LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA 3 DE ADVIENTO– CICLO A
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande ante el Señor» Lc 1, 13-14.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 5-25
En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según todos los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios, con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; se llenará del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías dijo al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer de edad avanzada». El ángel le contestó: «Yo soy Gabriel que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento».
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que se tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el Santuario. Él les hablaba por señas porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: «Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres».
Palabra del Señor.
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En la feria privilegiada de ayer meditamos cómo Dios se manifiesta a José a través de sueños para concederle el honor de dar el nombre al Salvador y de ejercer la paternidad legal de Jesús.
Hoy meditaremos el anuncio del nacimiento de Juan Bautista, a través de la visita que el ángel Gabriel realizó a Zacarías, que representa todavía al Antiguo Testamento. La Anunciación del ángel Gabriel a Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, es el inicio del Nuevo Testamento.
Zacarías conoce a través del ángel la misión de Juan Bautista, quien estará consagrado enteramente a Dios, será el precursor, el pregonero de Jesús, la voz que grita en el desierto. Zacarías y su mujer Isabel, a una edad avanzada, reciben de esta manera una bendición especial de Dios Padre, y su perseverancia les hizo experimentar el gozo de ser instrumentos de vida.
Ante su incredulidad, el Señor le generó una mudez temporal; en medio de ella, Zacarías se encuentra con el pueblo y, finalmente, se cumple el nacimiento de Juan.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
El primer mensaje que el ángel Gabriel le dijo a Zacarías fue: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado», que para nosotros significa que en la vida todo es producto de la oración con fe.
Hermanos: a la luz de la Palabra de Dios, respondamos lo siguiente: ¿Cuál es nuestra respuesta ante los planes de Dios? ¿Respondemos con incredulidad, temor, confianza o aceptación? ¿Rezamos con fe?
Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a confiar plenamente en los planes que la Santísima Trinidad tiene para cada uno de nosotros y para nuestras comunidades.
Repitamos en nuestro corazón, este pasaje de la Carta a los Filipenses, capítulo 3, versículos del 20b al 21: “Esperamos que venga como salvador Cristo Jesús, el Señor. El transfigurará nuestro cuerpo de humilde condición en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su imperio todas las cosas”.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, que te has dignado revelar al mundo el esplendor de tu gloria por medio del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, del seno de Nuestra Santísima Madre María, concédenos venerar con fe íntegra y celebrar con sincero rendimiento el gran misterio de la encarnación de tu Hijo.
Padre eterno, que nos has elegido en Cristo antes de la creación del mundo, concédenos una mirada pura para contemplar el milagro de la vida y reconocer el valor inestimable de la persona humana, creada a tu imagen y semejanza.
Amado Jesús, que la Iglesia que tú fundaste, Señor, glorifique tu Nombre por todo el mundo y que tu Palabra sea luz para nuestros ojos y sirva de protección a todos los pueblos que confiesan tu Nombre.
Amado Jesús, misericordia pura, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del Adviento, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad.
Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a la Santísima Trinidad con la lectura de una parte del salmo 70:
«Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa, del puño criminal y violento; porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías, siempre he confiado en ti».
Hermanos: hagamos el compromiso de pedir diariamente que el Espíritu Santo nos infunda y comunique la plenitud de las grandes virtudes para que, llenos de confianza, podamos cumplir la misión que Dios nos ha encomendado.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.