LUNES DE LA SEMANA 1 DE CUARESMA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA 1 DE CUARESMA – CICLO A

«Entonces el rey dirá a los de su derecha: «Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me dieron hospedaje, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a ver”». Mt 25, 34-36.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus, discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces el rey dirá a los de su derecha: «Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me dieron hospedaje, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a ver”. Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?, ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?». Y el rey les dirá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hicieron».

Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apártense de mí, malditos, váyanse al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, fui forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y ustedes no me vistieron, enfermo y en la cárcel y no me visitaron». Entonces también contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?». Y él entonces les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo». Y estos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor.

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El pasaje evangélico de hoy, denominado “Juicio a las naciones” o “Juicio Final”, pertenece al quinto discurso de Jesús que presenta Mateo: “El discurso escatológico”. En este texto se presenta una semblanza del Juicio Final. La intención de Jesús en este discurso es advertir y, la vez, preparar para superar la prueba final, mediante la presentación de seis maneras de amar al prójimo.

En este evangelio, Jesús se auto identifica como el hombre de origen divino enviado por Dios para juzgar a cada uno de nosotros como el Rey de la gloria y dicha reunión será en el final de los tiempos.

Jesús será el juez justo y es, al mismo tiempo, el pobre y, en consecuencia, el testigo fidedigno para evaluar la vida de cada persona. Habrá dos situaciones: una de premio y otra de castigo según las obras de cada uno, las cuales dependerán de la caridad que practiquemos hacia nuestros semejantes que, por las circunstancias de la vida, necesitaron en algún momento, de nuestro amor y cuidado.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

A lo largo de la vida, todos, absolutamente todos, hemos tenido la oportunidad de conocer a Nuestro Señor Jesucristo, de ayudarlo y de servirlo, puesto que se nos ha presentado a todos, de “incognito”, con la ropa pobre y humilde de sus hermanos más pequeños.

El mensaje es claro y contundente: si dejamos de hacer el bien a nuestro prójimo, dejamos de hacer el bien a Jesús. Él es el buen pastor, se preocupa por su rebaño, por la salvación de sus ovejas; por ello, se dirige también a todos los hermanos que han descuidado su compromiso cristiano con los más necesitados, con el fin de que despierten de la indiferencia ante la presencia oculta del Rey de reyes en todos los rostros doloridos.

El ejercicio de la bondad en los más necesitados no solo tiene un componente material, sino también un componente espiritual. Por ello, debe surgir en nuestro corazón el siguiente cuestionamiento: ¿realmente quiero imitar a Jesús? Con mis obras, ¿hago lo que Jesús espera de mí?

Muchas veces nos conmovemos y nos doblegamos ante el sufrimiento de un animal, lo cual no está mal, pero, sabiendo que Nuestro Señor Jesucristo está presente en los hermanos más necesitados ¿no nos conmovemos ante sus sufrimientos?

Por ello, debemos pedir a Nuestro Señor Jesucristo, un corazón sensible al dolor y al sufrimiento de nuestros hermanos y no escatimar esfuerzos para socorrerlos en sus tribulaciones y necesidades.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, Rey de la gloria, tú siempre sales a nuestro encuentro con humildad, sin esplendores, sin poder ni pretensiones: tu indigencia es siempre un grito callado. Haz nuestro corazón compasivo para consolarte, danos manos atentas para abrigarte y saciar tu hambre, pies ligeros para ir a visitarte hoy mismo, en tus hermanos más pequeños, que también son hermanos nuestros. Haz de nuestra existencia en la tierra una incansable peregrinación de caridad con nuestros hermanos más débiles, para que, llegados finalmente al umbral de tu Reino, podamos oír tu invitación: Venid, benditos de mi Padre.

Haz, Señor Jesús que recibamos la gracia de amar al prójimo como a nosotros mismos. Señor que siempre se nos revele tu rostro amoroso en el más necesitado y nos revistamos de entrañas de misericordia de bondad, de humildad, de mansedumbre, de ti, mi Señor Jesús.

Padre eterno, te pedimos por los gobernantes y líderes de grupos de toda índole, para que, venciendo los intereses egoístas, trabajen por la justicia y busquen el bien de todas las personas, en especial, de los más necesitados.

Padre eterno, por la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, ten misericordia de todos lo difuntos de todo tiempo y lugar, así como de las personas agonizantes.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Reyna de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos al Señor con la lectura de una parte del salmo 18:

«La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante; los mandamientos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos; la voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulce que la miel de un panal que destila. Aunque tu siervo vigila para guardarlos con cuidado, ¿quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta.

Preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine y así quedaré libre e inocente del gran pecado.

Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón. Señor, roca mía, redentor mío».

Amado Señor, te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo, muevas nuestros corazones en este día para seamos instrumentos de tu amor y misericordia con nuestros hermanos más necesitados.

Señor, me comprometo el día de hoy a imitar tu compasión haciendo obras de misericordia espirituales y corporales a las personas más necesitadas dando mi tiempo para reconfortarlas, compartiendo mi pan con el hambriento, aplacando la sed del sediento, siendo hospitalario con quien lo necesite, vistiendo a quien le falte abrigo, visitando a los enfermos y encarcelados.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.