LUNES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«A ver si me escuchan bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener» Lc 8, 18.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 8, 16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para los que entren vean la luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escuchan bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

Palabra del Señor.

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Hoy celebramos a San Pío de Pietrelcina, sacerdote franciscano, que en 1918 recibió la gracia de la transverberación del corazón y los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo, que llevó en su cuerpo de manera visible durante cincuenta años.

Francesco Forgione nació en Pietrelcina, en la región italiana de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Ingresó a la orden los Hermanos Menores Capuchinos el 6 de enero de 1903; fue ordenado sacerdote en la catedral de Benevento el 10 de agosto de 1910. El 28 de julio de 1916 pasó a San Giovanni Rotondo, en Apulia, sirviendo al pueblo de Dios con oración y humildad mediante la dirección espiritual de los fieles, la reconciliación de los penitentes y el cuidad esmerado a los enfermos y a los pobres. Murió el 23 de setiembre de 1968; fue beatificado y canonizado por San Juan Pablo II en 1999 y 2002, respectivamente.

En el pasaje evangélico de hoy, Jesús señala claramente que la luz del evangelio y de la fe que se ha recibido con plena libertad, disposición y humildad, debe ser comunicada y compartida. Quien solo la atesora, sin compartirla, perderá todo, incluso, hasta lo que aparenta tener.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Tal como reza el salmo: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”.

Uno de los mejores frutos de la lectura orante de la Palabra de Dios es que ella se convierta en luz interior y exterior para las personas que la meditan y la hacen realidad.

Hermanos: todos los dones espirituales y materiales que hemos recibido debemos emplearlos para la gloria de Dios a través del apoyo y edificación de nuestros semejantes, y no debemos esconderlos como aquel servidor que guardó el talento bajo tierra y no lo invirtió como debía, en la parábola de los talentos, en Lucas, capítulo 19, versículos 11 al 27, y en Mateo, capítulo 25, versículos 14 al 30.

Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, es conveniente que nos preguntemos: ¿Somos conscientes de los talentos que Dios nos ha otorgado para hacer realidad su proyecto de salvación en nosotros y nuestros semejantes? ¿Utilizamos nuestros dones adecuadamente o los escondemos?

Hermanos, que las respuestas a esta pregunta nos impulsen emplear nuestros dones en favor de las personas con mayores necesidades espirituales y materiales.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Dios Padre, todopoderoso y eterno, que concediste a san Pío de Pietrelcina la gracia singular de participar en la cruz de tu Hijo, y por su ministerio renovaste las maravillas de tu misericordia, concédenos por su intercesión, que, compartiendo los sufrimientos de Cristo, lleguemos felizmente a la gloria de resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Padre eterno, perdona a los pecadores sus delitos y admite en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro.

Padre Pío, incansable confesor de las almas, intercede ante Nuestro Señor Jesucristo para que acudamos arrepentidos al sacramento de la penitencia y progresemos por caminos de santidad, siendo luz en medio del mundo.

Padre Pío, tú que considerabas a la oración con un bello gesto de amor, intercede ante la Santísima Trinidad para que escuche nuestras oraciones por la Iglesia, por los enfermos, por la santificación de nuestros trabajos y por la salvación de toda la humanidad.

¡Dulce Madre, María!, Madre celestial, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo a través de la lectura de un escrito de San Pío de Pietrelcina:

“Jesús se complace en comunicarse con las almas sencillas; esforcémonos en adquirir esta hermosa virtud, tengámosla en gran aprecio. Jesús dijo: «Si no os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos». Pero, antes de enseñarnos esto con palabras, lo había practicado él mismo con los hechos. Se hizo niño y nos dio ejemplo de aquella sencillez que después enseñó también con palabras. Desterremos de nuestro corazón la prudencia humana, teniéndola muy lejos del corazón. Esforcémonos por tener siempre una mente pura en sus pensamientos, recta en sus ideas, siempre santa en sus intenciones.

Mantengamos siempre una voluntad que no busque otra cosa que a Dios y su gloria. Si nos esforzamos por avanzar en esta hermosa virtud, el que nos la enseñó nos enriquecerá siempre con nuevas luces y mayores dones celestiales.

Tengamos siempre ante los ojos de la mente nuestra condición de sacerdotes y, hasta que no lleguemos a decir con San Pablo a todos, sin miedo a mentirles: «Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo», no dejemos de progresar continuamente en esta hermosa virtud de la sencillez.

Pero no daremos un solo paso en esta virtud, sino intentamos vivir en una paz santa e inalterable. Dulce es el yugo de Jesús, su peso ligero; por eso, no dejemos al enemigo que se insinúe a nuestro corazón para arrebatarnos esta paz”.

Queridos hermanos: pidamos diariamente la intervención del Espíritu Santo para que nos conceda la gracia reconocer los dones que Dios nos ha confiado y emplearlos de acuerdo a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Acompañemos esta petición con la oración frecuente y la meditación diaria de la Palabra, con el fin de conocer más a Nuestro Señor Jesucristo. Así mismo, que la Santa Eucaristía, pan de los ángeles, sea nuestro alimento del alma.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.