MIÉRCOLES DE LA SEMANA 2 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA 2 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

Entonces, mirándolos con ira, apenado por la dureza de su corazón, dijo al hombre: «Extiende la mano». El hombre la extendió y la mano quedó restablecida. Mc 3, 5.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga. Había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando para ver si curaba en sábado y acusarlo.

Jesús le dijo al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte allí en medio». Y a ellos les preguntó: «¿Está permitido, en sábado, hacer el bien o hacer el mal?, ¿salvar a una vida o dejarla morir?». Ellos se quedaron callados.

Entonces, mirándolos con ira, apenado por la dureza de su corazón, dijo al hombre: «Extiende la mano». El hombre la extendió y la mano quedó restablecida. Y en cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron de acuerdo con los herodianos para acabar con él.

Palabra del Señor.

 

 

 

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El pasaje evangélico de hoy narra el quinto conflicto entre Jesús y las autoridades religiosas de la época, que trata sobre curación en sábado. La lectura se encuentra también en el capítulo 12 de Mateo, versículos 9 al 14, y en el capítulo 6 de Lucas, versículos 6 al 11.

En el texto anterior, los fariseos acusan a Jesús por infringir el descanso del sábado ante la necesidad de alimento. El pasaje evangélico de hoy está relacionado con la necesidad de salud física, mental y espiritual de las personas vulnerables.

Jesús ratifica que los excluidos debido a una falsa interpretación de la Ley son, ahora, el centro de la acción divina. Deja claro que la opción por la vida, la salud y por los pobres es impostergable y se debe asumir aun con el riesgo de perder la propia vida.

Hay que recordar que los fariseos eran seguidores de la ley mosaica, que tenía 39 normas y 613 mandatos derivados de ella. Con un esquema así de riguroso, era casi imposible la práctica del amor y la misericordia de Dios, lo cual impedía atender las necesidades humanas.

Ante un sábado legalista, Nuestro Señor Jesucristo propone el sábado mesiánico, en el que antepone el amor de Dios y al prójimo sobre todas las cosas, liberando al hombre de las ataduras humanas y mundanas. Ante esta propuesta revolucionaria de Jesús, los herodianos que representaban el poder político y los fariseos, que representaban el poder religioso, se unen para planear su muerte.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Jesús, en su infinito amor y misericordia, es totalmente coherente con su Palabra, colocando la salud y la vida en primer lugar; en especial, atendiendo las necesidades humanas fundamentales de alimentación y de salud espiritual, mental y corporal.

Hermanos: cuando Jesús planteó el mandamiento del amor, quedó muy claro que, cuando nos amamos unos a otros, amamos a Dios. Jesús dice en San Lucas, capítulo 10, versículo 27: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo».

Por ello, en el amor de Dios, toda acción nuestra tiene que servir para el bien de la humanidad y toda ley que no permite el desarrollo humano, tiene que ser cuestionada y reformulada.

Nuestro Señor Jesucristo nos invita día a día, a convertir sus enseñanzas en acción bondadosa a través de nuestras familias, comunidades, trabajos, y como ciudadanos globales.

Ante las ideologías que promueven la muerte, debemos asumir el desafío de la defensa de la vida y de nuestra fe, a través de la lectura orante de la Palabra y de una práctica caritativa del amor de Dios.

Recordemos la expresión que Nuestro Señor Jesucristo dirige al hombre de la mano paralizada: «Extiende la mano»; es una expresión que la dirige a todos nosotros para que seamos curados y extender nuestra mano para obrar siempre el bien.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Defendemos la vida aun en circunstancias hostiles? ¿Extendemos nuestras manos para asistir a las personas con mayores necesidades espirituales y materiales?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a hacer realidad el amor y la misericordia de Dios, defendiendo la vida y ayudando a las personas más necesitadas.

¡Jesús nos ama!

 

  1. Oración

Amado Jesús, concédenos, a través de tu Santo Espíritu, la gracia de defender la vida, en especial, de los más vulnerables, como los niños en gestación, los ancianos, los enfermos y todos los grupos de personas que están amenazadas por las culturas de muerte que son promovidas en el mundo.

Espíritu Santo: en el Santísimo Nombre de Jesús, libéranos de todas las ataduras del pecado, rompe una a una todas las cadenas inter-generacionales que nos atan al pecado y a los esquemas humanos y multiplica nuestras acciones de amor hacia la defensa de la vida.

Amado Jesús, concede a los difuntos de todo tiempo y lugar tu misericordioso amor para que lleguen al banquete celestial; y no dejes que las almas de las personas moribundas se extravíen, para que lleguen a tu Reino.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

«El que me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él», dice el Señor.

 

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con la lectura de un escrito de Máximo de Turín:

«Me parece, hermanos, que habéis escuchado atentamente el fragmento evangélico que se acaba de leer, donde el Señor Jesús, al entrar en sábado en la sinagoga, curó con medicina espiritual a un hombre que tenía la mano paralítica: no con compresas de hierbas u otros medicamentos, sino con una orden vigorosa y decidida. Pero veamos qué representa esta mano paralítica, puesto que el Salvador no viene a tratar la causa de un solo hombre, a curar la enfermedad de una sola persona, sino a sanar los males de todo el género humano.

Jesús dice: «Extiende la mano», la mano que se ha entumecido sacrificando a los ídolos. Dice: «Extiende la mano», la mano que se ha secado recibiendo los frutos de la usura; Jesús dice: «¡Extiende la mano!», la mano que se había alargado para apropiarse de los bienes de los huérfanos y de las viudas. Sin embargo, aunque tú creas que tienes las manos sanas, ten cuidado de que no se contraigan por la avaricia. Extiéndelas más bien con frecuencia para socorrer a los pobres, para brindar hospitalidad a los peregrinos; extiéndelas siempre para invocar la misericordia del Señor con tus pecados.

Sé misericordioso, sé generoso y recuerda lo que dijo profeta: «Que no esté tu mano contraída a la hora de recibir y replegada a la hora de dar». De este modo, podrá estar sana tu mano si se abstiene de obrar el mal y se abrirá a obrar el bien».

 

Queridos hermanos: hagamos el propósito de defender la vida, aun en circunstancias difíciles; para ello, preparémonos para a través de una lectura orante de la Palabra de Dios y de escritos de los santos, laicos y sacerdotes, que nos permita tener presentes los argumentos santos para dicha defensa. Extendamos nuestras manos para socorrer a aquellos hermanos que tienen necesidades espirituales y materiales.

No dejemos de asistir a la Santa Eucaristía, de agradecer y dialogar con Nuestro Señor Jesucristo a través de la Adoración al Santísimo Sacramento, y de rezar el Santo Rosario con la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre María.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.