MARTES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Y levantándose, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma». (Mt 8, 26)

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 23-28

En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él sus discípulos lo despertaron diciéndole: «¡Señor, sálvanos que nos hundimos!». Él les respondió: «¿Por qué tienen miedo? ¡Hombres de poca fe!». Y levantándose, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».

Palabra del Señor.

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En la lectura de ayer Jesús abordó las condiciones para el seguimiento cristiano.

El pasaje evangélico de hoy es la continuación del texto de ayer y es una muestra palpable de la inseguridad en el seguimiento de sus discípulos, quienes se suben a la misma barca con Jesús y experimentan la misma tempestad con él. Mientras Jesús duerme tranquilo, con plena confianza y fe en Dios Padre, los discípulos se llenan de angustia y lo despiertan; Jesús, en el mismo momento de la tempestad, los reprocha y señala su falta de fe.

Después de reprenderlos, Jesús increpa al mar y a los vientos, y cesa la tempestad, mientras les enseña a combatir la angustia y les hace ver que él es su libertador. Los discípulos se llenan de admiración por su poderosa presencia y confiesan al Creador.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En la misma línea del seguimiento cristiano que hemos meditado los días anteriores, hoy apreciamos un ejemplo de seguimiento frágil por parte de sus discípulos. Y, seguramente, nos trae a la memoria algunas experiencias en nuestras vidas ante las cuales hemos reaccionado con angustia y con falta de fe.

Subirse a la misma barca con Jesús es aceptar la misión que Dios nos ha encomendado; navegar con él no significa estar libres de tempestades. Nuestro Señor Jesucristo enfrentó tempestades y salió airoso de ellas, sino, basta contemplar su cruz.

La misión no es fácil. Somos frágiles, muchas veces hemos sentido que Dios está lejos de nosotros, que Dios no escucha nuestras oraciones.

Recordemos algunas de estas experiencias; de repente, no buscábamos aumentar nuestra fe, sino, solo prodigios que solucionen nuestros problemas. Esto no está mal, pero los milagros son, muchas veces, un producto de la fe y en otras, la expresión gloriosa y gratuita de Dios en nosotros.

El mundo actual vive en medio de tempestades que llenan de angustia a los corazones frágiles y faltos de fe. Pidamos al Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, que fortalezca nuestros esfuerzos y demos frutos de fe con la paz de Señor.

Hermanos, meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Cómo afrontamos las tempestades en nuestras vidas? ¿Quién es Jesús para nosotros?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a conocernos más y mejor a nosotros mismos, con el fin de aumentar nuestra fe y confianza en la Santísima Trinidad.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús: aumenta, a través del Espíritu Santo, nuestra fe, para seguirte con firmeza, aun en medio de las tempestades.

Repitamos todos, como en Marcos, capítulo 9, versículo 24: “Señor, creo, pero aumenta mi fe”.

“Señor, creo, pero aumenta mi fe”.

Padre eterno: envía tu Santo Espíritu y renueva la faz de la tierra. Renuévala Señor.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con la lectura de una parte del salmo 107:

“¡Den gracias al Señor por su amor, por sus prodigios en favor de los hombres! Ofrezcan sacrificios de acción de gracias, pregonen sus obras con gritos de alegría.

Se hicieron a la mar con sus naves, comerciando por todo el océano, y contemplaron las obras del Señor, sus maravillas en el océano profundo.

Con su palabra desató un vendaval, que encrespaba las olas del océano; al cielo subían, bajaban al abismo, el peligro entrecortaba su respiración; daban vueltas, vacilaban como ebrios, y no les valía de nada su pericia.

Pero clamaron al Señor en su angustia, y él los libró de sus tribulaciones. Al silencio redujo la borrasca y se aplacaron las olas del mar. Ellos se alegraron y se calmaron, y el Señor los condujo al puerto deseado”.

Queridos hermanos: que nuestro seguimiento a Dios consista en poner toda nuestra confianza en Él y no confiar, ni gloriarnos de nuestra pericia, porque los dones que poseemos los hemos recibido gratuitamente de Él, que todo lo puede.

Solo Él nos puede otorgar la paz, solo Él.

Que en nuestro camino al puerto que deseamos llegar, que es la vida eterna: la Santa Eucaristía sea el alimento que nos fortalezca; que el sacramento de la penitencia nos acerque a la misericordia de Dios; que la adoración al Santísimo Sacramento sea el momento cumbre de diálogo con Nuestro Señor Jesucristo; que la meditación de la Palabra sea fuente de inspiración de nuestras acciones; y que el rezo del Santo Rosario nos acerque más a la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.