MARTES DE LA SEMANA 6 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA 6 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«¿Teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen? ¿No recuerdan cuántos canastos llenos de pan recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?». Mc 8, 18-19.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 13-21

Jesús subió de nuevo a la barca y se fue al otro lado del lago. Los discípulos se habían olvidado llevar panes y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: «Estén atentos con la levadura de los fariseos y con la levadura de Herodes». Ellos comentaban: «Lo dice porque no tenemos pan».

Dándose cuenta, Jesús les dijo: «¿Por qué comentan que no tienen panes? ¿Aún no comprenden ni entienden? ¿Es que tienen la mente enceguecida? ¿Teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen? ¿No recuerdan cuántos canastos llenos de pan recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?». Ellos contestaron: «Doce».

«¿Y cuántas canastas de sobras recogieron cuando repartí siete entre cuatro mil?». Le respondieron: «Siete». Entonces, Jesús les dijo: ¿Y aún no entienden?».

Palabra del Señor.

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El pasaje de hoy, denominado “Ceguera de los discípulos”, se ubica luego del texto en el que los fariseos pedían a Jesús una señal del cielo. Esta lectura también se encuentra en el capítulo 16 de Mateo, entre los versículos 5 y 12.

Hay que precisar que hoy meditaremos los versículos 13 al 21, pero el pasaje se extiende hasta el versículo 26. Los versículos del 22 al 26 narran la curación de un ciego en Betsaida que meditaremos el día de mañana.

Uno de los elementos simbólicos del texto es la levadura, que en esta ocasión representa un signo negativo de fermentación, que hace crecer el pan de la incomprensión y de la incredulidad, características negativas de los fariseos y herodianos, figuras claves de la religión y del gobierno de la época, respectivamente.

Ante la recomendación inicial de Jesús, los discípulos revelan una total incomprensión; por ello, con una serie de preguntas Jesús los reprende duramente, comparando su incredulidad e incomprensión con la de sus adversarios. Fueron momentos críticos ya que, en esta situación, por increíble que parezca, los discípulos no se diferenciaban mucho de los enemigos de Jesús.

Los discípulos todavía no comprendían la verdadera misión de Jesús, estaban seriamente confundidos y Jesús, consciente de ello, iba abriéndoles los ojos para que vayan entendiendo el misterio de Dios Padre en Él. De esta manera, Jesús quería evitar la creencia de que su misión tenía fines políticos.

Con las preguntas, Jesús trata de que los discípulos repasen las experiencias vividas con Él en su peregrinaje misionero, pero desde una nueva perspectiva. Las preguntas sobre los trozos sobrantes y sus respuestas buscan que desaparezca en los discípulos la preocupación por los alimentos.

Este texto tiene una gran trascendencia, ya que invita a confiar ciegamente en la providencia divina y a creer con fe en las enseñanzas de Jesús.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Esta lectura demuestra que la fe requiere de un proceso gradual de maduración y crecimiento. Al igual que los discípulos, nosotros, algunas veces, transitamos por momentos de confusión. También nos dejamos llevar por nuestros miedos y preocupaciones cotidianas que nos impiden reflexionar todos los acontecimientos que suceden en nuestra vida con la luz de la Palabra y de la fe.

Nuestra vida, todos los dones que recibimos a cada instante no solo son gestos que revelan la grandeza de la Santísima Trinidad, representan también el fundamento de nuestra misión en esta vida terrena. Por ello, debemos estar agradecidos eternamente por tanta bondad y amor. Así mismo, debemos tener presente todas las gracias y dones que Dios nos otorga y dar testimonio de ello.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Tenemos presente, agradecemos entendemos y comprendemos toda la acción divina que la Santísima Trinidad realiza en nuestras vidas? ¿Nos asombramos por todos los prodigios que Dios realiza en nosotros cada día, a cada instante?

Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a comprender los signos de la presencia de la Santísima Trinidad en medio de nosotros.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Santísima Trinidad: te alabamos y bendecimos por tanta bondad, amor y misericordia. Otórganos y aumenta en nosotros la gracia del asombro para llevarte en nuestro corazón todos los instantes de nuestra vida, aun en medio de las tribulaciones.

Amado Jesús, fuente de pureza, amor y misericordia, acéptanos con nuestros miedos y confusiones, y transfórmanos en verdaderos discípulos tuyos.

Santo Espíritu de Dios, creador y santificador, envía tus dones y condúcenos por el camino del coraje y del riesgo, donde tú, fuente del divino asombro, estás siempre presente.

Amado Jesús, misericordia pura, recibe en tu mansión eterna a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, y envía tus ángeles para que acompañen a los moribundos en el tránsito de esta vida terrenal al cielo.

Madre Santísima, Bendita Tú, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de Santa Gertrudis de Helfta:

«Como reza el salmo 62: “Dios mío, desde la aurora te busco” … Oh luz serena de mi alma, resplandeciente por la mañana, nace en mi cada mañana; brilla sobre mí con tanta claridad que “en tu luz contemple la luz” (según el Salmo. 35). Que, por ti, mi noche se convierta en día. Mi mañana deseada, que, por amor de tu amor, tenga por nada y vanidad todo lo que no eres tu. Visítame desde el amanecer, para transformarme totalmente en ti… Destruye lo que es mío; haz que me transforme totalmente en ti, de modo que nunca más pueda encontrarme en mí durante este tiempo limitado, sino que permanezca estrechamente unida a ti por toda la eternidad…

¿Cuándo seré saciada por una belleza tan grande y brillante? Tú Jesús, Estrella resplandeciente de la mañana, resplandeciente de claridad divina, ¿cuándo seré iluminada por tu presencia? ¿Esplendor tan digno de amor, cuándo me saciarás de ti? ¡Oh, si solamente aquí abajo pudiera percibir un poco, los delicados rayos de tu belleza…, por lo menos saborear anticipadamente tu dulzura, saborearte de antemano, tú que eres mi herencia elegida! … Tú eres el espejo resplandeciente de la santa Trinidad que permite contemplar a los de mirada pura y limpio corazón: allí arriba cara a cara, aquí abajo sólo un reflejo».

Señor, nos comprometemos el día de hoy a pensar y reflexionar sobre tu amor y reconocer la misión que has puesto en nuestro corazón. Así mismo, nos comprometemos a reconocer tu presencia y divinidad en todas las situaciones que se nos presenten, en el prójimo, en las alegrías y tristezas, en todas las cosas, porque todo lleva tu divino sello.

Señor, Dios fiel y fuente del divino asombro, para el día de hoy, hago el propósito de proclamar tu palabra con el lenguaje de las obras de misericordia.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.