LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños» Mt 11, 25.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.
Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.
Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.
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Hoy celebramos en el Perú, con profunda alegría, la solemnidad de San Martín de Porres. Nació en Lima en 1579, era hijo del caballero español Juan de Porres y de una mujer de raza negra panameña, Ana Velásquez.
En su infancia y adolescencia sufrió las limitaciones de la comunidad de raza negra en la que vivía. A pesar de ello, aprendió mucho sobre medicina. En 1603 entró en la orden dominica como terciario y en 1606 profesó los votos perpetuos. San Martín es conocido en toda América por sus virtudes y milagros. Murió en Lima en 1639; fue declarado beato por Gregorio XVI y fue proclamado santo por Juan XXIII, en 1962.
Celebramos a San Martín con la plegaria que Jesús dirige a Dios Padre, ubicada en el evangelio de San Mateo y que se encuentra también en San Lucas, capítulo 21, versículos del 21 al 22.
En el texto de hoy resplandece la belleza y profundidad espiritual de San Martín, cuando Jesús alaba y glorifica a Dios Padre porque revela su misterio a los humildes de corazón. Así mismo, Jesús culmina la plegaria presentándose a sí mismo como el Hijo de Dios Padre y en total comunión con Él.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
En esta pequeña plegaria de agradecimiento y alabanza que Jesús dirige a Dios Padre, sobresale la virtud de la humildad de los “pequeños”, quienes logran comprender y aceptar los misterios del amor de Nuestro Señor Jesucristo, dejando de lado todo interés personal.
Mientras que el mundo promueve conductas que elevan la autosuficiencia de las personas, el egoísmo y la soberbia, Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que la humildad es la llave maestra para aceptar y acercarse al amor y misericordia de Dios.
Basta recordar el evangelio de San Lucas, en el capítulo 21, versículos 3 y 4, donde Jesús dice: “Les aseguro que esa pobre viuda ha puesto más que todos. Porque todos ellos han depositado lo que les sobraba; pero ella en su pobreza, ha puesto cuanto tenía para vivir”.
De la misma manera, la imagen extrema de la humildad queda reflejada en Lucas, capítulo 23, versículos 42 y 43, en el diálogo entre el “buen ladrón”, Dimas, y Jesús: “Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. Jesús le contestó: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Hermanos: a la luz de la Palabra de Dios, respondamos: ¿Cuáles son las situaciones que nos alejan de la virtud de la humildad? ¿Cuál es nuestra actitud frente a las personas más humildes, que sufren necesidades materiales y espirituales?
Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a profundizar con fe y humildad en las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, con el fin de ponerlas en práctica en nuestras vidas.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, que llevaste a San Martín de Porres a la gloria celestial por el camino de la humildad, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos, como él, ser llevados al cielo.
Amado Jesús, otórganos la virtud de la humildad para comprender tus enseñanzas y ponerlas en práctica en nuestras familias, comunidades, amistades, centros de trabajo y estudios, y por donde vayamos.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con la lectura de un escrito de San Agustín:
«Te veo, buen Jesús, con los ojos que tú has abierto en mi interior, te veo gritando y llamando a todo el género humano: “Venid a mí, aprended de mí”.
¿Cuál es la lección? Tú, por quien todo ha sido creado, ¿cuál es la lección que venimos a aprender en tu escuela? “Que soy sencillo y humilde de corazón”. Aquí están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia; aprended esta lección capital: ser sencillos y humildes de corazón.
Que escuchen, que vengan a ti, que aprendan de ti a ser sencillos y humildes de corazón los que buscan tu misericordia y tu verdad, viviendo para ti y no para ellos mismos.
Que lo escuche aquel que sufre, que está cargado con un fardo que lo hace desfallecer, hasta tal punto que no se atreve a levantar los ojos al cielo, el pecador que golpea su pecho y se queda a distancia.
Que lo oiga el centurión, que no se sentía digno de que tú entraras en su casa. Que lo oiga Zaqueo, el jefe de los publicanos, cuando devuelve cuatro veces el fruto de su pecado.
Que lo oiga la mujer que había sido pecadora en la ciudad y que derramaba tantas lágrimas a tus pies por haber estado tan alejada de tus pasos. Que lo escuchen las mujeres de la vida y los publicanos, que en el reino de los cielos preceden a los escribas y fariseos. Que lo oigan los enfermos de toda clase, con quienes compartías la mesa y te acusaron de ello.
Todos estos, cuando se vuelven hacia ti, se convierten fácilmente en gente sencilla y humilde ante ti, acordándose de su vida llena de pecado y de tu misericordia llena de perdón, porque “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”».
Hermanos: pidamos hoy la intercesión de San Martín de Porres para que, con la dulce compañía de Nuestra Santísima Madre, Dios nos otorgue la virtud de la humildad para ayudar a que otras personas también se acerquen a la fuente del amor, que es Nuestro Señor Jesucristo. Que el ejemplo de Martín enseñe a todos la dulzura y felicidad que se encuentran en el seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo y en la obediencia a sus mandatos divinos.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.