DOMINGO DE LA SEMANA 4 DE ADVIENTO– CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA 4 DE ADVIENTO– CICLO A

«Miren, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”». Mt 1, 23 y en Is. 7, 14.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto. Pero apenas había tomado esta decisión, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas aceptar a María por esposa, pues la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese todo lo que había dicho el Señor por el profeta: «Miren, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”». Cuando José despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a María como esposa.

Palabra del Señor.

———–

Hoy, domingo IV de Adviento, meditamos el pasaje en el que un ángel se le aparece en sueños a José y le ayuda a entender y descubrir la acción de Dios en la Encarnación de Nuestro Salvador.

La maternidad de María es obra del Espíritu Santo; sin embargo, al inicio, la reacción de José es de desconcierto y de huida. Es en ese momento en el que aparece el ángel para calmar sus temores y poner el punto de inicio a la misión de José.

La lectura pone atención en José, a quien Dios Padre le concedió el honor de dar el nombre a Jesús, que es el “Nombre sobre todo nombre”, y de ejercer la paternidad legal del Salvador.

Este episodio resalta de manera maravillosa que el plan anunciado por Dios, por medio de los profetas, se lleva a cabo con el nacimiento de Jesús, tal como lo anunció el Isaías, en el capítulo 7, versículo 14: «Miren, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”».

La venida al mundo de Jesús fue en el tiempo, pero Él ya era Hijo de Dios antes de todos los tiempos.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

A pocos días de la Navidad, contemplemos la figura silenciosa de José.

Dios Padre nos invita a dejarnos conducir por el Espíritu Santo tal como lo hizo José, hombre justo, que escuchó y puso en práctica los mandatos del Señor. José nos muestra que nuestra vocación cristiana es la de ser colaboradores del plan de Dios y su obediencia consistió en asumir su misión.

El ángel que se le apareció a José le llevó un mensaje y una ayuda para percibir la acción de Dios en la vida. En nuestra realidad actual, hay muchos ángeles que nos orientan en la vida. A veces obran en sueños, otras veces en la familia, en nuestra comunidad, en el trabajo, en los estudios, en las reuniones, conversaciones, en todas nuestras vivencias. ¿Identificamos la presencia de Dios a través de ellos?

José tuvo que abandonar sus planes personales para cumplir con los planes de Dios Padre ¿cuáles son los proyectos personales y las cosas que nos anclan al pasado y que evitan que Nuestro Señor Jesucristo nazca en nuestros corazones? ¿Cuáles son los llamados del Señor que postergamos día tras día?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas permitan que identifiquemos la misión que Dios nos ha encomendado y que la sigamos y cumplamos paso a paso, dejándonos acompañar por la Santísima Trinidad.

Hermanos: tanto amo Dios al mundo que nos dio a su Hijo único para que nos devuelva la dignidad de hijos de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, derrama tu gracia sobre nosotros, que por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Padre eterno, que has concedido un maravilloso designio de salvación para cada persona y los vas realizando a cada instante en nuestras vidas, haznos como José, colaboradores de tu plan de salvación.

Amado Jesús, Hijo unigénito de Dios, que has de venir al mundo como mensajero de la alianza, haz que el mundo te reciba y te reconozca.

Amado Jesús, tú que eres bendito por los siglos, ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley para que podamos esperar tu venida sin temor.

Espíritu Santo, luz que penetra las almas, enséñanos el camino que nos conduce a Nuestro Señor Jesucristo y a Dios Padre.

Amado Jesús, misericordia pura, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del Adviento, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad.

Amén.

  1. Contemplación y acción

“Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los pueblos”.

Hermanos: contemplemos a la Santísima Trinidad a través de la lectura de un escrito del papa emérito Benedicto XVI:

«El silencio de San José es un silencio impregnado de la contemplación del misterio de Dios, en una actitud de disponibilidad total a las voluntades divinas. En otras palabras, el silencio de San José no manifiesta un vacío interior, sino, por el contrario, una plenitud de fe que lleva en su corazón y guía cada uno de sus pensamientos y cada una de sus acciones.

Un silencio gracias al cual José, al unísono con María, conserva la Palabra de Dios, conocida a través de las Santas Escrituras, confrontándolas permanentemente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración continua, de bendición del Señor, de adoración de su voluntad y de confianza absoluta en su providencia.

¡Dejémonos “contaminar” por el silencio de San José! Tenemos necesidad de ello en un mundo tan ruidoso que no favorece en absoluto el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación a la Navidad cultivemos el recogimiento interior para acoger y conservar a Jesús en nuestra vida».

Hermanos: abramos nuestro corazón, nuestra vista y todos nuestros sentidos, para reconocer a Nuestro Señor Jesucristo en cada instante de nuestras vidas, realizando obras de misericordia materiales y espirituales de acuerdo con las enseñanzas de Nuestro Salvador.

Busquemos en la oración la presencia del Espíritu Santo que nos permita tomar conciencia que somos piedras vivas de la Iglesia de Cristo, para mayor gloria de Dios.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.