel de Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

Todos sus santos, teman al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.

Hermanos: alabemos y seamos agradecidos con la Santísima Trinidad todos los dones recibidos. Pidamos al Espíritu Santo los dones para seguir a Nuestro Señor Jesucristo, ser fieles a su Palabra y ser sus discípulos.

Hermanos que la Santa Eucaristía y la Palabra de Dios sean nuestro alimento para permanecer en continua acción de gracias y seguir a Dios de manera firme y decidida.

Hermanos: pongamos nuestro corazón en los tesoros del cielo. Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Repitamos en nuestro corazón las palabras de Jesús, ubicadas en el versículo 33, del capítulo 6 de Mateo: “Busquen el reino de Dios y su justicia; lo demás se les dará por añadidura”.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.