LUNES DE LA SEMANA XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«En verdad les digo, esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». Lc, 21, 3-4.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 1-4

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el ánfora de las ofrendas; vio también a una viuda pobre que echaba dos moneditas, y dijo: «En verdad les digo, esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor.

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El texto de hoy, denominado “La ofrenda u óbolo de la viuda”, también se encuentra en el capítulo 12 de Marcos, versículos 41 al 44.

En aquel tiempo, las ánforas del templo recibían mucho dinero para el sustento del clero y conservación del templo, así como para ayudar también a los pobres. La práctica de la limosna era muy importante para los judíos.

El pasaje evangélico presenta el contraste de las ofrendas que echaban los ricos y lo que echó la viuda que puso dos monedas, lo único que tenía para vivir. En el evangelio de San Marcos se señala que las monedas eran de muy poco valor.

En este episodio, Jesús ilustra un aspecto fundamental en la vida del cristiano: la calidad de las ofrendas. Ya no es lo valioso, lo ostentoso, lo aparentemente grande ni lo poderoso la medida para juzgar las acciones del cristiano, sino el amor, el desprendimiento, la generosidad y, sobre todo, la fe y convicción de que entregándolo todo por el reino; es decir, con una vida solidaria, fraterna, e igualitaria, será considerado Hijo de Dios y además nadie quedará desposeído ni desprotegido.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Toda limosna y ofrenda es una forma de reconocer que todos los bienes y dones que administramos pertenecen a Dios; no nos pertenecen.

Sin embargo, el mundo promueve la acumulación de riquezas; por ello, observamos las grandes brechas sociales y económicas que existen en la humanidad. Por un lado, hay personas que despilfarran el dinero en la adquisición de bienes innecesarios y, por otro lado, una importante proporción de la población mundial no puede satisfacer las necesidades mínimas de alimentación, salud y educación.

La viuda pobre cambia el concepto de limosna por el de la solidaridad y entrega total; lo entrega todo, lo arriesga todo. En cambio, los ricos no arriesgaron nada en favor del hermano ni en la entrega a Dios.

Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿Cómo es nuestra limosna? ¿Qué arriesgamos en favor de nuestros hermanos y en nuestra entrega a Dios? ¿Administramos nuestros dones y bienes de acuerdo con las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué hacemos frente a la dura realidad que vive una importante proporción de la población, que no satisface sus necesidades mínimas de alimentación, salud y educación?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden participar en la construcción de una sociedad más solidaria y fraterna, siguiendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, te pedimos aumentes nuestra fe en ti, para emplear los bienes y dones que nos has encargado en favor de la extensión de tu reino, siendo solidarios y fraternos con nuestros hermanos más necesitados.

Espíritu Santo, inspira en la humanidad un amor más profundo por todos nuestros semejantes, para que los gobernantes de todos los países tengan siempre la opción preferencial por los más necesitados.

Amado Jesús, ten piedad de los difuntos y ábreles la puerta de la mansión eterna.

María Santísima, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito del papa emérito Benedicto XVI:

«Es significativo el episodio de la viuda que, en su miseria, echa en el tesoro del templo “todo lo que tenía para vivir”. Sus insignificantes monedas se convierten en un símbolo elocuente: esta viuda no da a Dios lo que le sobra, no da lo que posee, sino lo que es: toda su persona.

Este episodio conmovedor se encuentra dentro de la descripción de los días que preceden inmediatamente a la pasión y muerte de Jesús, el cual, como señala San Pablo, “se hizo pobre a fin de enriquecernos con su pobreza”; se entregó él mismo por nosotros. Siguiendo sus enseñanzas, podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total; imitándolo, estaremos dispuestos a dar no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos nosotros mismos.

¿Acaso no se resume todo el evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica de la limosna se convierte en un medio para profundizar en nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor. Por tanto, lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira distintos modos de dar, según las posibilidades y las condiciones de cada uno».

Amado Señor, nos comprometemos a cumplir tus enseñanzas siendo solidarios y promoviendo la fraternidad, asumiendo riesgos en la entrega total a ti y en la ayuda a nuestros hermanos más necesitados.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.