SÁBADO DE LA SEMANA XVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Déjenlos crecer juntos hasta la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los que han de recogerla: “Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y el trigo almacénenlo en mi granero”» (Mt 13, 30)

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 24-30

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras sus hombres dormían, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.

Entonces fueron los trabajadores a decirle al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”. Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho”. Los trabajadores le preguntaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. Pero él les respondió: “No, porque al arrancar la cizaña podrían arrancar también el trigo. Déjenlos crecer juntos hasta la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los que han de recogerla: “Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y el trigo almacénenlo en mi granero”».

Palabra del Señor.

 

 

 

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El pasaje evangélico de hoy es la parábola de la cizaña, que está ubicada después de la parábola del sembrador y su explicación, y que también forma parte del discurso parabólico de Jesús del capítulo 13.

Como se aprecia, la parábola de la cizaña forma una unidad literaria con la parábola del sembrador, y también es explicada por Nuestro Señor Jesucristo, más adelante, en los versículos 36 al 43, después de la parábola de la levadura.

En esta unidad evangélica y literaria, Jesús es el sembrador; la buena semilla es la Palabra; el trigo son todas las personas que acogen la palabra y dan buenos frutos; y el campo es la humanidad. El enemigo es el demonio, quien planta la cizaña entre las personas que están adormitadas espiritualmente.

El Señor esperará con paciencia el día de la cosecha, el día del juicio, en que enviará a los ángeles del cielo a separar la cizaña del trigo y arrojarla al fuego eterno, mientras que el trigo irá a sus graneros, a la vida eterna.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo nunca dejará de sembrar la buena semilla en la humanidad; depende de nosotros acoger la Palabra en nuestros corazones, para que demos frutos espirituales abundantes. El ciento, el sesenta o el treinta por uno, como dice Jesús.

Nuestro Señor Jesucristo esperará siempre paciente la conversión de las personas que están alejadas de Él y siembran cizaña en la humanidad. Él nos dice que el mal que existe en este mundo proviene del maligno, quien lo siembra en la oscuridad y siempre está rondando con sus perversas influencias con el fin de seducir a quienes se descuidan y para confundir a quienes no tienen bien cimentada su fe.

La eliminación definitiva de las fuerzas del mal ocurrirá al final de los tiempos y, mientras vivamos, debemos tener paciencia y confianza en la acción divina, como un reflejo de la paciencia de Dios que espera hasta el final para dar oportunidad de conversión a todos los hermanos que están alejados de los preceptos cristianos.

Estemos atentos para que nuestros frutos siempre sean el amor, la alegría, la paz, la benignidad, la magnanimidad, la mansedumbre y la humildad.

Hermanos: respondamos a la luz de la Palabra: ¿Tenemos paciencia y confianza en la acción divina en medio de un mundo que está incorporando ideologías inspiradas por la oscuridad? ¿Cómo actuamos y respondemos ante estas realidades?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a tener fe y confianza plena en la Santísima Trinidad, y a estar preparados para responder, inspirados en el amor de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús: no permitas que nos sintamos superiores a ninguna persona; más bien, amado Señor, otórganos la humildad con el fin de llevar tu palabra, hecha acción, por donde vayamos.

Espíritu Santo: concédenos la paciencia y la confianza en tu acción divina para actuar siempre con bondad ante el mal que está presente en el mundo.

Padre eterno, por tu inmenso amor y misericordia, concede a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, la gracia de disfrutar del gozo eterno; en especial a aquellos que más necesitan de tu misericordia.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos al Señor con la lectura de una parte del salmo 49:

“El Dios de los dioses, el Señor habla: convoca la tierra de oriente a occidente. Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece. «Congréguense mis fieles, que sellaron mi pacto con sacrificio». Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo e invócame el día del peligro: yo te libraré, y tú me darás gloria.»”

Queridos hermanos: acerquémonos confiados a Nuestro Señor Jesucristo, el buen sembrador, y comprometámonos a meditar la Palabra para llevarla a la práctica mediante obras de misericordia.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.