LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA 5 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
DÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador». Lc 1, 46-47.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 1-13
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos meticulosamente, aferrándose a la tradición de los antiguos; y, al volver de la plaza, no comen sino se purifican. Y hay otras cosas que observan por tradición, como la purificación de vasos, jarras y ollas. Por eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los antiguos?». Él les contestó: «Bien profetizó lsaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos». Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres».
Y añadió: «¡Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios para conservar su tradición! Moisés dijo: «Honra a tu padre y a tu madre» y «el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte». En cambio, ustedes dicen: «Alguien puede decir a su padre o a su madre: Los bienes con que podría ayudarte son corbán (es decir, ofrenda sagrada)», y ya no le permiten hacer nada por su padre o por su madre. De ese modo, anulan la palabra de Dios por una tradición que ustedes mismos se han transmitido; y como estas, hacen muchas otras cosas».
Palabra del Señor.
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Hoy celebramos a la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Es la única memoria incorporada al calendario universal que hace referencia a una «aparición» mariana, que Bernadette Soubirous recibió, en 1858, en la que oyó este mensaje: «Yo soy la Inmaculada Concepción». Es importante precisar, que el dogma de la Inmaculada Concepción había sido proclamado tres años antes.
En sucesivas apariciones, Nuestra Santísima Madre le pidió a Bernadette que era necesario hacer penitencia y oración por los pecadores, y le solicitó que le erigieran una capilla en ese lugar.
El pasaje evangélico de hoy, denominado “Jesús habla sobre la tradición”, se encuentra también en el capítulo 15 de Mateo, entre los versículos 1 y 9.
Jesús no está en contra, ni pretende ignorar las tradiciones de su pueblo; Él busca combatir el legalismo que discrimina y excluye a los enfermos, a los pobres, a las mujeres y a los paganos. Los discípulos no cumplen las normas de pureza porque ya habían comenzado a liberarse de leyes que esclavizan y no están al servicio de la vida.
Jesús responde a las críticas de los fariseos y escribas recurriendo a las Escrituras, en la que se condena la hipocresía del culto que no es coherente con la vida. Y lo hace también refiriéndose a hechos cotidianos y familiares con el fin de desenmascarar el accionar hipócrita de mucha gente. A través de la lectura queda claro que a Jesús no le agradan las ofrendas que son fruto de la injusticia.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
Nuestra Santísima Madre, al presentarse como la Inmaculada Concepción, nos asegura que, con el poder del Espíritu Santo, es posible evitar el pecado, y nos invita tiernamente a luchar contra todo lo que nos separa de Dios y de nuestros hermanos.
En el pasaje evangélico de hoy, Nuestro Señor Jesucristo señala claramente que lo que purifica a las personas es la práctica cotidiana del amor, la solidaridad, la justicia, la misericordia y la entrega generosa a los demás, en especial, a aquellos que más necesitan del amor de Dios.
En el mundo actual, la búsqueda del reconocimiento y de los honores humanos va destruyendo la relación con Dios, otorgando a la imagen externa de las personas un mayor valor que a los sentimientos que motivan su accionar. Esta situación genera un panorama que crea confusión espiritual, especialmente, en los niños y jóvenes. Ante este escenario, se hace necesaria la promoción del amor de Dios en todos los aspectos, principalmente, en la práctica de las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo en la vida cotidiana.
Ello implica vivir una relación con Dios que nazca desde lo profundo del corazón, comprendiendo y reconociendo que Nuestro Señor Jesucristo es el Salvador del mundo, que murió en la cruz por nosotros, y que su resurrección es la muestra palpable de su victoria sobre el mal y la muerte.
Al mismo tiempo, significa ser plenamente conscientes que Nuestro Señor Jesucristo nos acompaña en cada instante de nuestra vida porque habita en nuestro corazón.
Meditando la lectura de hoy, respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: cuando realizamos buenas obras ¿buscamos el reconocimiento humano o aguardamos esperanzados la recompensa de la vida eterna? ¿Cuáles son las principales motivaciones que tenemos para practicar la fe cristiana?
Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a reconocer y practicar el amor de Dios y al prójimo.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Oh, Dios y Padre nuestro: por la Inmaculada Concepción de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, limpia nuestro corazón de toda maldad y nos veamos libres de nuestras culpas.
Padre eterno, tú que coronaste a Nuestra Santísima Madre como reina de cielos y tierra, haz que todos los santos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Padre eterno, tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores y a todos, abundancia de salud y de paz.
Espíritu Santo: instrúyenos e ilumínanos para que no nos aferremos a esquemas mundanos y podamos vivir siempre en la voluntad de Dios Padre y ser portadores del amor, de la paz y de la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo.
Madre Santísima, Inmaculada Concepción, Reina de la paz y de la esperanza, acompáñanos en nuestro camino para anunciar a través de nuestras vidas la venida del reino de los cielos y la liberación total de la humanidad. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios a través de Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Detengámonos en su confianza, disposición y docilidad para acoger a Dios y aceptar su voluntad y repitamos en nuestro corazón su maravilloso cántico del Magnificat:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado en su humilde esclava, pues mira, desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho cosas grandes por mí. Él es santo o y su misericordia llega a sus fieles, generación tras generación, su brazo interviene con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y ensalza a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Amén».
De la misma manera que Nuestra Santísima Madre, acoge y recibe al Santo Espíritu Santo, imitemos su docilidad y dispongamos nuestros corazones para recibir a Jesús en nuestras vidas, y contribuyamos siempre a alcanzar la Paz del Señor en nuestras familias y entorno.
Hermanos, que el amor de la Santísima Trinidad y el ejemplo de Nuestra Santísima Madre se manifiesten a través de nosotros mediante acciones de gracias, realizando obras de misericordia, meditando la Palabra y rezando el Santo Rosario.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.