DOMINGO DE LA SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado junto a la puerta, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse con lo que tiraban de la mesa del rico» (Lc 16, 20-21) Oración inicial Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día. Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida. Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
  1. Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 19-31 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro estaba echado junto a la puerta, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que de murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio desde lejos a Abrahán, y a Lázaro junto a él, y, gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. Pero Abrahán le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males; por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia ustedes, y no puedan pasar de allí hasta nosotros”. El rico insistió: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento”. Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”. El rico contestó: “No, padre Abrahán: Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni, aunque resucite un muerto”». Palabra del Señor.     ———– En la lectura de hoy, Jesús enuncia la parábola del rico injusto y Lázaro. Un hombre rico, con el corazón endurecido por el egoísmo y la soberbia, no sentía conmiseración por el estado de pobreza de Lázaro, pese a que conocía sus necesidades. Jesús muestra el destino final de cada uno: por un lado, el hombre rico que hizo mal uso de sus riquezas, paga con tormentos su comportamiento; y, por el otro lado, el hombre pobre, que sufrió mucho en su vida terrenal, recibe el maravilloso consuelo de Dios en el cielo. De esta manera, Jesús advierte sobre la imposibilidad de seguir a Dios y al dinero.
  1. Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra? El mensaje de la lectura es contundente: Jesús señala claramente su preferencia por los pobres, los enfermos, por los débiles e indefensos, por los que tienen pocas o nulas posibilidades de cubrir sus necesidades fundamentales. El texto es una exhortación a nuestras conciencias para no descuidar nuestro compromiso cristiano con los desamparados, con el fin de que despertemos de nuestra indiferencia ante la presencia oculta del Rey de reyes en los rostros doloridos de los más necesitados. La lectura interpela nuestra conciencia en relación al uso que damos a los bienes que poseemos y nos exhorta a amar, en primer lugar, a Jesús a través del prójimo. En este sentido, es conveniente que tengamos presente todas las obras de misericordia que podemos realizar. El seguimiento a Jesús es incompatible con el mal uso de los bienes materiales y del dinero, los cuales son dones que Dios nos ha confiado para que los pongamos al servicio de su obra de salvación. En este sentido, el amor de Dios es el que transforma e inspira la caridad y la solidaridad, y es Dios quien le concede a Lázaro aquel destino maravilloso que sigue la lógica divina de las bienaventuranzas. Hermanos: con estas reflexiones y consideraciones, es conveniente que proyectemos la parábola a nuestra vida y respondamos de corazón: ¿Tengo algunos despilfarros que puedo evitar para realizar obras de misericordia? ¿Cuáles son las obras de misericordia corporal y espiritual que realizo? ¿Identifico la presencia de Jesús en el rostro de los más necesitados? Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a seguir y a servir a Nuestro Señor Jesucristo haciendo un uso adecuado de los dones espirituales y materiales que Dios nos ha otorgado, demostrando amor y solidaridad por nuestros hermanos más necesitados. ¡Jesús nos ama!
  1. Oración
Amado Jesús, por el amor que nos tienes, te pedimos nos otorgues y fortalezcas la virtud de la generosidad para con nuestros hermanos más necesitados. Amado Jesús, haz que recibamos de tu Santo Espíritu la gracia de amar al prójimo como a nosotros mismos, inspirándonos caridad y solidaridad. Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
  1. Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios Padre con uno de los escritos de San Agustín: «¿Acaso aquel hombre fue transportado por los ángeles recompensando su pobreza y, por el contrario, el rico fue enviado al tormento por el pecado de sus riquezas? En el pobre se patentiza glorificada la humildad y en el rico condenada la soberbia. En el rico no fue atormentada la riqueza, sino la soberbia. Sin duda que el pobre fue llevado al seno de Abrahán; pero del mismo Abrahán, dice la escritura, que poseyó en este mundo abundante oro y plata y que fue rico en la tierra. Si el rico es llevado a los tormentos ¿cómo Abrahán había precedido al pobre a fin de recibirlo en su seno? Porque Abrahán, en medio de las riquezas, era pobre, humilde, cumplidor de todos los mandamientos y obediente. Hasta tal punto tuvo en nada las riquezas que se ordenó por Dios inmolar a su hijo para quien las conservaba. Aprended a ser ricos y pobres, tanto los que tenéis algo en este mundo, como los que no tenéis nada. Pues también encontráis al mendigo lleno de soberbia y al acaudalo que se humilla. Dios resiste a los soberbios, ya estén vestidos de seda o de andrajos; pero da su gracia a los humildes ya tengan algunos haberes mundanos, ya carezcan de ellos. Dios mira al interior, allí pesa, allí examina». Queridos hermanos: en primer lugar, recordemos cuáles son las obras de misericordia corporales y espirituales que podemos realizar en favor de los principales destinatarios de las bienaventuranzas. Hagamos el compromiso de llevar a cabo, continuamente, obras de misericordia y de dar un uso adecuado a los bienes materiales y espirituales que Dios nos ha dado. Así mismo, comprometámonos a analizar si en nuestras actividades cotidianas producimos derroche en el uso de los bienes materiales que el Señor nos ha otorgado y confiado. También, de manera deliberada, realizaremos obras de misericordia con los bienes materiales y espirituales que Dios nos ha dado. Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas. Oración final Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna. Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos. Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.