MARTES DE LA SEMANA SANTA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA SANTA – CICLO A

«Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios has sido glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo y lo hará muy pronto». Jn 13, 31-32.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, sin saber por quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Jesús le contestó: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan mojado». Y, mojando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que tienes que hacer hazlo pronto». Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios has sido glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que les dije a los judíos: “Adonde yo voy, ustedes no pueden venir”».

Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, me seguirás más tarde». Pedro insistió: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Jesús le contestó: «¿Darás tu vida por mí? Pues te aseguro que antes que cante el gallo, me negarás tres veces».

Palabra del Señor.

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Queridos hermanos: en esta situación difícil y compleja que afronta la humanidad, seamos responsables y solidarios con nuestras familias, con nuestras comunidades, con el país y con la humanidad.

El pasaje evangélico de hoy está integrado por el texto “Jesús anuncia la traición” y por parte del texto denominado “Amor fraterno”. En la lectura, la palabra de Jesús va adquiriendo precisión cuando anuncia que uno de sus discípulos lo va a entregar, ya que en el camino a Jerusalén había revelado tres veces su muerte.

Pero Jesús anuncia la traición profundamente conmovido; su alma experimenta los sentimientos humanos ante el advenimiento de su pasión y muerte. En el texto se distinguen cinco aspectos importantes:

  • Primero: se aprecia el amor, desconcierto y curiosidad de los discípulos de Jesús que desean conocer al traidor.
  • Segundo: se observa cómo el poder de la oscuridad inspira y dirige a uno de los discípulos.
  • Tercero: Jesús mismo le da la orden a Judas Iscariote para que lleve a cabo su plan traicionero.
  • Cuarto: se consuma la traición durante la noche, luego de la cena; Judas ingresa al mundo de las tinieblas apartándose de la luz, que es Jesús.
  • Quinto: se inicia la glorificación de Jesús, pero Pedro no comprende las expresiones de Jesús y realiza una promesa que no podrá cumplir ya que Jesús le vaticinó que lo negará tres veces, antes de que cante el gallo.
  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En estos difíciles momentos, reconozcamos a Nuestro Señor Jesucristo en todas las personas que sufren por causa de la pandemia.

En la lectura de hoy, Jesús, profundamente conmovido, enfrenta la traición de Judas Iscariote y puede leer en los corazones de sus discípulos la triple negación de Pedro y el abandono de la mayoría de ellos, que experimentará en los momentos que se avecinan.

Nosotros, como testigos de estos momentos difíciles, estamos invitados también a tomar la decisión trascendente de seguir a Jesús, con fidelidad y valor.

En esta Cuaresma, el Señor nos invita a seguirle, nos muestra su amor misericordioso, exhortándonos a amar como Él nos ama; pero, también, interpela nuestras acciones contrarias a sus preceptos. Próximos a vivir en el corazón, la pasión, crucifixión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, respondamos lo siguiente: ¿Nuestro seguimiento a Jesús es fiel y constante? En nuestra vida, ¿cómo hemos enfrentado o enfrentaríamos situaciones de traición y negación?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a seguir a Jesús con libertad y fidelidad.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

En estos momentos difíciles para la humanidad, oremos de corazón con el Papa Francisco:

“Oh, María, tu resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. Nosotros nos confiamos a ti, salud de los enfermos, que junto a la cruz te asociaste al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe. Tú, salvación de todos los pueblos, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba. Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que nos diga Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado con nuestros dolores para llevarnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh, Virgen gloriosa y bendita! ¡Amén!”.

Gracias Padre eterno por todas las personas que trabajan directa o indirectamente enfrentando la pandemia que azota a la humanidad, otórgales la fortaleza y el gozo de servirte a través de los enfermos y personas indefensas.

Padre eterno: te pedimos que en nuestros momentos de debilidad encontremos aliento en la pasión de tu Hijo Jesús y que el Espíritu Santo nos fortalezca para hacer siempre lo bueno, lo recto y lo verdadero ante ti.

Amado Jesús, purifica nuestro seguimiento y concédenos, a través de tu Santo Espíritu, la gracia de consolar a los atribulados mediante el consuelo con el que tú nos confortas.

Amado Jesús, te pedimos por todos los moribundos y los difuntos, en especial, por aquellos que han partido o están partiendo de este mundo sin el auxilio espiritual, para que obtengan tu misericordia y tomen parte en tu gloriosa resurrección.

Madre Santísima, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo a través de un texto de Santo Tomás de Aquino:

«“Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”: estas palabras del Señor son palabras de alguien que consiente. En efecto, el diablo había puesto en el corazón de Judas traicionar a Jesús, y de esto había tratado ya con los jefes del pueblo. Con todo, no habría podido realizar la fechoría si el mismo Cristo no se lo hubiera permitido. En efecto, éste había afirmado: “Nadie puede quitarme la vida, sino que la ofrezco yo mismo”.

El momento de este episodio está marcado como tenebroso. El evangelista lo indica por dos motivos. Primero, para poner de manifiesto la gravedad de la malicia de Judas, que se había extendido hasta tal punto en su corazón que no esperó, por la inoportunidad del tiempo, hasta la mañana siguiente.

Por otra parte, para aludir a su estado de ánimo: “Era de noche”, porque el alma de Judas, el traidor, estaba oscurecida respecto a la luz divina: “Si alguien camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si alguien camina de noche, tropieza porque le falta la luz”».

Queridos hermanos, en estos difíciles momentos, acudamos a la misericordia divina a través de la indulgencia plenaria que la Iglesia pone a nuestro alcance y, cuando la crisis pase, hagamos una buena confesión.

Queridos hermanos, sigamos meditando durante esta semana la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. En esta meditación, reflexionemos sobre nuestro seguimiento a Jesús y, luego de un profundo silencio y oración, proclamemos a Jesús rey de nuestras vidas.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.