LUNES DE LA SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Porque el más pequeño de ustedes es el más importante» Lc 9, 48.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Porque el más pequeño de ustedes es el más importante».

Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu Nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir». Jesús le respondió: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».

Palabra del Señor.

———–

Hoy celebramos a San Jerónimo, doctor de la Iglesia, un santo apasionado por las Escrituras, que tenía el firme convencimiento de que la vida del ser humano debe estar siempre de acuerdo con la Palabra divina, ya que, viviéndola, se puede comprender.

Nació en Estridón en el año 347, en medio de una familia cristiana, y murió el 30 de setiembre del 420. Tras ser bautizado en el año 386, se dedicó a una vida ascética; vivió como eremita en Oriente. Estudió griego y hebreo, y transcribió códices y obras patrísticas. En el año 382, en Roma, fue elegido por el papa Dámaso, secretario y consejero; posteriormente logró la traducción latina de los textos bíblicos, “La Vulgata”.

El pasaje evangélico de hoy se encuentra después del segundo anuncio de la Pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y se denomina “¿Quién es el más importante?”.

En el texto encontramos dos enseñanzas: la primera se refiere a cuál debe ser la actitud de quienes acogen a Jesús y a Dios Padre y, la segunda, está relacionada con los que predicaban y realizaban signos en nombre de Jesús, que sí habían comprendido el origen divino de la fuerza que los acompaña. Sin embargo, los discípulos evidencian que han entendido muy poco o casi nada sobre la realidad del reino de los cielos; mientras que Jesús corta los deseos de vanagloria de sus discípulos y resalta que el poder divino sobre los demonios se extiende más allás de los apóstoles.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

San Jerónimo nos enseña que la lectura orante y el diálogo con la Palabra, forma parte de la presencia de Dios entre nosotros. En este diálogo, es fundamental la invocación al Espíritu Santo y la oración.

En este sentido, el pasaje evangélico de hoy ilumina, ya que Nuestro Señor Jesucristo pone en alto relieve la humildad, la inocencia y la transparencia de un niño como modelo a seguir.

En este mundo, la búsqueda de los primeros lugares es una realidad humana; el más importante es aquel que tiene poder, dinero, cargos. En cambio, para Jesús, el más importante es aquel que no se encuentra en el catálogo mundano: los marginados, los perseguidos y despreciados.

Hermanos: con estas reflexiones y consideraciones, es conveniente que proyectemos la parábola a nuestra vida y respondamos de corazón: En nuestro medio, ¿contribuimos a convertir la competitividad en cooperación?

Que nuestras respuestas sirvan para que, con la ayuda del Espíritu Santo, podamos ver las cosas con los ojos de Nuestro Señor Jesucristo, con la luz de la Palabra.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Padre eterno: tú que concediste a San Jerónimo una estima tierna y viva por las Sagradas Escrituras, haz que la humanidad se alimente de tu Palabra con mayor abundancia, y encuentre en ella la fuente de la verdadera vida.

Amado Jesús, tú que quieres que acojamos, por tu amor y misericordia, a los más pequeños y humildes, sánanos de la soberbia y del egoísmo para que te sigamos con humildad.

Espíritu Santo, luz que penetras las almas, haz que nuestro corazón comprenda que la fe, la esperanza, el amor, la misericordia y la humildad son los valores fundamentales para nuestra vida cristiana.

Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen al banquete celestial.

¡Dulce Madre, María!, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios a través de la lectura de la profecía de Zacarías, capítulo 8, versículos del 1 al 8:

«En aquellos días, vino la palabra del Señor del universo, diciendo:

Así dice el Señor del universo: Siento gran celo por Sión y ardo de pasión por ella. Esto dice el Señor: Volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará ‘Ciudad Fiel’, y el monte del Señor del universo. ‘Monte Santo’.

Esto dice el Señor del universo: De nuevo se sentarán en las calles de Jerusalén ancianos y ancianas, hombres que, de viejos, se apoyan en bastones, pues su vida será muy larga. Las calles de Jerusalén se llenarán de niños y niñas que jugarán en la calle.

Esto dice el Señor del universo: Si el resto de este pueblo lo encuentra imposible aquel día, ¿será también imposible a mis ojos? – Oráculo del Señor del universo -.

Esto dice el Señor del Universo: Aquí estoy yo para salvar a mi pueblo de oriente a occidente, y los traeré para que habiten en medio de Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios con verdad y con justicia».

Queridos hermanos: en este día de San Jerónimo, en el mes de la Biblia, setiembre, hagamos el compromiso de que la Palabra de Dios sea una fuente de luz para nuestro camino. Que la lectura orante de la Palabra sea parte de nuestro alimento celestial de todos los días. De la misma manera, acudamos frecuentemente a la Santa Eucaristía, a la Adoración Eucarística y al rezo del Santo Rosario.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.