DOMINGO DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo» (Lc 10, 27) Oración inicial Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día. Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida. Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
  1. Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 25-37 En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida eterna». Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos que lo asaltaron, lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, se desvió y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo, se desvió y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, sintió compasión, se le acercó, le vendó las heridas, después de habérselas limpiado con aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al encargado, le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo? Del que cayó en manos de los bandidos». Él contestó: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Vete, y haz tú lo mismo». Palabra del Señor.     ———– En el pasaje evangélico de hoy meditaremos la parábola del buen samaritano. En la cultura judía, para que un amigo sea considerado prójimo, tenía que ser también israelita y no tener signos de impureza; los demás no eran considerados prójimos. Los samaritanos eran considerados impuros por los israelitas, por ello, eran rechazados, despreciados y marginados. En medio de esta realidad social y religiosa, para los israelitas, el samaritano no observó la Ley y podría ser acusado por infringirla; sin embargo, de acuerdo a la interpretación de la misma Ley, con los ojos del amor divino, el samaritano actuó con amor, misericordia y generosidad. El sacerdote y el levita no lo entendieron así, actuaron con indiferencia. Ellos solo conocían la Ley, pero no la aplicaron con el corazón, tal como lo hizo el samaritano.
  1. Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra? Nuestro Señor Jesucristo nos pide poner en práctica las dos dimensiones del mandamiento del amor: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo. La parábola del buen samaritano, resume la acción misericordiosa y bondadosa del buen cristiano; por eso Jesús le dice al maestro de la Ley cuando comprendió el mensaje: “Vete, y haz tú lo mismo”. Jesús, el Verbo encarnado, es nuestro prójimo porque Él está en el corazón de todos nosotros, especialmente, en las personas más necesitadas. Jesús también es el buen samaritano, porque Él actúa con amor, misericordia, bondad y sin discriminar a nadie. Él es el buen pastor que deja a las noventa y nueve ovejas en el redil y va en busca de la oveja que se extravió. De esta manera, Nuestro Señor Jesucristo nos invita a practicar el mandamiento del amor. Hermanos: respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿somos indiferentes ante el dolor de nuestro prójimo, actuamos como el sacerdote y el levita de la parábola? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a servir al prójimo más necesitado, de manera desinteresada y con misericordiosa. ¡Jesús nos ama!
  1. Oración
Amado Jesús, gracias por recordarnos que tu amor es misericordioso, bondadoso y que consiste en atender al hermano necesitado, tal como tú lo hiciste durante tu vida y, especialmente, en la cruz. Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, concédenos la gracia de reconocer en el prójimo más necesitado a Nuestro Señor Jesucristo y cumplir el mandamiento del amor con generosidad y misericordia. Santísima Trinidad, haz que los sacerdotes y consagrados sean buenos samaritanos en la misión de llevar la Palabra y tu misericordia a todo el mundo. Madre Santísima, Madre del Verbo, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
  1. Contemplación y acción
Contemplemos al Señor con las bienaventuranzas, ubicadas al inicio del Sermón de la montaña, en el capítulo 5, versículos del 1 al 12, en el evangelio de San Mateo: “Felices los pobres de corazón, porque el reino de los cielos les pertenece. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los desposeídos, porque heredarán la tierra. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia. Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios. Felices los perseguidos por causa del bien, porque el reino de los cielos les pertenece. Felices ustedes cuando los injurien, los persigan y los calumnien de todo por mi causa. Alégrense y estén contentos pues la paga que les espera en el cielo es abundante.” Hermanos: cuando más unidos estemos al prójimo más necesitado, más unidos estaremos con la Santísima Trinidad. Hagamos el propósito de incorporar en nuestras vidas obras diarias de misericordia para nuestro prójimo más necesitado. Hagámoslo por el Amor de Dios. Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas. Oración final Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna. Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos. Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.