DOMINGO DE LA SEMANA XXI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XXI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Esfuércense por entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán» (Lc 13, 24) Oración inicial Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día. Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida. Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
  1. Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 22-30 En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y pueblos enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?». Jesús les dijo: «Esfuércense por entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, se quedarán afuera y llamarán a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”; y él les contestará: “No sé quiénes son ustedes”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”. Pero él contestará: “No sé quiénes son ustedes. Aléjense de mí, malvados”. Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando vean a Abrahán, Isaac y Jacob y todos los profetas en el reino de Dios, mientras ustedes habrán sido echados fuera. Y vendrán muchos de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Miren: hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos». Palabra del Señor. ———– El pasaje evangélico de hoy se ubica en el evangelio de San Lucas, después de la parábola de la semilla de mostaza y de la parábola de la levadura. En el texto de hoy, ante una pregunta referida a cuántos se salvarán, Jesús señala con claridad que cada uno es responsable de su salvación; por ello, exhorta que, conscientes de nuestras capacidades, tomemos con seriedad esta oportunidad celestial. Irónicamente, Jesús señala que muchos de sus coterráneos no alcanzarán el reino de los cielos, ya que, habiendo recibido las enseñanzas divinas y la fe, no la ponen en práctica. En cambio, muchas personas extranjeras, que vendrán de los cuatro puntos cardinales, acogerán las enseñanzas, las pondrán en práctica y participarán del banquete celestial.
  1. Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra? El camino de la fe es exigente. Entrar por la puerta estrecha, ir por el camino de la salvación, requiere de una fe firme y decidida, aún a pesar de las dificultades que encontremos y de las caídas que experimentemos. Estar cerca de Nuestro Señor Jesucristo, comer y andar con Él, no garantiza un puesto en el banquete del cielo; es necesaria la práctica del mandamiento del amor. En el capítulo 7 de Mateo, versículo 21, Nuestro Señor Jesucristo dice: “No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo”. El llamado de Nuestro Señor Jesucristo es universal, ofrece la promesa de la salvación no solo para Israel, sino para toda la humanidad. Es una realidad futura que es viable para todos, porque todos los seres humanos tenemos vocación celestial. Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Estamos decididos a ser transformados por Nuestro Señor Jesucristo para entrar por la puerta estrecha? ¿Estamos dispuestos a participar activamente en la misión de ayudar a la salvación de los hermanos que se encuentran alejados de los preceptos cristianos? Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a no desmayar en nuestros esfuerzos para alcanzar la salvación, de la mano de Nuestra Santísima Madre. ¡Jesús nos ama!
  1. Oración
Amado Jesús, nos presentamos ante ti, decididos a seguirte, poniendo en tus manos todas las capacidades que tú mismo nos has dado. Otórganos, amado Jesús, las gracias para pasar por la puerta estrecha de la cruz y podamos compartir contigo la gloria de la resurrección. Amado Jesús, por tu infinita misericordia, mira con bondad a las almas del purgatorio y permíteles participar del banquete celestial. Padre eterno: por el ejemplo vivo de tu amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, haz que la Iglesia ayude a que toda la humanidad se acerque a tu amor misericordioso. Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
  1. Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con uno de los escritos de San Anselmo: «¡Qué gran dicha poseer el reino de Dios! ¡Qué gozo para ti, corazón humano, pobre corazón, si tú rebosaras de una dicha semejante! Y, sin embargo, si alguno a quien amaras como a ti mismo, participara de una idéntica dicha, tu gozo sería doble, porque no te gozarías por él menos que por ti. Y si dos o tres, o muchos más, poseyeran esta misma felicidad, experimentarías en ti mismo tanto gozo por cada uno, como por ti mismo, porque amarías a cada uno como a ti mismo. Así pues, en esa plenitud de amor, que unirá a los innumerables bienaventurados y en la que nadie amará al otro, menos que a sí mismo, cada uno gozará de la dicha de los demás tanto, como de la suya propia. Y el corazón del hombre, apenas capaz de contener su propio gozo, se sumergirá en el océano de dichas inmensas y numerosas. Ahora bien, sabéis que se goza de la felicidad de alguien en la misma medida en que se le ama; así, en esa perfecta bienaventuranza en la que cada uno amará a Dios incomparablemente más que a sí mismo y que a todos los demás, la felicidad infinita de Dios será para cada uno fuente de gozo incomparable». Queridos hermanos: esforcémonos para entrar por la puerta estrecha, que nuestra decisión de seguir a Nuestro Señor Jesucristo sea firme e inquebrantable, y dejemos que el Espíritu Santo nos prepare para estar fuertes en medio de las dificultades que se presentan en nuestras vidas. Que el Pan de los ángeles sea nuestro alimento en la Santa Eucaristía; que la Adoración Eucarística fortalezca nuestro diálogo íntimo con Jesús y que nuestras obras de misericordia sean siempre el firme testimonio de nuestro seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo. Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas. Oración final Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna. Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos. Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.