VIERNES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Y Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro tomó la palabra y dijo: “Tú eres el Mesías de Dios”» Lc 9, 20.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 18-22

Una vez Jesús estaba orando solo, en compañía de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le contestaron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros, que Elías y otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas». Y Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías de Dios». Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

Palabra del Señor.

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Hoy celebramos a San Vicente de Paul, vivió entre los años 1580 y 1660. Fue proclamado santo en 1737 por Clemente XII. Fundó la primera Confraternidad de la Caridad para tender a los más necesitados, con la certeza de que Jesús y los pobres son los tesoros más valiosos para la Iglesia.

El texto de hoy se conoce como la “confesión de Pedro”, que también se puede ubicar en Mateo, capítulo 16, versículos 13 al 20, y en Marcos, capítulo 8, versículos 27 al 30.

Se aprecia que había muchos rumores sobre Jesús, algunos lo señalaron como un antiguo profeta. La gente no tenía una percepción clara sobre su identidad, aunque su fama se había extendido por toda la región.

Ante este panorama, Jesús deseaba conocer, de boca de sus propios discípulos, si habían comprendido quién era Él. Pedro responde por todos los discípulos: Jesús es el Mesías de Dios, el Ungido.

En el evangelio de Lucas se menciona la prohibición de Jesús a sus discípulos de difundir su verdadera identidad, porque Jesús no deseaba que su identidad se revele a quienes no entienden ni quieren entender su acción misericordiosa. Sin embargo, Lucas no presenta la siguiente parte del diálogo de Jesús con Pedro, que termina con una dura reprimenda, cuando Pedro se opone a la decisión de Jesús de llevar adelante su misión salvadora a través de la cruz.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

La pregunta de Jesús a sus apóstoles es también una interpelación para todos nosotros y para toda la humanidad. En la actualidad, veintiún siglos después, la pregunta sigue vigente para todos los cristianos con la finalidad de que demos razón de nuestra fe en Nuestro Señor Jesucristo, y de su proyecto de vida eterna.

La confesión de Pedro es el punto de llegada y, a la vez, el punto de partida para la etapa siguiente de formación espiritual de los apóstoles, porque no basta profesar a Jesús de palabra, hay que profesarlo con las obras de misericordia.

Hermanos: cada uno de nosotros está llamado a responder ¿Quién es Jesús? Las respuestas no deben considerar nuestros conocimientos sobre Él, sino que debemos abrir nuestro corazón al misterio del Amor de los amores, con el fin de llegar, como Pedro, a comprender que Nuestro Señor Jesucristo es la fuente de la misericordia y de la sanación integral de toda la humanidad, que Él es la salvación para todos.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Padre eterno, que llenaste de virtudes apostólicas a san Vicente de Paul para la salvación de los pobres y la formación del clero, te rogamos nos concedas que amemos como él amó y podamos practicar sus enseñanzas.

Amado Jesús, te rogamos envíes tu Santo Espíritu para que realicemos una profesión de fe que se convierta en un seguimiento firme y cotidiano en nuestras familias, comunidades, centros de estudios y trabajo, y por donde vayamos.

Amado Jesús, que la comprensión de tu mensaje de amor y misericordia nos lleve a la realización de obras de misericordia en favor de nuestros hermanos más necesitados espiritual y materialmente.

Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.

¡Dulce Madre, María!, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: repitamos en nuestro corazón, a plena voz y en nuestro corazón: «Amado Jesús: Tú eres el Mesías de Dios».

Hermanos: contemplemos a Dios a través de la lectura de un escrito de San León Magno:

“Todo ello es fruto, amados hermanos, de aquella confesión que, inspirada por Dios Padre en el corazón de Pedro, supera todas las incertidumbres de las opiniones humanas y alcanza la firmeza de la roca que no será nunca cuarteada por ninguna violencia.

En toda la Iglesia, Pedro confiesa; “Tú eres el Cristo, el hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16), y toda lengua que confiesa al Señor está guíada por el magisterio de esta confesión”.

Queridos hermanos: confesar que Nuestro Señor Jesucristo es el Mesías de Dios, equivale a confesar toda nuestra fe; pues, como manifiesta Cirilo de Alejandría, es confesar que Jesús es Dios, la encarnación de Dios, el crucificado y el resucitado.

Pidamos la intervención del Espíritu para conocer los misterios de amor de Nuestro Señor Jesucristo, y ayudar a que nuestros hermanos lo conozcan también. Hagamos el compromiso de leer, meditar y convertir en acción evangelizadora la Palabra de Dios. Acompañemos este compromiso con la asistencia frecuente a la Santa Eucaristía, a la Adoración Eucarística y no dejemos de rezar el Santo Rosario.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.