VIERNES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9, 13).

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y estando Jesús a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores que habían acudido se sentaron a comer con él y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que su Maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Palabra del Señor.

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El pasaje evangélico de hoy se encuentra luego del texto de la sanación de un paralítico que meditamos el día de ayer.

En la lectura de hoy apreciamos como Mateo dio un gran salto, pasó de ser recaudador de impuestos al servicio de Roma, a ser apóstol de Jesús.

Mateo, llamado Leví por los otros evangelistas, fue el quinto llamado a ser apóstol, los primeros cuatro fueron pescadores.

Luego de su gran decisión, Mateo invitó a Jesús a su casa, donde organizó un banquete con publicanos y pecadores. La presencia de Jesús convirtió dicha cena en un banquete celestial ya que tuvo la ocasión de alimentar espiritualmente a los asistentes y prodigar la misericordia de Dios.

Ante los prejuicios de los fariseos, Jesús respondió: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Jesús conoce la profundidad de nuestros corazones y sabe cuándo cada uno de nosotros está preparado para responder con decisión y plenamente a su llamado. Él conoce el momento en el que seremos más dóciles a su llamado.

Mateo sigue a Jesús inmediatamente, lo deja todo, lo cual es una expresión de su total vocación. Jesús lo libera de la esclavitud del dinero y lo transporta a la libertad del seguimiento.

Hermanos: la vocación a seguir a Jesús es una forma divina de sanación del alma y el que es llamado, es perdonado porque se acerca y se une al mar de la misericordia infinita de Dios.

Meditando la lectura de hoy, contestemos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿Cómo respondemos al llamado de Jesús para seguirle? ¿Cómo caracterizamos nuestra vocación de seguimiento a Jesús? ¿Actuamos con prejuicios frente a algunos hermanos solo porque tienen pecados diferentes a los nuestros?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a acudir a la misericordia divina y a ser misericordiosos como lo es nuestro Dios Padre.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, concédenos la gracia de conocerte más, de amarte más, de responder plenamente a tu llamado y de seguirte siempre confiando en tu misericordia y providencia.

Amado Jesús, al igual que Mateo, tenemos sed de ti, haz que el Espíritu Santo nos otorgue los dones para seguirte de manera decidida.

Amado Jesús, perdona nuestros prejuicios; haz que siempre detestemos el pecado, pero no al pecador.

Espíritu Santo concédenos los dones y los recursos para ayudar a nuestros hermanos a acercarse al océano infinito de la misericordia de Dios, en especial, aquellos que están alejados de Jesús.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Ahora, contemplemos al Señor con la lectura de una parte del salmo 117:

“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios”.

Queridos hermanos: pidamos la gracia del Espíritu Santo para poder amar cada día más y seguir con firmeza a Nuestro Señor Jesucristo. Así mismo, pidámosle la fortaleza para vencer nuestros prejuicios. No dejemos de asistir a la Santa Eucaristía y adoremos a Jesús, presente en el Santísimo Sacramento.

Todos tenemos en nuestro corazón la vocación de seguir a Nuestro Señor Jesucristo, de manera consagrada o laical, no retrasemos la decisión de seguirlo en nuestras familias, trabajos, estudios, comunidades y como ciudadanos. Contribuyamos a construir un mundo mejor, un mundo cristiano.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.