LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
«No lleven nada para el camino: ni bastón y alforja, ni pan ni dinero; tampoco lleven túnica de repuesto. Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel sitio. Y si no los reciben, al salir de aquel pueblo, sacudan el polvo de los pies, como testimonio contra ellos» Lc 9, 3-5.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.
Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.
Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 1-6
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino: ni bastón y alforja, ni pan ni dinero; tampoco lleven túnica de repuesto. Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel sitio. Y si no los reciben, al salir de aquel pueblo, sacudan el polvo de los pies, como testimonio contra ellos». Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando el Evangelio y curando enfermos por todas partes.
Palabra del Señor.
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El pasaje evangélico de hoy se ubica después del texto de la curación a la hemorroísa y cuando Jesús resucita a una niña.
La lectura de hoy trata sobre la “misión de los Doce” que también se encuentra en los otros evangelios sinópticos, el de Mateo y Marcos. Se llaman sinópticos, del griego “sinopsis”, que significa “visión conjunta”, porque presentan la misma perspectiva sobre la vida y predicación de Jesús, y narran los mismos hechos.
En el texto, Jesús, con autoridad divina, inviste a sus discípulos y los envía a predicar el Reino de los cielos. Sus apóstoles habían vivido con Jesús y habían escuchado sus enseñanzas y estaban en condiciones de repetirlas y trasmitirlas, fundamentalmente, el contenido del Sermón de la Montaña, ubicado en Mateo, capítulo 5, versículos 1 al 16, y también en Lucas, capítulo 6, versículos 17 al 19.
Les da poder sobre todos los demonios y también para curar enfermedades. Las instrucciones que Jesús imparte tienen como fin hacer comprender a los Doce que el actor principal de la misión es Dios Padre y que deben confiar absolutamente en su providencia y entregarse completamente a esta obra divina, despreocupándose de lo que puedan necesitar en el camino. El éxito de esta misión descansa en la fe que ellos tengan de Dios y Él, a su vez, actuará en el corazón de la gente que los escuche.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
La misión que realizaron los doce apóstoles fue eficaz, ellos dieron a conocer el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Muchos de ellos sufrieron torturas y muerte, pero el Evangelio de Dios llega a nosotros después de dos mil años y nuestra Iglesia prosigue con esta misión.
La misión de los consagrados y de los laicos, de ser testimonio vivo de la Palabra de Dios, tiene que ver con el equipaje, la hospitalidad y la conducta del misionero. Hay que tener desapego a las cosas terrenales, aceptar lo que las personas nos ofrecen y debemos comportarnos con humildad y severidad cuando corresponda.
Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, respondamos: ¿En nuestro seguimiento a Jesús, tenemos desapego a las cosas materiales? ¿Rezamos por las personas que tienen más necesidades espirituales y materiales?
Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a purificar nuestro seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo.
Jesús nos ama.
- Oración
Dios Padre, concede los dones apostólicos a todos los consagrados de la Iglesia para que, fieles al envío de Nuestro Señor Jesucristo, anuncien el Evangelio, curen a los enfermos y liberen a las personas de sus males físicos y espirituales.
Padre eterno, te suplicamos admitas en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro. Protege Señor a las almas de los agonizantes para que lleguen a tu reino.
Amado Jesús, ven a nuestra vida, queremos seguirte, envíanos tu Santo Espíritu para dejar las comodidades y te pongamos como fundamento de nuestras vidas. Atráenos fuertemente hacia ti, para que podamos caminar a la luz de tu Palabra y transmitir tu mensaje de amor y misericordia a todos nuestros hermanos en el mundo.
Amado Jesús, otórganos la fe y fortaleza para no desfallecer en nuestra misión, para que, cuando nos llames, podamos llegar a tu Reino de amor y de paz, donde tú nos esperas.
¡Dulce Madre, María!, Madre celestial, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios a través de la lectura de una parte del Cántico de Tobit, capítulo 13, versículos 1 al 4 y 6 al 7:
“Bendito sea Dios, que vive eternamente, y bendito sea su reinado. Él castiga y tiene compasión, hunde en el Abismo y levanta. Nadie escapa de su mano.
Celébrenlo ustedes, israelitas, ante los paganos, porque él nos dispersó entre ellos. Allí les mostró su grandeza. Denle gloria delante de todos los vivientes. Porque él es nuestro Señor y Dios, nuestro Padre eternamente.
Si se convierten a él de todo corazón y con toda el alma, siendo sinceros con él, entonces él se volverá a ustedes y no les ocultará su rostro. Miren cómo los va a tratar y celébrenlo en voz alta. Bendigan al Señor de la justicia me confieso a él: y glorifiquen al Rey de los siglos”.
Queridos hermanos: pidamos diariamente la intervención del Espíritu Santo para que nos conceda los dones apostólicos que nos permitan, en el Santísimo Nombre de Jesús, acercar a nuestros hermanos al amor y a la misericordia de Dios.
Acompañemos esta petición con la asistencia frecuente a la Santa Eucaristía, a Adoración Eucarística y el rezo del Santo Rosario.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.