MARTES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica» Lc 8, 21.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 8, 19-21

En aquel tiempo, la madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte». Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».

Palabra del Señor.

 

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El pasaje evangélico de hoy se ubica después del texto denominado la luz de la lámpara, en el que Jesús señala que la luz del evangelio y de la fe que se ha recibido debe ser comunicada y compartida. Quien no la comparte, perderá todo, incluso, hasta lo que aparenta tener.

La lectura de hoy trata sobre el nuevo parentesco de Jesús. La nueva familia de Jesús escucha la palabra y la cumple. Las palabras de Jesús no menosprecian el amor de su madre y de su familia, sino que lo elevas al nivel del mandamiento del amor de Dios.

Esto ocurre en un ambiente social en el que la tradición familiar no tenía una apertura amplia a la formación de comunidades. Por eso, cuando la familia intenta apropiarse de Jesús, Él reacciona y amplía la familia a un nivel celestial.

María, Nuestra Santísima Madre, realiza un discernimiento profundo para convertirse también en seguidora de Jesús, con fe y renuncias para ponerse al servicio de Dios.

María, Nuestra Santísima Madre, es madre de Jesús, no solo porque le dio la vida humana, sino porque oyó y puso en práctica la Palabra de Dios.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Como Pedro, en San Juan, capítulo 6, versículos 68 y 69, confesemos también: “Señor, ¿a quién iremos? Si solo tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Santo de Dios”

Si escuchamos la Palabra de Dios con fe y la llevamos a la práctica, formaremos parte de la familia de Nuestro Señor Jesucristo, nos unirá a Él un nuevo parentesco, el de la comunidad celestial. Esta familiaridad se hace realidad cumpliendo la voluntad de Dios.

El mundo promueve abiertamente que pongamos en primer lugar, y antes que Dios, una serie de afectos a algunas personas a quienes se les considerada “ídolos” musicales, artísticos en general, deportivos, políticos, etc. Frente a esta situación, nuestro desafío es permanecer firmes y unidos a Nuestro Señor Jesucristo a través de la lectura, meditación y cumplimiento de su palabra.

Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, es conveniente que nos preguntemos: ¿Leemos y/o escuchamos de corazón la Palabra de Dios? ¿Somos conscientes de que el amor de Dios crea vínculos más fuertes que los de la sangre? ¿Cómo realizamos nuestro seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo armonizando nuestras relaciones familiares y comunitarias?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a evitar que algunos afectos terrenales se conviertan en algo más importante que Dios en nuestras vidas.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Dios Padre, todopoderoso y eterno, concédenos la gracia de vivir siempre como hijos tuyos en la escucha y cumplimiento de tu Palabra en la que derrochas amor y misericordia.

Padre eterno, te suplicamos perdones a los pecadores sus delitos y admite en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro. Protege Señor a las almas de los agonizantes en el tránsito a la vida eterna en tu reino.

Amado Jesús, tú tienes palabras de vida eterna, aquí estamos Señor para seguirte, con nuestras virtudes y miserias, aquí estamos Señor, dispuestos a seguirte sin desmayar. Infunde en nuestros corazones la fortaleza y los dones de tu Santo Espíritu para nunca desmayar, ni en el momento extremo de nuestras vidas.

¡Dulce Madre, María!, Madre celestial, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios a través de la lectura de una parte del salmo 121:

“¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén: “Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios”.

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: “La paz contigo”. Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien”.

Queridos hermanos: pidamos diariamente la intervención del Espíritu Santo para que nos conceda la gracia de hacer realidad las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y, así, formar parte la familia celestial.

Acompañemos esta petición con la asistencia frecuente a la Santa Eucaristía, a Adoración Eucarística y el rezo del Santo Rosario.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.