DOMINGO DE LA SEMANA 5 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA 5 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino para ponerla en el candelero, y así alumbre a todos los de la casa» Mt 5, 14-15.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino para ponerla en el candelero, y así alumbre a todos los de la casa. Del mismo modo, alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo».

Palabra del Señor.

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Recordemos que en el evangelio de San Mateo se ubican cinco grandes discursos de Jesús: el primero es el Sermón de la montaña, ubicado en los capítulos 5, 6 y 7; el segundo trata sobre la misión de los apóstoles, que se encuentra en el capítulo 10; el tercer discurso es el de las parábolas, ubicado en el capítulo 13; el cuarto discurso trata sobre los términos del discipulado y de la comunidad, que podemos leer en el capítulo 18; y el quinto es el discurso de la llegada futura del reino de Dios, ubicado en los capítulos 24 y 25.

Hoy meditamos el texto que se encuentra después de las bienaventuranzas. Con las comparaciones de la sal y de la luz, elementos tan necesarios en la vida cotidiana, Jesús hace referencia a preservación de la fe, de la Palabra y de la acción santificante.

En cuanto a la luz, ésta, sin el testimonio, se vuelve opaca, ya que la luz brilla solamente a través de las obras. Recordemos la carta a los Efesios de San Pablo, en el capítulo 5, versículo 8: «si en un tiempo eran tinieblas, ahora son luz por el Señor: vivan como hijos de la luz».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Las bienaventuranzas constituyen la carta magna del nuevo programa divino y son el trazo más bello del rostro de Jesús. Después de que Nuestro Señor Jesucristo las enunció, realizó las comparaciones comprometedoras para sus discípulos y seguidores que hoy meditamos.

El seguimiento comprometido a Nuestro Señor Jesucristo hace que todos los cristianos, de manera individual y en comunidad, sean “sal”, porque con el cumplimiento y difusión del Evangelio le dan sabor a la vida.

Son luz para el mundo porque anuncian a Jesús, luz del mundo. Así mismo, las comunidades que activamente proclaman y dan testimonio de la gratuidad del amor de Dios, son como ciudades visibles situadas en lo alto de un monte.

Por eso, como afirma Cromacio: “Quienes han sido educados para la sabiduría del cielo, deben permanecer firmes, de manera que no se vuelvan insípidos, víctimas de las argucias del demonio”. De esta manera, todos estamos llamados a ser reflejo de la luz de Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿Damos testimonio de la bondad de la Santísima Trinidad en nuestras vidas? ¿Ayudamos a nuestros hermanos a acercarse a la luz de Nuestro Señor Jesucristo?

Que las respuestas a estas preguntas fortalezcan nuestras intenciones y acciones para dar testimonio de toda misericordia, bondad y providencia de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, tú que premias con el banquete celestial a quienes son luz para el mundo, concédenos la gracia del Espíritu Santo para tomar plena consciencia de los dones que poseemos y, con nuestra plena disposición, los pongamos al servicio del proyecto de salvación que tienes para la humanidad.

Padre eterno, te pedimos por todos los consagrados y consagradas para que, con su testimonio, sean la sal y la luz que el mundo necesita.

Amado Jesús, Salvador de la humanidad, tú que eres la luz que alumbra a las naciones, ilumina a todas las personas que aun te desconocen y haz que crean en ti, Dios verdadero.

Amado Jesús, te pedimos que envíes tu Santo Espíritu a los que rigen los pueblos, para que su labor sea siempre de servicio, justicia y paz.

Padre eterno, concede a todos los difuntos, de todo tiempo y lugar, gozar siempre de la compañía de Nuestra Santísima Madre María, de San José y de todos los santos.

Santa Madre de Dios, Reina de la paz, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo, a través de la lectura de un escrito de Santa Teresa de Calcuta:

«Los cristianos son para los demás, para todos los hombres del mundo entero, como la luz. Si somos cristianos, debemos asemejamos a Cristo. Si aprendéis el arte de la deferencia, cada día os asemejaréis más y más a Cristo, cuyo corazón era humilde y estaba siempre atento a las necesidades de los hombres. Una santidad grande empieza por esa atención a los demás; nuestra vocación, si queremos que sea bella, debe estar del todo llena de esa atención. Allí por donde pasó Jesús, hizo el bien. Y la Virgen María, en Caná, solo pensó en las necesidades de los demás y en comunicarlas a Jesús.

Un cristiano es un sagrario del Dios vivo. Él me ha creado, me ha escogido, ha venido a habitarme porque tenía necesidad de mí. Ahora que habéis aprendido cuánto os ama Dios, ¿hay algo que sea más natural para vosotras que pasar el resto de la vida irradiando este amor? Ser verdaderamente cristiano es acoger plenamente a Cristo y llegar a ser otro Cristo. Es amar como somos amados, como Cristo nos amó en la cruz».

Hermanos: comprometámonos a ser luz para el mundo. Pidamos diariamente al Espíritu Santo los dones que fortalezcan nuestras intenciones y acciones para poner en práctica la Palabra de Dios mediante la realización de obras de misericordia espirituales y corporales.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.