DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR – CICLO A

«¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!». Mt 21, 9.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 1-11

Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al poblado de enfrente; encontrarán enseguida una burra atada con su pollino, desátenlos y tráiganmelos. Si alguien les dice algo, contéstenle que el Señor los necesita y los devolverá pronto». Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: «Digan a la hija de Sion: «Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, cría de un animal de carga»».

Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la burra y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús montó encima. La multitud extendió sus mantos por el camino, algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban el camino. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!». Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: «¿Quién es este?». La gente que venía con él decía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea».

Palabra del Señor.

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Con el pasaje evangélico de hoy se inicia la semana central del año litúrgico. El texto narra el ingreso mesiánico de Jesús en Jerusalén, marcando así el comienzo de la fase culminante del misterio de la redención de la humanidad. Este texto también se ubica en el capítulo 19 de san Lucas, versículos 28 al 40, y en el capítulo 11 de Marcos, entre los versículos 1 y 11.

Hoy, domingo de ramos, se presenta un contraste notorio: al inicio de la celebración se presenta la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y, en la liturgia de la Palabra, leemos la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Jesús entra a Jerusalén de manera decidida y revestido de valor, en medio del agravamiento del conflicto con las autoridades judías y sabiendo el sacrificio que le espera. Mientras tanto, los peregrinos, llenos de entusiasmo, alaban al Señor por todas las gracias que han recibido de Él. Sin embargo, días después, muchas de las personas que lo recibieron con aclamaciones, serán las que pidan su crucifixión.

El gesto humilde de Jesús de entrar en Jerusalén montado en un asno revela que su mesianismo seguirá un diseño divino, totalmente distante de los esquemas del poder y la gloria humana.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Hermanos: hoy se inicia la Semana Santa en medio de la crisis global desatada por el coronavirus. Esta situación representa una oportunidad para reconocer, con humildad, de que, sin Dios, somos la nada absoluta.

Vivamos estos momentos con fe creciente. Pidamos al cielo la paz, la fortaleza y la salud para toda la humanidad. Aprovechemos este tiempo para fortalecer nuestros vínculos familiares, vivamos la experiencia de la Iglesia doméstica y mediante los medios digitales asistamos a la Santa Misa. Alabemos a Dios en medio de la prueba; hagamos de nuestros corazones, templos vivientes de Nuestro Señor.

Hermanos: con su entrada triunfal, Jesús viene a darnos un testimonio viviente del inconmensurable amor que Él tiene por todos nosotros y por toda la humanidad.

La entrada triunfal de nuestro Redentor es también una invitación a fortalecer nuestra fidelidad y una exhortación a que nuestro seguimiento a Jesús sea coherente y constante. Por ello, tratemos de dar respuesta a las siguientes interrogantes:

  • ¿Somos capaces de expresar nuestra alegría por el regalo del misterio de la salvación que nos hace Jesús? ¿soy capaz de alabarlo por ello?
  • ¿Nuestro seguimiento y fidelidad a Jesús es constante o es muy variable según las circunstancias de mi vida?

Que las respuestas a estas preguntas nos permitan alcanzar la alegría de la salvación a la que Jesús nos invita permanentemente y a gloriarnos en Dios, nuestro Salvador.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

En estos momentos difíciles para la humanidad, oremos de corazón:

Amado Jesús, Señor de los Milagros, te alabamos y agradecemos tu cercanía en los momentos difíciles de tu pueblo. Hoy venimos a tu presencia para rogar por el mundo, ante la amenaza que enfrentamos.

Hoy te pedimos protección ante el riesgo que significa la pandemia del coronavirus. Que asumamos con serenidad, todo lo necesario para ayudarnos entre nosotros haciendo lo que corresponda para cuidarnos y cuidar a los demás. Líbranos de la ansiedad y la obsesión, sabiendo que si caminas a nuestro lado nada debemos temer.

Te rogamos que nos otorgues tu fortaleza, que no nos angustiemos, sino que sepamos unirnos con esperanza ante la adversidad. Protege a nuestras familias, y concédenos el don de la salud física, mental y espiritual, confiando en tu poder sanador.

Amado Jesús: no abandones a los fieles que te abandonaron, más bien, concédenos la gracia de la conversión y volveremos a ti, Señor, Dios nuestro.

Amado Jesús: que tu pasión nos estimule siempre a vivir renunciando al pecado, para que, libres de toda esclavitud, podamos celebrar santamente tu resurrección.

Amado Jesús: te pedimos que entres triunfante en nuestras vidas, nos renueves con tu amor y nos fortalezcas con tu Santo Espíritu, purificando nuestro seguimiento.

Amado Jesús, Señor de los Milagros, te amamos, acompáñanos en nuestro caminar, te lo pedimos por intercesión de tu Madre, Nuestra Santísima Madre, salud de los enfermos y fortaleza de los débiles.

Amado Jesús, te pedimos por todos los moribundos y los difuntos, en especial, por aquellos que han partido o están partiendo de este mundo sin el auxilio espiritual, para que obtengan tu misericordia y tomen parte en tu gloriosa resurrección.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: repitamos hoy y siempre, aquella sagrada expresión de los niños de Jerusalén, mientras vamos agitando los ramos espirituales de nuestra alma:

«¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!».

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Antonio de Padua:

«Mira a tu rey. De este rey, el Apocalipsis nos dice: Sobre su vestido y sobre su costado lleva esta inscripción: Rey de reyes y Señor de los señores. Su vestido son lienzos; su costado es su carne. En Nazaret, donde se hizo carne, fue coronado como con una diadema; en Belén fue envuelto en pañales como si fuera púrpura real. Estos fueron los primeros signos de su realeza. Y contra estos signos se han rebelado sus enemigos para dejar señal de su voluntad de querer quitarle su realeza; durante su pasión fue despojado de sus vestiduras y su carne fue traspasada por los clavos. Mejor dicho: entonces fue cuando se le dio el complemento de sus insignias reales: tenía la corona y la púrpura, pero recibió el cetro cuando cargando con su cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera”. Desde entonces, tal como dice Isaías, la dignidad real descansa sobre sus hombros.

Mira a tu rey, que viene a ti para tu felicidad. Viene en dulzura dejarse amar, y no en poder para hacerse temer. Viene sentado sobre una borrica. Las virtudes propias de los reyes son la justicia y la bondad. Así tu rey es justo: Paga a cada uno según su conducta. Es bueno, es tu redentor. Es también pobre, tal como dice el apóstol Pablo: Se anonadó tomando la condición de esclavo».

Hermanos: en este particular momento, pongámonos de rodillas ante Nuestro Señor Jesucristo alabémoslo de corazón, convirtámonos en sagrarios vivientes de Él.

Queridos hermanos: Jesús llega a nuestras vidas, recibámoslo imitando a quienes salieron a su encuentro en Jerusalén, pero no lo hagamos solo con ramas de olivo, sino postrándonos nosotros mismos, con arrepentimiento, para alabarlo y recibirlo en nuestros corazones.

En esta Semana Santa, destinemos tiempo para pedir al cielo el perdón divino y, el viernes, que en nosotros muera todo pecado, para que el domingo renazcamos en el Señor, con la alegría y el júbilo de la salvación que Él nos trae.

Hagamos también el propósito de meditar, durante esta Semana Santa, la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, según san Mateo, capítulo 26, versículos del 14 al 27, y 66. En esta meditación, identifiquemos de manera especial todas las actitudes positivas de todos los personajes de la lectura y proclamemos a Jesús rey de nuestras vidas.

Hermanos: sigamos comprometidos también con el respeto a las disposiciones gubernamentales y eclesiales para cuidar y defender la vida frente a la pandemia que afecta a la humanidad.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.