LUNES DE LA SEMANA 1 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA 1 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres». Mc 1, 17.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después de que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios está cerca: conviértanse y crean en el Evangelio».

Pasando Jesús junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, que eran pescadores y estaban echando las redes en el mar. Jesús les dijo: «Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca reparando las redes. Al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los trabajadores, se fueron con él.

Palabra del Señor.

 

 

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El pasaje evangélico de hoy está integrado por el texto denominado “Comienzo de la proclamación de Jesús”, en los versículos 14 y 15; y por el pasaje denominado “Jesús llama a sus primeros discípulos”, entre los versículos 16 a 20.

El comienzo de la proclamación también se encuentra en el capítulo 4 de Mateo, versículos 12 al 17 y en el capítulo 4 de Lucas en el versículo 14. El llamado a los primeros discípulos se ubica también en el capítulo 4 de Mateo en los versículos 18 al 22 y en el capítulo 1 de Juan, versículos 35 al 51.

En la lectura de hoy, a Jesús le parece mejor llamar a las personas más humildes y rudas para que sean sus discípulos. Jesús escoge a aquellos que no habían recibido mayor instrucción como instrumentos para llevar su Palabra a todas las naciones.

Nuestro Señor Jesucristo hace realidad lo manifestó tiempo después, en la plegaria ubicada en el capítulo 11 de Mateo, versículo 25, cuando dice: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Hay llamadas de Nuestro Señor Jesucristo que son categóricas, como la de Andrés, Pedro, Santiago y Juan; otras son silenciosas y con mucha dulzura; otras son fulminantes, como la de Pablo.

Cuando el Maestro nos dice: “¡Sígueme!” y aceptamos el don inmerecido de este llamado y, con alegría vamos tras de Él, encontramos el verdadero sentido a nuestra vida y se ilumina nuestro presente y futuro. Si no, veamos a Pedro, a Andrés, a Santiago y a Juan, que llenos de alegría siguieron a Jesús.

Aceptemos con humildad el llamado de Nuestro Señor Jesucristo y acerquemos a Él a nuestros familiares, amigos y a cualquier persona. Hagámoslo con gozo, porque quien encuentra a Nuestro Señor Jesucristo lo encuentra para todos. Es una vocación irresistible, es el discipulado permanente, es para toda la vida.

Miremos detenidamente a Nuestro Señor Jesucristo a través de la Palabra y del prójimo, y veremos que en su rostro hay un atractivo divino que nos hará confiar en Él.

Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿Aceptamos el llamado de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Lo seguimos realmente? ¿Llevamos otras personas hacia Nuestro Señor Jesucristo?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a aceptar con humildad y plena adhesión el llamado de Nuestro Señor Jesucristo y a llevar a Él a nuestro prójimo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, concédenos el mismo espíritu que acompañó a los primeros discípulos, para que dejando de lado lo que nos aparta de ti, seamos tus fieles seguidores.

Espíritu Santo, fortalece la perseverancia de las comunidades cristianas para anunciar el Reino de los cielos y seguir con la misión de acercar a la humanidad a Nuestro Señor Jesucristo.

Espíritu Santo, inflama los corazones de todas las personas con el fuego de tu amor para que todos sintamos la vocación irresistible de seguir a Nuestro Señor Jesucristo.

Padre eterno, tú que enviaste a Nuestro Señor Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores, concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.

Santa Madre de Dios, Reina de la paz, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

«El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga», dice el Señor.

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de San John Henry Newman:

«A lo largo de toda nuestra vida, Cristo nos llama. Nos estaría bien tener conciencia de ello, pero somos lentos en comprender esta gran verdad: que Cristo camina a nuestro lado y, con sus manos, sus ojos y su voz, nos invita a seguirlo. Sin embargo, nosotros ni siquiera alcanzamos a oír su llamada, que se da a entender ahora mismo.

Pensamos que tuvo lugar en tiempos de los apóstoles; pero no creemos que la llamada nos atañe a nosotros, no la esperamos. No tenemos ojos para ver al Señor, muy al contrario del apóstol a quien Jesús amaba, que sí distinguía a Cristo cuando los demás discípulos no lo distinguían para nada.

No obstante, estate seguro: Dios te mira, quien quiera que seas. Dios te llama por tu nombre. Te ve y te comprende, Él, que te creó. Todo lo que hay en ti lo conoce: todos tus sentimientos y tus pensamientos, tus inclinaciones, tus gustos, tu fuerza y tu debilidad. Te ve en los días de alegría y en los tiempos de pena. Se interesa por todas tus angustias y tus recuerdos, todos tus ímpetus y los desánimos de tu espíritu.

Dios te abraza y te sostiene; te levanta o te deja descansar en el suelo. Contempla tu rostro cuando lloras y cuando ríes, en la salud y en la enfermedad. Mira tus manos y tus pies, escucha tu voz, el latido de tu corazón. No te amas tú, más de lo que Él te ama».

Amado Señor Jesús: nos comprometemos a seguirte como discípulos tuyos en nuestras familias, vecindad, centros de estudio y de trabajo, comunidades y por donde vayamos; así mismo, deseamos conducir hacia a ti a nuestros hermanos que se han distraído un poco y están alejados de ti.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.