SÁBADO DE LA SEMANA XX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Yo les aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre» (Jn 1, 51)

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 45-51

Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret». Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe le contestó: «Ven y verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí viene un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?». Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y, añadió: «Yo les aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

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Hoy celebramos a apóstol San Bartolomé con la meditación del encuentro de Jesús con Natanael, a quien la tradición de la Iglesia identifica con San Bartolomé.

San Bartolomé, hermano de Felipe, proclamó la Palabra de Dios en la India y Armenia, donde convirtió a mucha gente. Los enemigos del cristianismo lo martirizaron quitándole la piel y cortándole la cabeza.

El pasaje evangélico de hoy, referido a la vocación de Felipe y Natanael, se ubica en el marco del texto que detalla el llamado de Jesús a sus primeros discípulos. El encuentro de Jesús con Natanael se produce después de que Jesús llamó a Andrés, a su hermano Simón Pedro y a Felipe.

Este encuentro representa resalta el llamado de Jesús a Natanael y la profesión de fe de Natanael con la expresión: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Jesús vio en Natanael sinceridad, vio un corazón sin engaño.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Así como a Natanael, Jesús nos llama a todos a salir de debajo de la higuera, a apartarnos de toda costumbre mundana, para seguirle y purificar nuestras almas.

El llamado de Jesús es claro y elocuente, pero muchas veces no lo distinguimos y dejamos que sea acallado por el ruido de las ideologías, conductas y modas que el rey de la mentira trata de imponer en el mundo.

El amor, la misericordia y la luz de las enseñanzas de Jesús son cautivadoras y nos plantean seriamente la opción a seguirle de manera radical, sea cual sea el estado de nuestras vidas.

La promesa de Jesús a Natanael sigue vigente en la actualidad; si seguimos a Nuestro Señor Jesucristo. Él, que es el Rey de reyes, el Señor de señores nos promete señales de su divinidad en esta vida y nos ofrece la vida eterna como premio a un seguimiento verdadero y fiel.

Haciendo silencio en nuestro corazón, respondamos: ¿Somos capaces de hacer una profesión de fe reconociendo a Nuestro Señor Jesucristo como dueño y señor de nuestras vidas?

Que la respuesta a esta pregunta permita reconocer el llamado amoroso e incesante de Nuestro Señor Jesucristo y nos ayude ser fieles seguidores suyos.

  1. Oración

Padre eterno, fortalece en nosotros aquella fe con la que San Bartolomé apóstol confesó y siguió a tu amado Hijo y concede a la Iglesia ser sacramento de salvación para toda la humanidad.

Amado Jesús, te suplicamos nos otorgues la sinceridad y rectitud de corazón para reconocerte a través de nuestros hermanos más necesitados y acogerte cuando te cerques a nosotros.

Espíritu Santo derrama tu santa luz para que todos los pueblos acojan las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y, abriendo su corazón al verdadero amor, decidan creer en Él.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Reina de los apóstoles, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos al Amor de los amores con la lectura de una parte del salmo 144:

“Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus proezas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinad. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad”.

Queridos hermanos: que el ejemplo de Natanael nos sea útil para confesar a Nuestro Señor Jesucristo, no solo con palabras, sino con nuestras vidas.

Hagamos el compromiso de permanecer cerca de Jesús a través de la lectura y meditación diaria de su Palabra, mediante la alimentación frecuente de nuestra alma con el Pan de los ángeles, la Adoración al Santísimo Sacramento, la oración frecuente, y la realización de obras de misericordia.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.