DOMINGO DE LA SEMANA XIV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XIV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«La cosecha es abundante y los obreros pocos; rueguen, pues, al dueño de la cosecha que mande obreros a recogerla» (Lc 10, 2). Oración inicial Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día. Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida. Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
  1. Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1-12. 17-20 En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La cosecha es abundante y los obreros pocos; rueguen, pues, al dueño de la cosecha que mande obreros a recogerla. ¡Pónganse en camino! Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren a una casa, digan primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos la paz; si no, volverá a ustedes. Quédense en la misma casa, coman y beban de lo que tengan, porque el  obrero merece su salario. No anden cambiando de casa. Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya, y digan: “Está cerca de ustedes el reino de Dios”. Cuando entren en un pueblo y no los reciban, salgan a la plaza y digan: “Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies, lo sacudimos sobre ustedes. De todos modos, sepan que está cerca el reino de Dios”. Yo les digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad». Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les contestó: «He visto a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren: les he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y para dominar todo poder del enemigo. Y nada les hará daño alguno. Sin embargo, no estén alegres porque se les someten los espíritus; alégrense más bien de que sus nombres estén inscritos en el cielo». Palabra del Señor.       ———– En el texto evangélico de hoy, Jesús realiza un segundo envío de setenta y dos misioneros, que representan al presbiteriado. El primer envío fue el de los doce apóstoles que representan al episcopado de la Iglesia naciente. En este segundo envío, Jesús brinda los siguientes detalles de la misión:
  • En primer lugar, les pide oración para que el contacto del enviado con Dios ayude a que la misión sea fecunda.
  • En segundo término, aludiendo a que estarán rodeados de lobos, Jesús les hace ver que serán perseguidos y correrán algunos riesgos, pero él estará con ellos porque es su pastor; además, Jesús les dio la potestad de vencer y dominar todo poder del enemigo.
  • En tercer lugar, les indica que deben ir sin provisiones, ligeros de equipaje, evitar distracciones y llevar una vida austera, confiando en la hospitalidad de la gente, pero fundamentalmente, en la providencia divina.
  • En cuarto lugar, deben llevar un saludo de paz a todos, anunciando la cercanía del reino de Dios, sin excepciones, además de curar a los enfermos, expulsar demonios; en suma, deben llevar la misericordia de Dios por donde vayan.
Al regreso de la misión, los setenta y dos estaban muy contentos y Jesús les dice que lo más importante de todo es que sus nombres estén inscritos en el cielo.
  1. Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra? El llamado de Jesús a los misioneros y su envío tiene un carácter universal porque es imperioso el anunciar la buena nueva. Todos estamos llamados a la misión de llevar la Palabra de Dios y su amor a toda la humanidad, empezando por nuestras familias, centros de trabajos y/o estudios, comunidades, o por donde vayamos. Un detalle importante es que la misión debe tener un carácter cercano con las personas a quienes llevamos la Buena Nueva. La clave está en identificar los detalles de nuestra vocación para la misión. Conscientes de que las recomendaciones de Jesús son muy diferentes a los criterios del mundo, respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿Cumplo y defiendo los criterios de la misión enunciados por Nuestro Señor Jesucristo? La misión no es fácil, pero no es imposible con la ayuda de Dios. Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a ser misioneros muy activos de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Jesús nos ama!
  1. Oración
Amado Jesús: concédenos también a nosotros la gracia de ser misioneros anunciadores de la alegría de la salvación que eres tú, amado Señor. Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, inspira y fortalece a la Iglesia en la misión de llevar el Evangelio y la misericordia a toda la humanidad. Santísima Trinidad, te rogamos que envíes más obreros para la misión y que la novedad del Evangelio sea aceptada por toda la humanidad. Madre Santísima, Madre del amor bendito, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
  1. Contemplación y acción
Ahora, contemplemos al Señor con la lectura de una parte del salmo 95: “Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones; porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas”. Queridos hermanos: como hijos de Dios Padre, asumamos el compromiso de identificar, con la gracia del Espíritu Santo, cuál es nuestra misión en nuestras vidas para llevarla a cabo, con fe y con la mirada puesta en Nuestro Señor Jesucristo. Dejemos que el Espíritu Santo nos inspire a través de la Palabra; así mismo, alimentemos nuestro corazón con la Santa Eucaristía y no dejemos de adorar al Santísimo Sacramento, ni de rezar el Santo Rosario. Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas. Oración final Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna. Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos. Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.