LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
«Den más bien, como limosna, lo que tienen dentro y todo será puro» Lc 11, 41.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.
Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.
Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 37-41
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Ustedes los fariseos, limpian por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Den más bien, como limosna, lo que tienen dentro y todo será puro».
Palabra del Señor.
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Hoy celebramos a Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia. Nació en 1515 en Ávila. Desde niña sintió una mística exaltación y, a los 12 años, luego de la muerte de su madre, estaba convencida de su vocación religiosa. A los 19 años hizo su profesión en el convento de la Encarnación de Ávila.
En 1560 reformó la orden carmelita y, con San Juan de la Cruz, fundó los Carmelitas descalzos. Escribió su vida, además de “Camino de perfección” y “El castillo interior”. Murió en 1582; fue canonizada en 1622 por Gregorio XV. En 1970, el papa Pulo VI le reconoció el título de doctora de la Iglesia.
En sus obras, Teresa resalta la presencia y la acción amorosa y misericordiosa de Dios en su vida. Destaca que las virtudes evangélicas de la pobreza, la humildad, la caridad y la oración son la base de sus enseñanzas.
El texto de hoy se ubica luego del pasaje denominado “Cristo, luz del mundo” o “Luz y tinieblas”, ubicado entre los versículos 33 y 36 del capítulo 11 de Lucas.
El pasaje evangélico de hoy forma parte del texto denominado “Reprensión o invectiva contra fariseos y escribas” que comprende los versículos del 37 al 54. En el texto de hoy meditaremos solo los versículos del 37 al 41, en el que continúa la tensa interacción entre Jesús y las autoridades religiosas de la época.
Según la tradición, era obligatorio lavarse las manos antes de las comidas como señal de purificación. Jesús, con la intención de hacer reflexionar a los fariseos, evita lavarse las manos para hacerles ver que no basta poner interés en lo ritual y en las apariencias, sino que hay que buscar la purificación del interior de la persona.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
Nuestro Señor Jesucristo se acerca a todos y a todos nos enseña a través de sus acciones llenas de misericordia y amor.
“No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”, dice el Señor, en Lucas, capítulo 5, versículo 32.
Para seguir y ser fiel a Nuestro Señor Jesucristo, no basta observar los mandamientos, que sería equivalente a fijarse solo en lo exterior; lo más importante está en la práctica del amor. Recordemos a San Pablo, en la primera carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 13: “Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza, el amor. Pero la más grande de todas es el amor”.
Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿En nuestra vida cotidiana, sólo cumplimos los mandamientos de Dios o somos fieles a los mandamientos por el Amor de Dios?
Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a comprender que lo más importante en el seguimiento a Dios, es el amor.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno: que quisiste que Santa Teresa de Ávila, bajo el impulso del Espíritu Santo, manifestara a tu Iglesia el camino de la perfección, haz que encontremos en sus enseñanzas nuestro alimento espiritual y que encendamos en nosotros el deseo de una verdadera santidad.
Amado Jesús, Rey de reyes, Salvador nuestro, envíanos tu Santo Espíritu y fortalece nuestras intenciones de mantener limpio nuestro corazón.
Espíritu Santo, haznos comprender que es imposible separar el amor a Dios y el amor al prójimo, y, amando, hagamos realidad en nuestras vidas las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amado Jesús, misericordioso Salvador, dígnate contar entre tus elegidos a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, en especial, a aquellos que más necesitan de tu infinita misericordia.
Madre Santísima, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos, con un gozo pleno por la misericordia y el amor de Nuestro Señor Jesucristo, repitamos en la intimidad de cada uno en nuestros corazones, el himno al amor cristiano, que se encuentra en la primera carta a los Corintios, capítulo 13, versículos del 1 al 10, y el 13:
“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso.
Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, es servicial, el amor no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca terminará…
Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza, el amor. Pero la más grande de todas es el amor.”
Señor, confiados en tu amor, misericordia y paciencia, deseamos asumir el compromiso de contrastar nuestras vidas con tus mandamientos de amor, para profundizar en nuestra espiritualidad y dejar de lado las apariencias.
Hermanos: glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.