JUEVES DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«No temas, desde ahora serás pescador de hombres» Lc 5, 10.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de la orilla. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Remen mar adentro, y echen las redes para pescar». Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado toda la noche trabajando y no hemos sacado nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, pescaron una gran cantidad de peces que reventaban las redes. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador».

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la cantidad de peces que habían pescado; lo mismo le pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres». Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.

 

 

 

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En el pasaje evangélico de hoy se narra el llamado de Jesús a los primeros discípulos. Con el signo de una pesca abundante, Jesús propone a Simón Pedro el desafío del llamado a seguirle de manera radical.

En el diálogo, Simón Pedro, que era un pescador experto, pone en duda las habilidades pesqueras de Jesús y, aunque no comprende el objetivo de Jesús, confía en sus instrucciones y obedece. El resultado de la faena fue sorprendente.

Simón Pedro se da cuenta que en la pesca de aquel día hubo una intervención divina, ante la cual confiesa: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Pero mientras le pide al Señor que se aleje de él, Jesús se acerca más a su corazón con un llamado vocacional: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres».

Él y sus compañeros, a pesar de sus pecados y su miedo a la santidad, son invitados a creer en el evangelio y a proclamarlo para multiplicar las personas que se acercan a Dios como en la pesca milagrosa.

Adicionalmente, en el texto, la barca representa a la Iglesia que da vida porque Jesús está en ella.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo, desde que tomó nuestra condición humana, siempre buscó discípulos, a quienes llamó “pescadores de hombres”. Y desde su gloriosa Resurrección, a través de su Santo Espíritu, sigue llamando discípulos y lo hace amorosa y misericordiosamente.

Todos los seres humanos tenemos la vocación de seguir a Nuestro Señor Jesucristo; para ello, es importante descubrir la atracción y la fuerza de su Palabra, y acercarse a Él sin temor.

Todos los seres humanos somos capaces de ser multiplicadores de la Palabra de Dios; invoquemos al Espíritu Santo para que perfile nuestra vocación de discípulos.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, contestemos: ¿Cómo respondemos a nuestra vocación de seguimiento a Jesús en nuestras familias, comunidades, trabajos, país y como habitantes de la creación de Dios?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a tener clara nuestra vocación y misión en nuestras vidas.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, con plena disposición a seguirte, concédenos la gracia de confiar siempre en tu palabra, especialmente, en los momentos más difíciles de nuestras vidas.

Amado Jesús, tú que no nos pides que seamos perfectos, sino que te sigamos confiadamente, envíanos tu Santo Espíritu para que seamos tus discípulos en la misión de hacer realidad tu amor y misericordia en nuestras familias, comunidades, trabajos y por donde vayamos.

Espíritu Santo, que tu santa luz ilumine los corazones de toda la humanidad para que cada persona identifique su vocación de seguimiento laical o consagrado a Nuestro Señor Jesucristo, y la haga realidad con una plena disposición y con la fortaleza que tú nos infundes.

Amado Jesús, misericordia pura, recibe a las benditas almas del purgatorio en tu Reino y protege a las personas agonizantes en el tránsito hacia la vida eterna.

Madre Santísima, Reina de la paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de Carlos de Foucauld:

«Toda nuestra vida, por muda que sea, la vida de Nazaret, la vida del desierto, lo mismo que la vida pública, deben ser una predicación del Evangelio con el ejemplo.

Toda nuestra existencia, todo nuestro ser debe gritar el evangelio sobre los tejados; toda nuestra persona ha de exhalar a Jesús; todos nuestros actos, toda nuestra vida deben gritar que pertenecemos a Jesús (…) todo nuestro ser debe ser una predicación viva, un reflejo de Jesús, un perfume de Jesús, algo que grita a Jesús, que hace ver a Jesús, que brilla como una imagen de Jesús».

Queridos hermanos: estemos atentos para que la incredulidad que promueve el mundo no nos paralice y, con la invocación y ayuda del Espíritu Santo, nuestra fe se fortalezca y podamos ser discípulos de Nuestro Señor Jesucristo por donde vayamos.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.