MARTES DE LA SEMANA 2 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA 2 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado, así que el Hijo del hombre es señor también del sábado» Mc 2, 27-28.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 23-28

Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».

Él les respondió: «¿Nunca han leído lo que hizo David cuando sintió necesidad y hambre, y también su gente? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros». Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado, así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».

Palabra del Señor.

 

 

 

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Hoy celebramos la memoria obligatoria de Santa Inés, patrona de las jóvenes, novias y de la pureza. Su nombre latino es “Agnes”, asociado a “agnus” que significa cordero. Según la leyenda más conocida, Santa Inés era una joven hermosa, rica y pretendida por muchos nobles romanos. No aceptó a ninguno, aduciendo que ya estaba comprometida con Cristo, y la acusaron de ser cristiana. Fue llevada a un prostíbulo, pero unos ángeles y señales celestes la protegieron. Entonces la pusieron en una hoguera que no la quemó. Finalmente, fue decapitada en el año 304.

En el pasaje evangélico de hoy se narra el cuarto conflicto entre Jesús y las autoridades religiosas de la época, que trata sobre la observancia del sábado. La lectura se encuentra también en el capítulo 12 de Mateo, versículos 1 al 8, y en el capítulo 6 de Lucas, versículos 1 al 5.

El evangelio de hoy se ubica luego del pasaje sobre el ayuno que meditamos ayer, y narra cuando Él y sus discípulos atravesaban un sembrado de trigo y algunos discípulos sintieron hambre y tomaron algunas espigas y comenzaron a comer sus granos.

Los fariseos increparon a Jesús diciéndole que dicha conducta estaba prohibida. Señalaban que las faenas de recolección infringían el reposo del sábado. Jesús defiende a sus discípulos recordando a los acusadores que la misma Escritura mostraba un ejemplo similar, el de David y sus compañeros cuando sintieron hambre; de esta manera, Jesús hace una interpretación auténtica de la Ley.

Los judíos, que no recordaban dicho episodio de David, callaron y no pudieron replicar. Jesús fue, incluso, más allá, indicándoles que “el hijo del hombre es Señor del sábado”. De esta manera, Jesús extrae un principio general y después una aplicación a su propia persona.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En el pasaje de hoy, Jesús, en su infinito amor y misericordia, siempre pone la vida en primer lugar; en especial, las necesidades humanas fundamentales. En el amor de Dios, todo tiene que servir para el bien de la humanidad, toda ley que no permite el desarrollo humano tiene que ser cuestionada y reformulada.

Nuestro Señor Jesucristo, con un amplio conocimiento de las Escrituras, interpreta el espíritu de la Ley en base al amor misericordioso de Dios Padre y de su propio amor por la humanidad. El uso iluminado de la razón de Nuestro Señor Jesucristo orienta la correcta aplicación de la Ley.

Este hecho es aleccionador para nosotros, Nuestro Señor Jesucristo nos invita a leer la Palabra y a familiarizarnos con ella con el fin de defender nuestra fe, seguir sus enseñanzas y proclamar su amor a través de nuestras vidas.

En un mundo en el que el relativismo moral y religioso van ganando terreno, debemos asumir el desafío de la defensa de nuestra fe a través de la lectura orante de la Palabra y de una práctica caritativa del amor de Dios.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Leemos y meditamos la Palabra de Dios con frecuencia? ¿Asistimos a la Santa Eucaristía como debe acudir todo hijo de Dios?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos animen a descubrir los tesoros maravillosos de la Palabra de Dios y a vivir el encuentro con Dios vivo a través de la Eucaristía.

¡Jesús nos ama!

 

  1. Oración

Padre eterno, Dios todopoderoso, que eliges lo débil del mundo para confundir a los fuertes, concédenos en tu bondad, a cuantos celebramos el nacimiento para el cielo de tu mártir Santa Inés, imitar su constancia en la fe.

Amado Jesús, con plena disposición a seguirte, concédenos la gracia de superar todo prejuicio y obrar siempre con caridad y amor, en todo tiempo y lugar, en especial, en favor de nuestros hermanos que tienen mayores necesidades espirituales y materiales.

Espíritu Santo ilumina el alma de todas las personas para que practiquemos con intensidad y fidelidad las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amado Jesús, concede a los difuntos de todo tiempo y lugar tu misericordioso amor para que lleguen al banquete celestial; y no dejes que las almas de las personas moribundas se extravíen, para que lleguen a tu Reino.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

«La verdad os hará libres», dice el Señor.

Hermanos: contemplemos a Dios con la lectura de un texto de John Martin Kuvarapu:

 

«Las autoridades religiosas del tiempo de Jesús dieron un carácter absoluto a la Ley y transformaron el nido en una jaula. La ley religiosa no es negativa. Es, más bien, necesaria. Es un regalo que Dios ha hecho a la humanidad, a fin de revelarle su voluntad. Solo cuando se vuelve absoluta se hace negativa. La humanidad no está condenada eternamente a vivir siguiendo un código exterior, sino que debe usar el código exterior como una escalera que lleva a la caridad infinita. Las escaleras sirven para ser subidas y no para sentarse encima de ellas. Si el que había empezado a subir se sienta en la escalera, no entra en la libertad infinita, ni permite entrar a otros en la vida. Se convierte en un obstáculo para el crecimiento espiritual de las personas hacia Dios. Lo dijo Jesús.

Si la religión basada en la ley escrita es un nido, la pájaro madre contempla con alegría el momento en que sus pequeños vuelan en la libertad del espacio infinito. Ahora bien, si es una jaula, instituye guardianes de la prisión que controlan las puertas, proveen el alimento cotidiano y están atentos a que los pajarillos no dejen la jaula. Castiga a los pajarillos que prueban salir de la jaula y ponen en tela de juicio su naturaleza absoluta.

Por otra parte, crea dualidad entre el justo y el injusto: entre el que está dentro y el que está fuera de la jaula. En la jaula hay seguridad, protección, alimento y existencia, pero no hay vida. El pájaro que vuela no tiene seguridad, es vulnerable, pero tiene vida, con sus infinitas posibilidades.

La diferencia entre un nido y una jaula es que esta última tiene puertas y guardianes, mientras que el nido no tiene puertas, sino sólo tiene una madre y un maestro. Cuando se pone puerta a un nido este se transforma en una jaula. Cuando se quita la reja de la jaula, esta se convierte en un nido. Los guardianes se transforman en madre y en maestro».

 

Queridos hermanos: hagamos el propósito de realizar una lectura orante de la Palabra de Dios, de asistir a la Santa Eucaristía, de agradecer y dialogar con Nuestro Señor Jesucristo a través de la Adoración al Santísimo Sacramento, y de rezar el Santo Rosario con la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre María.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.