MARTES DE LA SEMANA 1 DE ADVIENTO– CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA 1 DE ADVIENTO– CICLO A

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los sencillos. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien» Lc 10, 21.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 21-24

En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los sencillos. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

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Hoy celebramos a San Francisco Javier, el patrón de las misiones que, con su testimonio, se convirtió en un referente de evangelización universal. Nació en 1506, en Navarra, en una familia acomodada. A los 18 años fue enviado a estudiar a la Universidad de París, donde se graduó y conoció a San Ignacio de Loyola, convirtiéndose en su seguidor.

En 1534 fundó con sus compañeros la Compañía de Jesús. En 1537 fue ordenado sacerdote en Venecia. Luego predicó en la India, Malaca, Islas Molucas y Japón, donde bautizó a miles. Murió en 1552. Fue beatificado por Paulo V en 1619 y canonizado por Gregorio XV en 1662.

En el pasaje de hoy, Jesús pronuncia jubilosamente una hermosa plegaria de agradecimiento y alabanza a Dios Padre después del regreso de los setenta y dos discípulos, quienes expresaban su alegría por los resultados que obtuvieron en la misión que Jesús les encomendó. Esta plegaria también se ubica en el evangelio de San Mateo, en el capítulo 11, versículos del 25 al 27.

Jesús culmina la plegaria presentándose a sí mismo como el Hijo de Dios Padre y en total comunión con Él. Así mismo, Jesús manifiesta a sus discípulos lo bienaventurados son por lo que ven y oyen.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En esta plegaria de agradecimiento y alabanza que Jesús dirige a Dios Padre, sobresale la virtud de la humildad de los “pequeños”, quienes logran comprender y aceptar los misterios del amor de Nuestro Señor Jesucristo, dejando de lado todo interés personal.

Mientras que el mundo promueve conductas que elevan la autosuficiencia de las personas, el egoísmo y la soberbia, Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que la humildad es la llave maestra para aceptar y acercarse al amor y a la misericordia de Dios.

En este tiempo de Adviento, busquemos que Nuestro Señor Jesucristo llene nuestros corazones a través de la lectura orante y práctica de su Palabra. Estemos atentos para no dejarnos llevar por los mensajes del mundo que buscan desorientarnos, y pidamos al cielo la virtud de la humildad.

Hermanos: a la luz de la Palabra de Dios, respondamos: ¿Cuáles son las situaciones que nos alejan de la virtud de la humildad?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a profundizar con fe y humildad en las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, con el fin de ponerlas en práctica en la misión que cada uno de nosotros tiene inscrita en el corazón.

¡Jesús nos ama!

 

  1. Oración

Padre eterno, que adquiriste para ti numerosos pueblos por la predicación de San Francisco Javier, haz que los fieles se apasiones con su mismo celo por la fe, y que la Iglesia se alegre por ver crecer en todas partes el número de sus hijos.

Amado Jesús, otórganos la virtud de la humildad para comprender tus enseñanzas y ponerlas en práctica en nuestras familias, comunidades, amistades, centros de trabajo y estudios, y por donde vayamos.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con la lectura de un escrito de San Agustín:

«Te veo, buen Jesús, con los ojos que tú has abierto en mi interior, te veo gritando y llamando a todo el género humano: “Venid a mí, aprended de mí”.

¿Cuál es la lección? Tú, por quien todo ha sido creado, ¿cuál es la lección que venimos a aprender en tu escuela? “Que soy sencillo y humilde de corazón”. Aquí están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia; aprended esta lección capital: ser sencillos y humildes de corazón.

Que escuchen, que vengan a ti, que aprendan de ti a ser sencillos y humildes de corazón los que buscan tu misericordia y tu verdad, viviendo para ti y no para ellos mismos.

Que lo escuche aquel que sufre, que está cargado con un fardo que lo hace desfallecer, hasta tal punto que no se atreve a levantar los ojos al cielo, el pecador que golpea su pecho y se queda a distancia.

Que lo oiga el centurión, que no se sentía digno de que tú entraras en su casa. Que lo oiga Zaqueo, el jefe de los publicanos, cuando devuelve cuatro veces el fruto de su pecado.

Que lo oiga la mujer que había sido pecadora en la ciudad y que derramaba tantas lágrimas a tus pies por haber estado tan alejada de tus pasos. Que lo escuchen las mujeres de la vida y los publicanos, que en el reino de los cielos preceden a los escribas y fariseos. Que lo oigan los enfermos de toda clase, con quienes compartías la mesa y te acusaron de ello.

Todos estos, cuando se vuelven hacia ti, se convierten fácilmente en gente sencilla y humilde ante ti, acordándose de su vida llena de pecado y de tu misericordia llena de perdón, porque “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”».

 

Hermanos: pidamos hoy la intercesión de San Francisco Javier para que, con la dulce compañía de Nuestra Santísima Madre, Dios nos otorgue la virtud de la humildad y reavivemos nuestra fe en este Adviento.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.