SÁBADO DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros» Lc 6, 3-4.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 1-5

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: «¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». Jesús les replicó: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros». Y añadió: «El Hijo del hombre es señor del sábado».

Palabra del Señor.

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Este texto se ubica luego del pasaje sobre el ayuno que meditamos ayer. El evangelio de hoy trata sobre una de las varias discusiones que tuvo Jesús con los fariseos sobre el descanso del sábado, específicamente, cuando Él y sus discípulos atravesaban un sembrado de trigo y algunos discípulos sintieron hambre y tomaron algunas espigas y comenzaron a comer sus granos.

Los fariseos increparon a Jesús diciéndole que dicha conducta estaba prohibida. Señalaban que las faenas de recolección infringían el reposo del día sábado. Jesús defiende a sus discípulos recordando a los acusadores que la misma Escritura mostraba un ejemplo similar, el de David y sus compañeros cuando sintieron hambre; de esta manera, Jesús hace una interpretación auténtica de la Ley.

Los judíos, que no recordaban dicho episodio de David, callaron y no pudieron replicar. Jesús fue, incluso, más allá, indicándoles que “el hijo del hombre es Señor del sábado”.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En el pasaje de hoy, Jesús, en su infinito amor y misericordia, siempre pone la vida en primer lugar; en especial, las necesidades humanas fundamentales. En el amor de Dios, todo tiene que servir para el bien de la humanidad, toda ley que no permite el desarrollo humano, tiene que ser cuestionada y reformulada.

Nuestro Señor Jesucristo, con un amplio conocimiento de las Escrituras, interpreta el espíritu de la Ley en base al amor misericordioso de Dios Padre y de su propio amor por la humanidad.

Este hecho es aleccionador para nosotros, Nuestro Señor Jesucristo nos invita a leer la Palabra y a familiarizarnos con ella con el fin de defender nuestra fe, seguir sus enseñanzas y proclamar su amor a través de nuestras vidas.

En un mundo en el que el relativismo moral y religioso van ganando terreno, debemos asumir el desafío de la defensa de nuestra fe a través de la lectura orante de la Palabra y de una práctica caritativa del amor de Dios.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Leemos y meditamos la Palabra de Dios con frecuencia? ¿Asistimos a la Santa Eucaristía como debe acudir todo hijo de Dios?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos animen a descubrir los tesoros maravillosos de la Palabra de Dios y a vivir el encuentro con Dios vivo a través de la Eucaristía.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, con plena disposición a seguirte, concédenos la gracia de superar todo prejuicio y obrar siempre con caridad y amor, en todo tiempo y lugar, en especial, en favor de nuestros hermanos que tienen mayores necesidades espirituales y materiales.

Espíritu Santo ilumina el alma de todas las personas para que practiquemos con intensidad y fidelidad las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amado Jesús, concede a los difuntos de todo tiempo y lugar tu misericordioso amor para que lleguen al banquete celestial; y no dejes que las almas de las personas moribundas se extravíen, para que lleguen a tu Reino.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo la lectura de una parte del salmo 53:

«Oh Dios, sálvame por tu santo nombre, sal por mí con tu poder. Oh Dios, escucha mi súplica, atiende mis palabras; porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte sin tener presente a Dios.

Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida.

Te ofreceré un sacrificio voluntario dando gracias a tu nombre, que es bueno; porque me libraste del peligro y he visto la derrota de mis adversarios».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de realizar una lectura orante de la Palabra de Dios, de asistir a la Santa Eucaristía, de agradecer y dialogar con Nuestro Señor Jesucristo a través de la Adoración al Santísimo Sacramento, y de rezar el Santo Rosario con la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre María.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.