MIÉRCOLES DE LA SEMANA 5 DE PASCUA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA 5 DE PASCUA – CICLO A

BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE FÁTIMA

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el viñador. Si algunos de mis sarmientos no dan fruto, él los arranca; y poda los que dan fruto, para que den más fruto». Jn 15, 1-2.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el viñador. Si algunos de mis sarmientos no dan fruto, él los arranca; y poda los que dan fruto, para que den más fruto. Ustedes ya están limpios por las palabras que les he hablado; permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Como el sarmiento no puede producir frutos por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco pueden ustedes producir fruto si no permanecen en mí.

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no pueden hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como sarmientos secos; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les dará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que ustedes den fruto abundante; así serán discípulos míos».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

 

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Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, en la advocación de la Bienaventurada Virgen María de Fátima. En 1917, en un lugar llamado Cova de Iría, cercano a Fátima, en Portugal, la Virgen María se apareció a tres pequeños pastores: Lucía, Jacinta y Francisco.

Luego de ello, las apariciones se harían más frecuentes y aquellos niños serían los embajadores de la Madre del Cielo para llevar a todos el mensaje de paz en el que la Virgen nos hace un urgente llamado a la conversión. Hoy, Fátima es un lugar de continuo peregrinaje y la devoción a Nuestra Santísima Madre María se ha incrementado, haciéndose inolvidable su pedido de paz.

En la lectura del día de hoy, en el relato de la vid verdadera, Jesús vuelve a tomar la figura de la vid que mencionó en la parábola de los viñadores malvados que podemos leer en San Mateo, capítulo 20, versículos del 1 al 16. Así mismo, es importante destacar que en el salmo 80, versículos del 9 al 12, y en Isaías, capítulo 5, versículos del 1 al 4, el pueblo elegido es comparado frecuentemente con una viña, lo que representa una prefiguración de Jesús.

Jesús es la vid, Dios Padre es el viñador y todos nosotros somos los sarmientos; que, para dar fruto en abundancia, tenemos que ser podados. En el caso de los discípulos, ellos fueron purificados y podados por las palabras de Jesús.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Hoy, 13 de mayo, día en que celebramos a Nuestra Santísima Madre, Virgen de Fátima, recordemos que ella es el canal a través del cual se derraman sobre la humanidad necesitada, las gracias de la Santísima Trinidad. Ella es la medianera de nuestra salvación.

Hoy, como en las bodas de Caná de Galilea, nuestra madre María continúa con su misión con el fin de que nadie sea humillado, sino que irradie vida, alegría y el amor de Dios.

Jesús es la vid verdadera. Tenemos que estar convencidos de que todo lo que podemos hacer, lo podemos por Jesús. Sin Jesús no podemos hacer nada, separados de Él seríamos sarmientos secos, sin vida y sin frutos, echados fuera, listos para ser quemados.

Nuestro Señor Jesucristo nos ha hecho una exhortación para estar unidos a Él; debemos dejar que la savia fluya en nosotros y también para los demás, a través de una unión íntima y personal con Jesús. No tengamos miedo a la poda, que muchas veces se manifiesta con tribulaciones y soledad espiritual; recordemos que la poda nos dará el vigor espiritual para seguir creciendo en el amor de Dios. Nuestra unión con Cristo es gloriosa; es una unidad espiritual, basada en el amor.

Hermanos, conociendo y siendo conscientes del destino de los sarmientos que dan y no dan fruto, respondamos lo siguiente: ¿Reconocemos los momentos de poda hemos vivido y somos conscientes del crecimiento espiritual que otorgan a nuestras vidas? ¿Permitimos que Nuestra Santísima Madre sea quien nos ayude a estar unidos a la vid, como personas, como comunidad, como humanidad?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos permitan, con la fuerza del Espíritu Santo, ser sarmientos que den fruto y fruto en abundancia.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Oh, Dios, Padre eterno, que hiciste a la Madre de tu Hijo también Madre nuestra, concédenos que, perseverando en la penitencia y en la plegaria por la salvación del mundo, podamos promover cada día con mayor eficacia el reino de Cristo.

Padre eterno, viñador maravilloso, permítenos con tus santos cuidados, mantenernos unidos a Nuestro Señor Jesucristo, la verdadera vid, para dar frutos de vida que contribuyan a fortalecer la fe de los demás, glorificando siempre tu Santo Nombre.

Amado Jesús misericordioso, muéstrate compasivo con todos los difuntos de todo tiempo y lugar, y admítelos en la asamblea de tus santos.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestra Santísima Madre con un escrito de Ricardo de San Lorenzo:

«Aunque ahora es la reina en el cielo, es ella la que obtiene siempre a todos los fieles la misericordia. Ya leemos en el evangelio que intercedió a su Hijo en favor de los hombres: “Hijo, no tienen vino” (Jn 2,2). Como si hubiera querido decir: Hijo, los hombres, hambrientos y sedientos, necesitan tu misericordia y tu amor, para que de ahora en adelante el vino de la gracia lleve alegría a los que hasta ahora había entristecido el sabor insípido de la observancia legal.

Cristo, por las oraciones y los méritos de su madre, sigue cambiando el agua de los pecados en el vino de la gracia, y el agua de las miserias en el vino de los consuelos. Esta madre intercede, en efecto, por nosotros con gemidos inenarrables: ella es la que nos obtiene, por su bondad, llorar nuestras culpas e impetrar con la oración el perdón».

Hermanos, invoquemos diariamente a Nuestra Santísima Madre para que ella, como medianera de toda gracia, pida que el Espíritu Santo nos fortalezca, inspire y nos mantenga unidos a Jesús, la Vid verdadera; y también para que nos muestre los bienes que nacen de nuestra unión con Él.

Hermanos: hagamos que la Palabra de Dios, convertida en acciones concretas, nos permitan unirnos más a Jesús. No dejemos que esta unión se debilite y nunca dejemos de apoyar espiritual y materialmente a nuestros hermanos más necesitados.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.