MARTES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«A quien mucho se le dio mucho se le pedirá; a quien mucho se le confió mucho más se le exigirá» (Lc 12, 48)

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 20-24

En aquel tiempo, Jesús se puso a reprender a las ciudades donde había realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas con vestido de penitencia y ceniza. Les digo que el día del juicio será más llevadero para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Pues bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubierán hecho los milagros que se han realizado en ti, esa ciudad todavía existiría. En verdad les digo que, en el día del juicio, la tierra de Sodoma será tratada con menos rigor que tú».

Palabra del Señor.

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Hermanos: hoy celebramos la fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, conmemorando el día en que Simón Stock recibió el escapulario de manos de la Virgen María.

Hoy y siempre, contemplemos a Nuestra Santísima Madre como modelo de oración, contemplación y entrega a Dios. Ella es la madre de Nuestro Señor Jesucristo, por lo tanto, es la madre de Dios.

Luego del discurso de Jesús sobre la misión apostólica, del capítulo 10 de San Mateo; entre los versículos 2 y 18 del capítulo 11, se ubica el texto sobre Juan Bautista. Después, continúa el pasaje evangélico de hoy, en el que Jesús reprocha a las ciudades de Galilea.

Jesús hace un duro y colectivo llamado a la conversión: se dirige de manera directa a las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún. Jesús lamenta el destino de estas ciudades en el juicio final si es que no aprovechan la inmejorable oportunidad de convertirse, siendo testigos privilegiados de la vida misionera de Jesús.

Jesús señala que la responsabilidad y culpa de estas ciudades será mayor durante el juicio final que las ciudades de Sodoma, Tiro y Sidón, símbolos de perversión y de poder económico. El hecho de conocer a Jesús y rechazarlo les otorga una mayor responsabilidad, ya que a quien más se le da, más se le exigirá.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

El reproche que Jesús realiza a las ciudades de Galilea es una advertencia para el mundo actual, en especial a los países que promueven conductas contrarias a los preceptos cristianos, como la ideología de género, el aborto, la eutanasia, el individualismo y todas las actividades que acompañan a estos comportamientos.

Así mismo, es también una exhortación a todas las comunidades cristianas que, escuchando y conociendo la Palabra de Dios, no la toman en cuenta en sus acciones.

Hermanos: respondamos a la luz de la Palabra de Dios: ¿cuáles son las razones por las que el mundo, nuestro país y nuestra comunidad deben acoger la advertencia de Jesús?

Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a rezar y contribuir activamente a la evangelización de aquellas personas que están alejadas de Dios, viviendo en la oscuridad.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, Madre Santísima, intercede por nosotros ante la Santísima Trinidad para que podamos encontrar a Dios en el silencio de la oración y en nuestros quehaceres cotidianos.

Madre Santísima, tú que creíste, confiaste y experimentaste el amor de Dios Padre a través de tu entrega total a Él, cúbrenos con tu manto de amor y bondad, para que nosotros también confiemos plenamente en la misericordia y en el amor de Dios.

Padre eterno, por la dolorosa pasión y entrega total de Nuestro Señor Jesucristo, irradia tu misericordia sobre todo la tierra, perdona nuestros pecados y transforma nuestros corazones para que seamos fieles seguidores de Jesús.

Espíritu Santo, amor de Dios Padre y de Dios Hijo, “doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero, reparte sus siete dones según la fe de tus siervos, por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito, salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén”.

Nos dirigimos nuevamente a ti, Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, para que intercedas ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

«A quien mucho se le dio mucho se le pedirá; a quien mucho se le confió mucho más se le exigirá», dice el Señor.

Contemplemos a nuestro Dios con la lectura de una parte del salmo 94:

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz: “No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso, he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”.

Hermanos: recemos hoy el Santo Rosario para que, con la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre, Dios nos fortalezca y ayude a que nosotros y toda la Iglesia demos a conocer la misericordia y el amor de la Santísima Trinidad a todos nuestros hermanos que viven en una cultura de oscuridad.

Recordemos lo que Nuestra Santísima Madre le dijo a Lucía en Fátima: “No tengas miedo, mi Inmaculado Corazón será tu refugio y tu camino seguro para llegar a Dios”.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.