MIERCOLES DE CENIZA – TIEMPO DE CUARESMA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MIERCOLES DE CENIZA – TIEMPO DE CUARESMA – CICLO A

«Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará». Mt 6, 6.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tengan cuidado de practicar las buenas obras delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendrán recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo.

Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y calles, con el fin de ser honrados por los hombres; les aseguro que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Les aseguro que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ayunen no pongan cara triste, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Les aseguro que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».

Palabra del Señor.

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Con el Miércoles de Ceniza se inicia la Cuaresma, período en el que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo en la Semana Santa.

La imposición de la ceniza es un sacramental que se remonta a la Iglesia primitiva. Su función está descrita en el documento de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, precisamente en el artículo 125 del “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia”.

El evangelio de hoy se ha extraído del Sermón de la Montaña y nos ofrece una ayuda para hacernos entender cómo practicar las tres obras de piedad: oración, limosna y ayuno, así cómo utilizar bien el tiempo de Cuaresma.

El modo tradicional de cumplir estas tres obras son las siguientes: compartir nuestros bienes con los pobres mediante la limosna; vivir en contacto con Dios a través de la oración y saber controlar nuestro ímpetu y nuestros deseos mediante el ayuno.

Pidamos a Dios Padre que la lectura orante de la Palabra, con la ayuda de Espíritu Santo, nos permita obtener la creatividad necesaria para encontrar nuevas formas de vivir estas tres prácticas tan importantes en la vida cristiana.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

El sentido fundamental de la Cuaresma es el misterio que encierra el camino de Jesús a Jerusalén, hacia su pasión, muerte y resurrección, camino que nos revela una realidad inimaginable.

En el pasaje evangélico de hoy, Nuestro Señor Jesucristo nos pide primero que juzguemos nuestros actos, es decir, que nos juzguemos a nosotros mismos y evitemos juzgar a los demás. Esta actitud debemos acompañarla con la humildad para reconocer nuestros pecados, en el arrepentimiento y en nuestros sacrificios, que son acciones que debemos realizar en forma personal, sin tratar de quedar bien ante nadie, solo pensando que «nuestro Padre que está en lo secreto; y nuestro Padre, que ve en lo secreto, nos recompensará».

El texto cuestiona las fibras más íntimas de nuestro corazón, ya que es una invitación a practicar la valentía; en este sentido, intentemos responder lo siguiente:

  • ¿Nuestras acciones están motivadas por la búsqueda del éxito y de los honores y privilegios humanos o nuestra vida tiene un sentido cristiano?
  • ¿Juzgamos a los demás antes que a nosotros mismos?
  • Ante mis pecados, mis malas actitudes, arrepentimientos, sufrimientos, ¿somos humildes y nuestras oraciones son personales y sin necesidad de demostrar nada a los demás?
  • ¿Estamos dispuestos a reflexionar sobre nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás, y sobre nuestra cercanía al Señor a través de los sacramentos?
  • ¿Qué aspectos de nuestras vidas estamos dispuestos a abandonar completamente a la gracia de Dios?
  • ¿Qué podemos hacer para testimoniar que este tiempo de Cuaresma es un tiempo de interioridad y no de superficialidad?

En una carta a Ascanio Colonna, San Ignacio de Loyola decía: “Son muy pocos los que se dan cuenta de lo que Dios haría de ellos si se abandonaran en sus manos y se dejaran formar por su gracia”. Por ello, pidamos al cielo la gracia para que las respuestas a las preguntas planteadas nos ayuden a buscar solo la mirada de Dios Padre, que ve en lo escondido.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, te pedimos por la Iglesia para que, en este tiempo cuaresmal y animada por el Espíritu Santo, motive y acompañe a los fieles hacia un encuentro vivo con Nuestro Señor Jesucristo.

Padre eterno, te pedimos por los jóvenes del mundo, para que puedan descubrir el rostro amoroso, bondadoso y misericordioso de Nuestro Señor Jesucristo.

Padre eterno, Padre celestial, acaba con todas mis rebeliones contra tu Santo Nombre. Haz que, a través de la gracia de este tiempo de Cuaresma, la gloria de tu imagen brille más perfectamente a través de todo mi ser y de todas mis acciones cotidianas.

Hermanos: oremos como San Buenaventura: “Benignísimo Jesús mío, por el amor con el que padeciste por mi alma tantos desprecios, irrisiones, negaciones y tormentos ¡Ten misericordia de mí!”.

Amado Jesús, concédenos, el coraje de abandonarnos totalmente en tus manos en estos días cuaresmales. Danos la alegría de tu Espíritu Santo, sostennos con tu Palabra, y concédenos prepararnos a tu encuentro con un corazón limpio y una fe siempre dispuesta a hacer el bien a nuestros hermanos.

Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con la lectura de un escrito del padre Pablo Cervera Barranco:

«El signo de la ceniza con el que la Iglesia comienza públicamente este tiempo de penitencia es muy elocuente. No hace falta mucha explicación, habla casi por sí solo. El hombre viene de la tierra (Adán significa «sacado de la tierra, del barro») y al morir vuelve a la tierra en forma de polvo, de ceniza.

Entre esos dos momentos discurre la vida de cada uno. Esta puede vivirse con un horizonte de futuro, con esperanza, o como un caminar sin sentido, hacia la nada. El signo de la ceniza no expresa nihilismo, sino finitud de la criatura, y presenta la ocasión para pensar en el sentido de la vida con horizonte de eternidad.

Al imponernos la ceniza, se nos dice: «Polvo eres y al polvo volverás», o bien, «Conviértete y cree en el evangelio». Recuerda que eres muy poca cosa, pero se te anuncia algo y alguien que te dará esperanza: la vida eterna y a Jesucristo, que te la da: vuélvete, conviértete, a él.

El evangelio nos presenta el «trípode» cuaresmal gracias al cual podemos caminar con la mirada puesta en Cristo. Esto es lo importante, y no las obras en sí. La intensificación de la oración nos hace llenarnos más de Cristo. En la medida en que me lleno del Señor, veo que puedo prescindir de ayunar de muchas cosas. Y el fruto de ese desprendimiento es la limosna. La ejercitación de este «trípode» no tiene como fin que nos vean, que se «asombren» ante lo que hacemos. Solo importa una mirada: la mirada del Padre, que ve en lo escondido».

Queridos hermanos, hagamos el compromiso de examinar nuestra vida y nuestra relación con Dios, con los hermanos y con nosotros mismos. Hagamos el propósito de acercarnos más a Dios en esta Cuaresma a través de la lectura orante y activa de su Palabra, y de la reconciliación sacramental.

Hoy día, dispongamos de un tiempo para rezar ante el Santísimo Sacramento contemplando la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Instituyamos en nuestras vidas un servicio en nuestras comunidades en favor de las personas más necesitadas.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.