MARTES DE LA SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera» Mt 11, 29-30.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 51-56

Cuando ya se acercaba el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de subir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. De camino, entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y les reprendió. Y se fueron a otro pueblo.

Palabra del Señor.

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Hoy celebramos a Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, fiel testimonio de confianza filial en Dios. Para ella, el amor tiene un rostro: Jesús. Teresa es uno de los “pequeños” del evangelio que se deja transportar por Jesús a las profundidades de su misterio de amor.

Nació en Alenzón en 1873; en 1877; después de la muerte de su mamá, se traslada con su familia a Lisieux. A los 14 años tomó la decisión de consagrarse a Dios, para lo cual pidió la autorización del papa León XIII, ingresando en 1888 al monasterio de las carmelitas descalzas de Lisieux, donde hizo su profesión religiosa a los 17 años.

Murió en 1897, fue beatificada en 1923 y canonizada en 1925 por Pío XI. Escribió más de 200 cartas, 62 poemas, 21 oraciones y 8 recreaciones piadosas.

En el pasaje evangélico del día de hoy, Jesús, de manera valiente y firme, decide ir a Jerusalén. Para llegar allá, desde la región de Galilea, había que pasar por una zona de samaritanos.

En el camino es rechazado en un poblado samaritano. Aun cuando sus discípulos Santiago y Juan reaccionaron airadamente y con resentimiento, Jesús decidió tomar el camino de la paz y el amor misericordioso por aquellas personas que lo rechazaron.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Santa Teresa del Niño Jesús es un bello ejemplo de abandono en los brazos del Señor, con la fe de un niño pequeño, porque Nuestro Señor Jesucristo nos pide abandono y gratitud.

Al igual que Nuestro Señor Jesucristo, nosotros debemos tomar decisiones cada día y, para muchas de ellas, requerimos valentía y firmeza a fin de enfrentar las consecuencias de dichas decisiones. En muchos casos, hemos enfrentado y nos enfrentaremos al rechazo y nuestra respuesta debe tener una buena dosis de paciencia y, fundamentalmente, de misericordia.

La misericordia es un precepto obligatorio. Nosotros debemos ser misericordiosos con los demás, aunque los demás no sean misericordiosos con nosotros. Debemos de cultivar la virtud de la humildad y pedir al cielo la gracia de la misericordia; ya que, quien es plenamente consciente de la misericordia infinita que Dios tiene con nosotros, podrá ser misericordioso con el prójimo.

Hermanos: con estas reflexiones, es conveniente que proyectemos la parábola a nuestra vida y respondamos: ¿Cómo enfrentamos los rechazos y dificultades por haber elegido seguir a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Sentimos resentimiento por las personas que nos rechazan?

Que nuestras respuestas sirvan para que, con la ayuda del Espíritu Santo y nuestra plena disposición de seguir a Nuestro Señor Jesucristo, seamos humildes y misericordiosos con el prójimo.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Padre eterno: tú que preparas tu reino para los humildes y los sencillos, concédenos seguir confiadamente el camino de Santa Teresa del Niño Jesús para que, con su intercesión, podamos tener un corazón abierto al perdón y a la fraternidad.

Amado Jesús, que el gozo y la alegría de tu Resurrección, nos impulse a servir a tu Iglesia desde nuestras propias realidades, sin temer a los que se oponen a la verdad.

Concédenos, Jesús amado, que podamos ver tu rostro en cada persona, especialmente, en los que más necesitan de nuestro cariño y comprensión.

Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen al banquete celestial.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios a través de la lectura de un escrito de Santa Teresa del Niño Jesús:

 

Jesús, ¡con qué humildad, oh divino Rey de la gloria, os sometéis a vuestros sacerdotes sin hacer distinción alguna entre los que os aman y los que son, por desgracia, fríos y tibios en vuestro servicio!

¡Ya pueden adelantar o retrasar la hora del santo sacrificio, estáis siempre pronto a descender del cielo a su llamada! … ¡Oh, Amado mío, qué dulce y humilde de corazón me parecéis bajo el velo de la blanca hostia! No podéis abajaros más para enseñarme la humildad. Por eso, para responder a vuestro amor, quiero desear que las hermanas me pusieran en el último lugar, participar de vuestras humillaciones a fin de tener parte con vos en el reino de los cielos

Pero conocéis, Señor, mi debilidad; cada mañana tomo la resolución de practicar la humildad y por la noche reconozco haber cometido muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también orgullo. Quiero, por tanto, Dios mío, fundar mi esperanza solo en vos. Puesto que todo lo podéis, dignaos en hacer nacer en mi alma la virtud que deseo. Para obtener esta gracia de vuestra infinita misericordia, os repetiré muchas veces: «Jesús, manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al vuestro».

Queridos hermanos: en este día de Santa Teresa del Niño Jesús, hagamos el compromiso de pedir al Espíritu Santo las gracias de la humildad, la misericordia y el amor fraterno, realizando obras de misericordia y viendo en cada hermano necesitado, el rostro de Nuestro Señor Jesucristo.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.