LUNES DE LA SEMANA 3 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA 3 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«En verdad les digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfema contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre». Mc 3, 28-29.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 22-30

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».

Jesús les invitó a acercarse y les habló en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida tampoco puede subsistir. Si Satanás se revela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre fuerte para saquear sus bienes, si primero no lo ata; entonces podrá saquear la casa.

En verdad les digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfema contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».

Jesús decía esto porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

Palabra del Señor.

 

 

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El pasaje evangélico de hoy está integrado por los textos denominados “Acusaciones contra Jesús”, entre los versículos 22 y 27, y “Blasfemia contra el Espíritu Santo”, entre los versículos 28 y 30.

El texto “Acusaciones contra Jesús” también se ubica en el capítulo 12 de Mateo, versículos 22 y 29, y en el capítulo 11 de Lucas, versículos 14 al 22. El texto referido a la blasfemia al Espíritu Santo se encuentra también en el capítulo 12 de Mateo, versículo 31.

La propuesta de Jesús, de formar un nuevo pueblo de Dios es apoyada por mucha gente, pero es rechazada por las autoridades religiosas y políticas de la época. Incluso, los letrados de Jerusalén afirman que el poder de Jesús no viene de Dios, sino de Satanás; ellos dudaban de la fuente celestial de sus prodigios.

Ante esto, con dos parábolas, Jesús expresa que expulsa a los demonios con la fuerza de Dios, que es el Espíritu Santo, demostrando que el Reino de Dios es único, indiviso y eterno; por ello, descarta toda alianza con Satanás y sus aliados.

Jesús demuestra que su poder viene de Dios y que las autoridades religiosas blasfeman contra el Espíritu Santo, ya que niegan la manifestación liberadora de Dios y la difaman.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

El Espíritu que tiene Nuestro Señor Jesucristo, que viene de Dios Padre, es el que hace que expulse demonios, sane enfermos y perdone los pecados. Quienes afirman lo contrario, haciendo acusaciones falsas, blasfeman contra el Espíritu Santo. Dios siempre quiere perdonar, pero, muchas veces, el pecador rechaza la misericordia de Dios.

Nosotros sabemos que Satanás fue derrotado para siempre con la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; por ello, es Jesús quien derrota al mal en el corazón de cada uno de nosotros y en todas las personas que lo siguen.

En esta contienda, un arma poderosa que nos ayuda a enfrentar las tentaciones que el mundo propone, es renovar el seguimiento a Jesús, cada día, sí hermanos, cada día, haciéndolo a través de la oración perseverante, pidiendo al Espíritu Santo que aumente nuestra fe y nos otorgue los dones que nos permitan seguir avanzando en nuestro crecimiento espiritual. Todo esto, indudablemente, con la dulce intercesión y compañía de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María.

Haciendo silencio en nuestro corazón, respondamos: ¿En qué ocasiones somos incrédulos y detractores de las acciones de Jesús en otras personas? ¿Nos mantenemos vigilantes y perseverantes en la oración para no caer en las tentaciones? ¿Somos conscientes de que cada vez que realizamos obras de misericordia, es Dios quien nos inspira, protege y dirige nuestra disposición a seguirle?

Que las respuestas a estas preguntas permitan acercarnos más a Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, Pastor de pastores, en este tiempo de cambio y confusión, te pedimos que continúes asistiendo y enriqueciendo a tu Iglesia con el don de las vocaciones.

Señor Jesucristo, tú que das sentido a nuestras vidas, ayúdanos a ejercitar día tras día, con perseverancia, los dones que nos otorgas a través de tu Espíritu Santo, para mantenernos vigilantes y no caer en las tentaciones.

Amado Jesús, haz que en la hora del sufrimiento y de la oscuridad seamos capaces de mantener viva la memoria de tu don de salvación con un testimonio fiel y apasionado, para que todos podamos reconocer en tu muerte y resurrección el magno y único signo de la esperanza humana.

Amado Jesús, misericordia pura, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Señor, que nunca nos separemos de ti. Repitamos como en el salmo 50: “¡Oh, Dios!, crea un mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme, no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu Santo Espíritu”.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos, repitamos en la intimidad de cada uno en nuestros corazones, una línea del salmo 15: “Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia…”

Hermanos: contemplemos al Amor de los amores, al Señor de señores, al Rey de reyes, con la lectura de un texto de Clemente Romano:

«A ejemplos semejantes, pues, hermanos, hemos de adherirnos también nosotros. Porque está escrito: Acércate a los santos, porque los que se acercar a ellos serán santificados. Y también dice el Señor en otro pasaje: Con el inocente te mostrarás inocente, y con los elegidos serás elegido y con el ladino te mostrarás sagaz. Por tanto, juntémonos con los inocentes e íntegros, que son los elegidos de Dios.

¿Por qué hay, pues, disensiones, facciones y guerra entre vosotros? ¿No tenemos un solo Dios y un Cristo y un Espíritu de gracia que fue derramado sobre nosotros? ¿Y no hay una sola vocación en Cristo? ¿Por qué, pues, nos separamos y dividimos los miembros de Cristo, y causamos disensiones en nuestro propio cuerpo, y llegamos a este extremo de locura?

Que el que ama a Cristo cumpla los mandamientos de Cristo. ¿Quién puede describir el vínculo del amor de Dios? ¿Quién es capaz de narrar la majestad de su hermosura? La altura a la cual el amor exalta es indescriptible. El amor nos une a Dios; el amor cubre multitud de pecados; el amor soporta todas las cosas, es paciente en todas las cosas. No hay nada burdo, nada arrogante en el amor. El amor no tiene divisiones, el amor no hace sediciones, el amor hace todas las cosas de común acuerdo. En amor fueron hechos perfectos todos los elegidos de Dios; sin amor no hay nada agradable a Dios; en amor el Señor nos tomó para sí; por el amor que sintió hacia nosotros, Jesucristo, nuestro Señor, .dio su sangre por nosotros por la voluntad de Dios, y su carne por nuestra carne, y su vida por nuestras vidas».

 

Señor deseo asumir el compromiso de mantenerme vigilante y perseverante en la oración para no caer en las tentaciones y no cesar en mi determinación de servirte día a día, en cualquier circunstancia de mi vida.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.