LUNES DE LA SEMANA 6 DE PASCUA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA 6 DE PASCUA – CICLO A

«Cuando venga el Defensor, que les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí; y también ustedes darán testimonio, porque desde el principio están conmigo». Jn 15, 26-27.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 26 – 16, 4a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Defensor, que les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí; y también ustedes darán testimonio, porque desde el principio están conmigo. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Los expulsarán de las sinagogas; más aún, llegará la hora en que quien les dé la muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, se acuerden de yo se lo había dicho».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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En esta sexta semana del tiempo pascual, camino a la Ascensión al cielo de Nuestro Señor Jesucristo y rumbo a Pentecostés, las lecturas de Juan van adquiriendo una amplitud divina sin precedentes, ya que va emergiendo nítidamente la tercera persona de la Santísima Trinidad: el Espíritu Santo.

En el pasaje evangélico del día de hoy, Jesús previene a sus discípulos sobre la persecución de la que serán objeto muchas veces, debido a la perversión del amor de Dios por parte de los sumos sacerdotes y de sus seguidores que no creyeron en las palabras de Jesús. Sin embargo, Jesús les asegura que no estarán solos en esos momentos, ya que Él enviará al Defensor, al Paráclito, al Espíritu Santo, quien dará testimonio de Él.

Así mismo, Jesús les dice que no solo el Espíritu Santo dará testimonio de Él, sino que también los mismos apóstoles darán testimonio de Él, en el cumplimiento de la misión de evangelizar al mundo entero.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

¿Cuántas veces, al escuchar la Palabra de Dios o al experimentar algunas vivencias, hemos sentido intensamente la intervención divina del Espíritu Santo?

Estas experiencias nos llevan al convencimiento de que la fuerza de las palabras no está en quien las pronuncia o que el protagonismo de las acciones no está en nosotros o en otras personas, sino en el Espíritu Santo, quien es el amor de Dios Padre y de Dios Hijo y es, para nosotros, el dulce huésped del alma.

Por eso, reconozcamos que todas las veces en las que alguien ha realizado gestos o ha pronunciado palabras que nos han acercado más a Dios, ha sido el Espíritu Santo quien ha inspirado a dicha persona para que nos aproximemos a Jesús. En este sentido, agradezcamos y alabemos siempre al Espíritu Santo por su acción silenciosa y tengamos presente que Dios nunca se aparta de nosotros.

Bendita seas Santísima Trinidad.

Hermanos, con el firme deseo de que el Espíritu Santo viva plenamente en nuestros corazones, respondamos: ¿Cómo vivimos y sentimos la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo percibimos la acción de la Santísima Trinidad en nuestras vidas?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos permitan experimentar la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas y vayamos comprendiendo el misterio de la Santísima Trinidad.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, envíanos tu Espíritu Santo para que nuestra vida sea un testimonio vivo de tu amor, resistiendo las indiferencias y hostilidades del mundo.

Amado Jesús, fortalece con tu Santo Espíritu, de manera especial, a nuestros sacerdotes y consagrados para que sigan dando testimonio de tu amor y de tu paz, aun en medio de la adversidad.

Padre eterno concede tu Espíritu a todos los creyentes y no creyentes para que todos vuelvan su mirada a Jesús y a ti, Padre amado.

Espíritu Santo, Espíritu de la verdad más plena y luminosa, líbranos de caer en los abismos del miedo y del pesimismo, y otórganos la alegría inquebrantable de tu amor a través del servicio a los demás.

Padre eterno, tú que diste el cuerpo y la sangre de tu amadísimo Hijo a nuestros hermanos difuntos, mientras vivían en este mundo, concédeles la gloria de la resurrección en el último día.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: Dios tiene un sueño para cada uno de nosotros, lo cual significa que nuestras vidas no solo están hechas para disfrutar de la creación, sino que tenemos un rol fundamental en la construcción del Reino de Dios. Tenemos que trabajar construyendo el Reino de Dios.

El Espíritu Santo que ungió a Jesús, es el mismo que nos ungió en nuestro bautismo y de manera más plena en el sacramento de la confirmación para guiarnos en el seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Esta gracia de Dios se nos otorga, especialmente, por medio de los sacramentos que brotaron del mismo costado de Nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Aunque nos sintamos limitados y no comprobemos muchos de nuestros talentos, descubriremos siempre que el Espíritu Santo nos concede las fuerzas para honrar amorosamente ese compromiso que Dios nos pide y nos regala también la felicidad cuando lo llevemos a cabo.

Hermanos, hay más felicidad en dar que en recibir: cuando ayudamos a un anciano, cuando vemos nacer a la fe a un niño en catequesis, cuando enseñamos a alguien a rezar, y tantas cosas más. Aunque todo ello implica esfuerzo, vemos en ese momento la recompensa de ese esfuerzo. Pidámosle, en este momento, al Espíritu Santo que nos dé la luz para descubrir esos proyectos divinos y realizarlos con fuerza y alegría.

Hermanos, invoquemos diariamente al Espíritu Santo para testimoniar con nuestras vidas a Jesús, aun en medio de las indiferencias y hostilidades del mundo.

Como cristianos, nos comprometemos a contribuir a la evangelización de la humanidad, invocando y confiando en la acción del Espíritu Santo en nuestros pensamientos y acciones. No olvidemos jamás pedir la intercesión de Nuestra Santísima Madre en esta misión a la que todos estamos llamados.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.