MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Es necesario que proclame el Reino de Dios también en los otros pueblos, para esto he sido enviado» Lc 4, 43.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta, y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, la fiebre desapareció; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias, se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «¡Tú eres el hijo de Dios!». Los increpaba y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Y al amanecer, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando, y llegando donde estaba intentaban retenerlo para que no se separara de ellos. Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el Reino de Dios también en los otros pueblos, para esto he sido enviado». Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Palabra del Señor.

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En el pasaje evangélico de hoy, las enseñanzas, curaciones y los exorcismos que lleva a cabo Nuestro Señor Jesucristo siguen dando testimonio de la autoridad divina que acompaña a sus palabras.

Las manos de Jesús y su sola presencia eran instrumentos de divinidad. Jesús curó a todos los que acudieron a Él.

La curación de la suegra de Pedro y de muchos enfermos, el exorcismo de muchas personas son las características del texto de hoy. Así mismo, la oración de Jesús en un lugar apartado donde fue encontrado por la gente que buscaba retenerlo; pero, Él, consciente de su misión, les señala que el anuncio de la Buena Nueva debe extenderse a otros pueblos.

Nuestro Señor Jesucristo tenía el hábito de la oración interior en lugares solitarios, donde se entregaba a la plegaria y a orar al Padre, y pedía por la humanidad en su condición de verdadero hombre. Jesús tenía compasión por la miseria humana y presentaba a Dios Padre todas estas penas y necesidades.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo nos muestra en esta lectura el poder total que tiene sobre las enfermedades y el mal. Quien se acerca a Él, es perdonado, sanado, liberado y recupera la dignidad de hijo de Dios.

Como apreciamos, Nuestro Señor Jesucristo anuncia el Reino de los Cielos con su ejemplo. Él fundó la Iglesia, que es el canal por el que Dios hace llegar la gracia a cada hombre que se incorpora a su Reino. Todos somos miembros de la Iglesia, unidos por la gracia del Espíritu Santo.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Buscamos momentos para orar y dialogar con Dios? ¿Somos conscientes de la misión que tenemos en nuestras vidas?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a tener clara nuestra misión en la vida; así mismo, nos ayuden a orar y agradecer a Dios por los dones recibidos.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, ayúdanos a convertir nuestra plena disposición a seguirte, en testimonios vivientes de tu Palabra; que nuestras vidas sirvan para glorificarte a través de nuestras acciones diarias, en especial, en favor de nuestros hermanos más necesitados.

Espíritu Santo, que tu santa luz ilumine nuestros corazones para ser sensibles al llamado que Nuestro Señor Jesucristo nos hace a través de sus enseñanzas.

Amado Jesús, por tu infinita misericordia, libera a las benditas almas del purgatorio y recíbelas en el Reino; y a las personas agonizantes, concédeles el perdón y la paz para que lleguen directamente al cielo.

Madre Santísima, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con la lectura de una parte del salmo 51:

«Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios por siempre jamás.

Te daré siempre gracias porque has actuado, proclamaré delante de tus fieles: “Tu nombre es bueno”».

Queridos hermanos: pidamos continuamente al Espíritu Santo la gracia de orar continuamente y la inspiración para cumplir nuestra misión en nuestras familias, comunidades, centros laborales, como habitantes de nuestra casa común.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.