VIERNES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Si comprendieran lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenarían a los que no tienen culpa» (Mt 12, 7)

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 12, 1-8

En aquel tiempo, Jesús atravesaba un sembrado, en sábado, y los discípulos que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al ver esto, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo aquello que no es lícito en sábado». Pero él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?, ¿Cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, cosa que no les estaba permitida ni a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes? ¿Y no han leído en la Ley que los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el precepto del sábado sin incurrir en falta? Pues Yo les digo que aquí hay alguien que es más que el Templo. Si comprendieran lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenarían a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es Señor del sábado».

Palabra del Señor.

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En el pasaje evangélico del día de hoy se aprecia la creciente hostilidad de los fariseos contra Jesús; en este texto, se manifiesta con el tema del sábado, con el cual Jesús también entra en conflicto con las autoridades religiosas de la época. El día sábado los judíos celebraban la presencia de Dios en la humanidad y era un día de descanso absoluto, ya que después de la creación, Dios descansó el séptimo día.

En aquella época, la religiosidad era dominada por un legalismo que se anteponía a las urgencias y emergencias humanas. Así ocurría con el día sábado, que pasó de ser un día de descanso a una opresión con un mandato religioso de carácter inflexible.

Los discípulos tuvieron hambre y arrancaron espigas para comerlas. Ante las críticas de los fariseos, Jesús responde con dos ejemplos y una cita profética: los ejemplos de David y del proceder de los sacerdotes en día sábado, y la cita de la profecía de Oseas, en el capítulo 6, versículos 6 y 7.

Por ello, Jesús culmina este encuentro con los fariseos con la frase: “Porque el Hijo del hombre es Señor del sábado”.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Muchas veces se cree, como en aquel entonces, que conocer y guardar un precepto es cumplir el mandamiento de amar a Dios; sin embargo, Jesús nos enseña, nuevamente, la doble dimensión del mandamiento del amor: amar a Dios y amar al prójimo. Ambas dimensiones son complementarias, no son excluyentes.

Por ello, las urgencias y emergencias humanas que sufren las personas más necesitadas material y espiritualmente, deben ser atendidas con prioridad; precisamente, para cumplir con el mandamiento del amor. Nuestro Señor Jesucristo así lo hizo, cumpliendo el espíritu de la Ley y buscando siempre el bienestar material y espiritual de las personas.

Hermanos: respondamos con todo el corazón: ¿Cuál es nuestra actitud frente a las urgencias y emergencias que viven las personas necesitadas del auxilio material y espiritual, que están en nuestro entorno?

Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a vivir cabalmente el amor y la misericordia de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Espíritu Santo, te pedimos tus dones para cumplir a cabalidad el mandamiento del amor que nos dejó Nuestro Señor Jesucristo.

Espíritu Santo, otórganos la sensibilidad de corazón para atender a las personas que más necesitan del auxilio material y espiritual, y que, muchas veces, están muy próximas a nosotros.

Amado Jesús, que siempre seamos portadores de tu amor y misericordia.

Madre Santísima, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Leamos parte de la profecía de Oseas, ubicada en el capítulo 6, versículo 6, cuando explica lo que significa la conversión auténtica: «Quiero misericordia y no sacrificios; conocimiento de Dios, no holocaustos».

Contemplemos a nuestro Dios, con la lectura de una parte del salmo 115:

“¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén”.

Hermanos: invoquemos al Espíritu Santo y pidamos la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre, para que Dios nos otorgue gracia de comprender y llevar a la práctica el mandamiento del amor.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.