DOMINGO DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no vale para el Reino de Dios». (Lc 9, 62) Oración inicial Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día. Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida. Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
  1. Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 51-62 Cuando ya se acercaba el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron a un pueblo de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos a bajar fuego del cielo que acabe con ellos?». Él, se volvió y los regañó. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Los zorros tienen madriguera y los pájaros nido, pero el hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó Jesús: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia». Jesús le contestó: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no vale para el Reino de Dios». Palabra del Señor.     ———– El pasaje evangélico de hoy se ubica luego del texto del exorcista anónimo y aborda las condiciones para el seguimiento a Jesús. El texto de hoy relata la gran decisión de Jesús de dirigirse a Jerusalén para enfrentar la muerte. En el camino, un pueblo de Samaria, que era hostil a los judíos, no recibe a Jesús ya que profesaba una fe heterodoxa. Luego de este hecho, podemos identificar tres enseñanzas:
  • La primera: Dios no reacciona con castigo, sino con perdón y misericordia. Jesús aconseja y regaña a Santiago y a Juan cuando ellos sugieren hacer bajar fuego sobre el pueblo que no los recibió.
  • La segunda: para seguir a Jesús hay que tomar la cruz. El primer aspirante a discípulo no era consciente de la cruz que debía cargar, por eso fue regañado por Jesús.
  • La tercera: el seguimiento a Jesús está por encima de las obligaciones humanas. Este es el caso del segundo y tercer aspirante. El seguimiento a Jesús implica rechazar las obligaciones humanas, por más razonables que puedan parecer, si retrasan la obediencia al Señor.
  1. Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra? Todos tenemos la vocación de seguir a Nuestro Señor Jesucristo, todos somos llamados por Él para participar activamente en el plan divino de la salvación, en cualquier estado de nuestras vidas y en toda circunstancia. Todos somos llamados a la vocación sacerdotal, consagrada o laical. En la segunda y tercera enseñanza que identificamos anteriormente, se presentan tres aspirantes a discípulos que no tienen la firme convicción para la misión de seguir a Jesús, la cual demanda vocación y compromiso. La misión no es fácil, pero tampoco es imposible porque tenemos como apoyo el amor de la Santísima Trinidad. No podemos trabajar para el Reino de Dios atados al pasado; el seguimiento, en cualquier circunstancia de nuestras vidas, debe ser radical, sin coacciones y sin condiciones. No es fácil, somos frágiles, pero pongamos nuestro esfuerzo para seguir a Jesús a través de nuestros hermanos más necesitados: empecemos brindándoles ayuda y consuelo material y espiritual. Hermanos, meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Estamos dispuestos a seguir a Jesús con vocación y compromiso? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden olvidar el pasado y a precisar nuestra vocación para seguir a Jesús en nuestros hogares, trabajos, comunidades y como ciudadanos globales. ¡Jesús nos ama!
  1. Oración
Amado Jesús: concédenos, a través del Espíritu Santo, la fe para ser firmes en la misión de seguirte y llevar tu Palabra por donde vayamos. Espíritu Santo, fortalece las vocaciones de seguimiento total a Jesús, para anunciar la salvación a todos los pueblos. Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante tu amado Hijo por nuestras peticiones. Amén.
  1. Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor con la lectura de una parte del salmo 15: “Protégeme Dios mío que me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Tú eres mi bien”. Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”. Queridos hermanos: que nuestro seguimiento a Jesús consista en llevar a la práctica su Palabra, mediante la realización de obras de misericordia. Así mismo, asistiendo a la Santa Eucaristía, al sacramento de la penitencia, adorando al Santísimo Sacramento, meditando su Palabra y rezando el Santo Rosario. Repitamos en nuestro corazón los versículos 13 y 14 del capítulo 3 de la carta de San Pablo a los filipenses: “Por mi parte, hermanos, no creo haberlo conseguido todavía. Sin embargo, olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, al premio que Dios me llama, desde lo alto en Cristo Jesús.” Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas. Oración final Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna. Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos. Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.