LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA 4 DE PASCUA – CICLO A
SAN FELIPE Y SANTIAGO APÓSTOLES
«Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí». Jn 14, 6.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás «Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ahora ya lo conocen y lo han visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica: «Hace tiempo que estoy con ustedes ¿Y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre?” ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo les digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, Él mismo hace sus obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, crean a las obras.
Les aseguro, el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidan en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me piden algo en mi nombre, yo lo haré».
Palabra del Señor.
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Hoy celebramos a Felipe y Santiago, apóstoles. Felipe nació en Betsaida y fue discípulo de San Juan el Bautista. Felipe fue uno de los primeros apóstoles llamados por Jesús. Él fue quien preguntó a Jesús sobre la repartición de los panes: “¿Cómo vamos a darle de comer a tanta gente?” (Jn 6, 5-7).
Santiago es llamado el “Hijo de Alfeo”; también se le conoce como “El primo del Señor” porque su madre era pariente de la Virgen. A él se le atribuye la autoría de la primera epístola católica. Una de sus frases más profundas y famosas es: “La fe sin obras, está muerta”.
La lectura de hoy forma parte de una unidad literaria mayor, denominada “Jesús, camino hacia el Padre”, ubicada entre los versículos 1 y 31 del capítulo 14 de San Juan. Hoy reflexionaremos el texto comprendido entre los versículos 6 y 14.
En el pasaje evangélico de hoy, Jesús realiza la revelación más elevada de su identidad plena con Dios Padre. Jesús expresa claramente que Él es el único camino hacia el Padre y, a la vez, Él es el único camino del Padre hacia la humanidad.
Felipe pide una manifestación visible de la gloria del Padre, tal como había sido concedida a Moisés, según el Éxodo, capítulo 24, versículos del 9 al 11, sin percatarse, ni ser consciente de que a él le ha sido concedido un privilegio mayor: estar en la presencia de Nuestro Señor Jesucristo.
La expresión: «Yo estoy en el Padre y el Padre en mí», representa la unión del Padre y del Hijo, en todos sus atributos divinos.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
En nuestras vivencias diarias, observamos que el mundo nos propone múltiples caminos, pero recordemos que Jesús es el camino.
Así mismo, muchas veces nos encontramos ante falsas soluciones a problemas que nos pueden conducir a la ruina espiritual; en esos momentos recordemos que Jesús es la verdad.
Hermanos: cuántas veces el mundo nos presenta modelos de vida de esclavitud, disfrazados de libertad. Ante dichas propuestas, recordemos que Jesús es la vida, que Él es la vida eterna.
Frente a la revelación de Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida», tengamos siempre presente que donde está Jesús, está Dios Padre y está el Espíritu Santo, que la Santísima Trinidad siempre nos acompaña.
Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, es importante preguntarnos: ¿qué tan fuerte está nuestra fe en Jesús y en su Palabra? ¿Realizamos nuestras actividades en el Santísimo Nombre de Jesús?
Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos permitan reconocer, con fe, que Jesús es el camino, la verdad y la vida.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, que nos alegras todos los años con la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su intercesión, participar en la pasión y resurrección de tu Unigénito, para que merezcamos llegar a contemplarte eternamente.
Amado Jesús, fortalécenos con tu Santo Espíritu para que siempre te reconozcamos como el camino, la verdad y la vida, para que, siguiéndote, lleguemos a la Patria celestial.
Espíritu Santo, purifica nuestro seguimiento a Jesús con la luz de tu sabiduría.
Padre eterno y misericordioso, a quien suplicamos siempre con la esperanza de alcanzar misericordia, muéstrate compasivo con todos los difuntos de todo tiempo y lugar y admítelos en la asamblea de tus santos.
Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.
- Contemplación y acción
Amado Jesús, tú eres el camino, la verdad y la vida; eres fuente inagotable de gracia y bendición para todos los que acudimos ante tu presencia, haz de nosotros instrumentos de tu paz, para que seamos capaces de consolar a nuestros hermanos. Jesús bueno, otórganos la gracia de que, dónde tú estás, estemos nosotros también.
Amado Jesús, concédenos que cada instante de nuestras vidas sea de alabanza a la Santísima Trinidad, y así nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras acciones sean siempre para la mayor gloria de Dios. ¡Gloria a Dios!
Hermanos: contemplemos también a Nuestro Señor Jesucristo a través de un texto de Juan de Montemedio:
«Quien está lleno de fervor y de solicitud en la acción de gracias debe meditar ante todo en el más grande y excelente de todos los beneficios divinos y dar gracias con toda la devoción y todo el fervor por el hecho de que, mediante el santísimo misterio de la encamación y de la Pasión de Cristo, hayamos sido salvados de la muerte eterna y se nos haya hecho renacer para ella.
En Cristo, efectivamente, ha venido la misma Salvación a los enfermos, la misma Misericordia a los míseros, la misma Sabiduría a los insensatos, la misma Vida a los muertos, el mismo Camino para los que yerran, la misma Verdad a los que simulan, el mismo Redentor a los prisioneros, el mismo Dios a los hombres.
El altísimo Unigénito, del altísimo Padre, no tuvo un lugar más bajo al que descender humillándose, que morir como culpable y como condenado a la muerte más infame … Del mismo modo, nuestra naturaleza no ha tenido un lugar en el que es más ensalzada por el hecho de tener, al sentarse en Cristo a la derecha del Padre, un nombre que está por encima de todo nombre y ante el cual se dobla toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los infiernos (cf. Flp 2,6s). Y él nos ha dado la firmísima esperanza de que, si nos adherimos fielmente a él, le seguiremos allí donde nos ha precedido (Jn 17,24). ¿Quién puede pensar de una manera digna una gracia tan grande?».
Queridos hermanos, busquemos cada día de nuestras vidas a Jesús en nuestras oraciones, bebamos de la fuente de agua viva que es Cristo Jesús, a través de su Palabra y de los sacramentos, para mirar a cada hermano con sus ojos y amarlos con su limpio corazón.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.