LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA 3 DE PASCUA – CICLO A
MEMORIA OBLIGATORIA DE SAN ATANASIO, OBISPO Y DOCTOR
Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?». Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». Jn 6, 67-69.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro. ¿Quién puede hacerle caso?». Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne de nada sirve. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen».
Porque Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede». Desde entonces, muchos discípulos suyos se retiraron y ya no andaban con Él.
Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?». Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Palabra del Señor.
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La Iglesia celebra hoy a San Atanasio, llamado también Atanasio el Grande o Atanasio de Alejandría. Nació cerca del año 296 y murió el 2 de mayo de 373.
Estudió derecho y teología. San Atanasio es el prototipo de la fortaleza cristiana. Fue el máximo defensor y creyente del tema de la Encarnación. Escribió numerosas obras por las cuales ha merecido el honroso título de doctor de la Iglesia.
La lectura de hoy se ubica inmediatamente después del discurso eucarístico de Jesús, que comprende los versículos del 22 al 59, del capítulo 6 del evangelio de San Juan y que hemos venido leyendo los días pasados.
En la parte inicial del texto de hoy, se encuentra la discusión entre algunos de los discípulos de Jesús, luego de que Jesús pronunciara expresiones simbólicas acerca de la Eucaristía, cuando se refería a su cuerpo y a su sangre; en el referido segmento, Jesús también habla sobre su ascensión al cielo.
Este pasaje evangélico narra las consecuencias del discurso eucarístico de Jesús y comprende también la confesión de Pedro, luego de que muchos discípulos abandonaran a Jesús por no comprender el simbolismo de su mensaje y el inmenso amor que esconden sus palabras.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
En la lectura de hoy queda claro que aquellos discípulos que abandonaron a Jesús no comprendieron el simbolismo de su mensaje porque no abrieron sus corazones al Espíritu y, obviamente, entraron en crisis y se alejaron.
Hermanos, sin la ayuda del Espíritu Santo y sin el don de la fe, jamás se comprenderá las revelaciones de Jesús y lo maravilloso de sus insondables misterios.
Jesús nos invita y espera con una respuesta radical; por ello, ante el alejamiento de tantos hermanos, nos pregunta a nosotros: «¿También ustedes quieren irse?». Ante dicha pregunta, de manera libre y voluntaria, ¿podemos responder como Pedro y seguir a Jesús, aún en las tribulaciones?
Hermanos, que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a acudir confiadamente a Jesús y ser testimonio vivo de su amor.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Dios todopoderoso y eterno, que suscitaste a San Atanasio como preclaro defensor de la divinidad de tu hijo, haz que nosotros, iluminados por sus enseñanzas y ayudados por sus ejemplos, crezcamos en tu conocimiento y en tu amor.
Amado Jesús, pan vivo bajado del cielo, te pedimos que, otorgándonos los dones de tu Santo Espíritu, vivifiques y aumentes nuestra fe.
Amado Jesús, que el Espíritu Santo nos ayude a comprender el simbolismo de tu Palabra y nos permita descubrir el amor que ella esconde con el fin de que sea escuela de vida para nosotros.
Padre eterno y misericordioso, tú que quisiste que tu Hijo resucitara, el primero entre los muertos, concede a los que son de Cristo resucitar con Él, el día de su venida.
Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.
- Contemplación y acción
Queridos hermanos, repitamos en nuestro corazón:
«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Hermanos: contemplemos el glorioso misterio de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo a través de una homilía de San Atanasio:
«El Verbo de Dios, incorpóreo, incorruptible e inmaterial, vino a nuestro mundo, aunque tampoco antes se hallaba lejos, pues nunca parte alguna del universo se hallaba vacía de él, sino que lo llenaba todo en todas partes, ya que está junto a su Padre.
Pero él vino por su benignidad hacia nosotros; y en cuanto se nos hizo visible, tuvo piedad de nuestra raza y de nuestra debilidad y, compadecido de nuestra corrupción, no soportó que la muerte nos dominase …
En el seno de la Virgen, se construyó un templo, es decir, su cuerpo, y lo hizo su propio instrumento, en el que había de darse a conocer y habitar. De este modo, habiendo tomado un cuerpo semejante al de cualquiera de nosotros, ya que todos estaban sujetos a la corrupción de la muerte, lo entregó a la muerte por todos, ofreciéndolo al Padre con un amor sin límites; con ello, al morir en su persona todos los hombres, quedó sin vigor la ley de la corrupción que afectaba a todos, ya que agotó toda la eficacia de la muerte en el cuerpo del Señor; y así, a la muerte, ya no le quedó fuerza alguna para ensañarse con los demás hombres, semejantes a él. Con ello, también hizo de nuevo incorruptibles a los hombres, que habían caído en la corrupción, y los llamó de la muerte a vida …
De ahí que el cuerpo que él había tomado, al entregarlo a la muerte como una hostia y víctima limpia de toda mancha, alejó al instante la muerte de todos los hombres, a los que él se había asemejado, ya que se ofreció en lugar de ellos.
De este modo, el Verbo de Dios, superior a todo lo que existe, ofreciendo en sacrificio su cuerpo, templo e instrumento de su divinidad, pagó con su muerte la deuda que habíamos contraído, y, así, el Hijo de Dios, inmune a la corrupción, por la promesa de la resurrección, hizo partícipes de esta misma inmunidad a todos los hombres … Es verdad, pues, que la corrupción de la muerte no tiene ya poder alguno sobre los hombres, gracias al Verbo, que habita entre ellos por su encarnación».
Hermanos, invoquemos diariamente al Espíritu Santo para que nos asista en todo momento, especialmente cuando nos encontremos frente a decisiones extremas, con el fin de elegir siempre a Jesús y no ofenderle.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.