MARTES DE TIEMPO DE NAVIDAD – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE TIEMPO DE NAVIDAD – CICLO A

«Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos los hicieron sentarse en grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran». Mc 6, 39-41.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 34-44

En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en un despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los pueblos y caseríos de alrededor y compren algo de comer».

Él les respondió: «Denles ustedes de comer». Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les dijo: «¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver». Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces».

Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos los hicieron sentarse en grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce canastas de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Palabra del Señor.

 

 

 

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El pasaje evangélico de hoy narra el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, que se ubica también en el capítulo 14 de Mateo, versículos 13 al 21, y en el capítulo 9 de Lucas, versículos 10 al 17.

El texto va más allá del milagro, el mensaje transita por el gesto compasivo, amoroso y solidario de Jesús de compartir el pan y los peces con una multitud, que representa a toda la humanidad. De esta manera, Jesús revela su divinidad.

La multitud solo tiene cinco panes y dos peces, y se veían sin pastor; pero, la compasión misericordiosa de Jesús multiplica lo poco que tiene en abundancia de amor.

Asimismo, el mensaje de hoy se convierte en una hermosa prefiguración de la Santa Eucaristía, que es el alimento que Jesús multiplica para todos, y que nos sacia divinamente y para siempre. En la Eucaristía, por acción del Espíritu Santo, el pan y el vino se convierten en el Santísimo Cuerpo y en la preciosísima Sangre de Cristo.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Queridos hermanos: muchas veces, al igual que los apóstoles, donde nosotros vemos dificultades, Nuestro Señor Jesucristo encuentra la ocasión propicia para hacer el bien, preocupándose por el bienestar integral de las personas.

Hoy en día, Nuestro Señor Jesucristo, además de saciar el hambre espiritual, sacia también el hambre corporal a través de todos los dones que nos ha otorgado.

Cuando acudimos a la Santa Eucaristía, lo que vemos con nuestros ojos en el altar es el pan y el vino; sin embargo, con los ojos de la fe, observamos que el pan es el cuerpo de Cristo y el vino es su preciosísima sangre; esto es lo que se llama un sacramento. Cuando comulgamos, Jesús entra en nuestros cuerpos y en nuestros corazones, se convierte en nuestro invitado especial.

Así como cuando llegan invitados a nuestras casas y los recibimos en ambientes que hemos limpiado y preparado especialmente para la ocasión, y también les convidamos los mejores potajes. Así también, cuando comulguemos, recibamos a Jesús en nuestros corazones que hemos purificado mediante el sacramento de la penitencia, y brindémosle nuestras mejores ofrendas, aquellas que nos inspira amorosamente el Espíritu Santo. No perdamos esta maravillosa ocasión se sentarnos con Jesús en este banquete celestial y de llevarlo con nosotros a casa, a nuestras comunidades y a todas partes.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico del día de hoy, conviene preguntarnos: ¿Alimentamos continuamente nuestra vida con el cuerpo de Cristo? ¿Somos solidarios con las personas con necesidades materiales y espirituales? ¿Cuáles son las realidades de este mundo que nos inspiran compasión?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a formar parte del Cuerpo de Cristo, alimentándonos continuamente de la Santa Eucaristía y siendo solidarios con nuestros hermanos más necesitados.

¡Jesús nos ama!

 

  1. Oración

Padre eterno, Dios de amor, cuyo Unigénito se manifestó en la realidad de nuestra naturaleza humana, haz que merezcamos ser transformados interiormente por aquel que hemos conocido semejante a nosotros en su humanidad.

Amado Jesús, Señor Nuestro Jesucristo, que en el sacramento admirable de la Eucaristía nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, para que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, inspíranos siempre a compartir nuestros dones materiales y espirituales con las personas más necesitadas.

Amado Jesús, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad.

Amén.

 

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con la lectura de un escrito de Juan de Fécamp:

 

“Amor que ardes sin extinguirte jamás, dulce Cristo, Jesús bueno, caridad, Dios mío, enciéndeme todo en el fuego de tu amor, de tu afecto, de tu deseo, de tu caridad, de tu júbilo y de tu gozo, y de tu alegría y de tu ternura, del ansia ardiente de ti, ansia santa y buena, casta y limpia; para que, colmado de la ternura de tu amor, consumido por la llama de tu caridad, yo te ame, dulce y bello Señor mío, de todo corazón, con toda el alma y con todas mis fuerzas.

Tu amor, auténtico y santo, colma de ternura y de sosiego el alma que le pertenece, la ilumina con la luz límpida de la visión interior.

Oh pan suavísimo, sana el gusto de mi corazón, para que sienta la ternura de tu amor. Te suplico, por el misterio de tu santa encarnación y nacimiento, infundas en mi pecho tu inagotable ternura y caridad, para que yo no piense ya en nada terreno o carnal, sino que solo te ame a ti, en ti solo piense, a ti solo desee, sólo a ti tenga en los labios y en el corazón”.

 

Hermanos: hagamos el compromiso de agradecer diariamente a la Santísima Trinidad por todos los dones recibidos y busquemos siempre ser solidarios, compartiendo nuestros dones con los hermanos más necesitados.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.