DOMINGO DE LA SEMANA 12 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA 11 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte delante de mi Padre que está en el cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en el cielo». Mt 10, 32-33.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 26-33

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No tengan miedo, porque no hay nada secreto que no llegue a descubrirse; nada escondido que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, díganlo ustedes en pleno día, y lo que escuchen al oído pregónenlo desde la azotea.

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo en el infierno. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ninguno de ellos cae al suelo sin que el Padre de ustedes lo disponga. En cuanto a ustedes hasta los cabellos de la cabeza están todos contados.

Por eso no tengan miedo: valen más ustedes que muchos gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte delante de mi Padre que está en el cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en el cielo».

Palabra del Señor.

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El pasaje de hoy se encuentra en el discurso de Jesús sobre la misión apostólica, ubicado en el capítulo 10 del Evangelio de San Mateo.

Este texto nos invita a meditar sobre el verdadero sentido de la vida cristiana centrado en el testimonio extremo de Jesús, de su Evangelio y de su enseñanza de vida.

Jesús enseña a sus discípulos que la misión y la persecución van unidas, ya que el anuncio del reino de Dios tiene un carácter revolucionario porque subvertirá el orden espiritual basado en el egoísmo, el poder humano y otras motivaciones que provienen de la oscuridad.

Jesús les dice a sus discípulos que no tengan miedo porque el juicio lo descubrirá todo, y el único temor que deben sentir es el temor de ofender a Dios. En este sentido, no deben lamentar la muerte sino el pecado. En suma, no deben negar a Jesús ante los hombres para que Jesús no los niegue ante Dios Padre.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Carlos de Foucauld nos dice:

«Jesús nos habla: Es normal que os acechen las persecuciones. Si me imitáis predicando el Evangelio y siguiendo la verdad, las persecuciones que me acechan, también os aguardan: recibidlas con alegría, como preciados distintivos de identidad conmigo, como imitación del Bienaventurado …

Soportadlas con calma, sabiendo que, si os dominan, yo lo he permitido, y sólo os golpearán en la medida que yo lo permita. Sin mi permiso ni uno solo de vuestros cabellos cae …

Aceptad pacientemente la voluntad de Dios, dándole la bienvenida a todo lo que suceda. Sufrid con coraje vuestros padecimientos, ofreciéndoselos a Dios como un sacrificio; sufridlos rogando por vuestros perseguidores, ya que son hijos de Dios y yo mismo os he dado el ejemplo de rezar por todos los hombres: perseguidores y enemigos».

Queridos hermanos: como se aprecia, la misión y la persecución están unidas. Nuestro Señor Jesucristo, con su ejemplo valiente para enfrentar a los enemigos, nos anima y nos otorga la fuerza del Espíritu Santo para la misión que tiene cada uno de nosotros en nuestras familias, centros de trabajo, de estudios, comunidades y por donde vayamos.

La misión requiere de nuestra plena disponibilidad para que el Espíritu Santo moldee nuestros corazones, nos prepare para defender nuestra fe y pongamos en práctica las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿Cómo enfrentaríamos rechazos, incluso persecuciones, por causa del seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Tenemos miedo de proclamar a Nuestro Señor Jesucristo?

Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a fortalecer nuestro espíritu y a estar preparados para hacer frente a ataques por creer y seguir a Nuestro Señor Jesucristo, a Dios Padre, al Espíritu Santo y a nuestra Santísima Madre María.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, concédenos, a través de tu Santo Espíritu, respeto y amor a tu santo nombre, porque jamás dejas de guiar a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor.

Padre eterno, te rogamos envíes hermanos y hermanas dispuestos a aceptar la misión con todas las implicancias que ella tiene.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, concédenos los dones para cumplir la misión que Dios ha inscrito en nuestros corazones.

Amado Jesús, que el Santo Espíritu nos conceda la perseverancia para seguirte en medio del rechazo y la incomprensión del mundo y de aquellos hermanos que, equivocadamente, siguen ideologías que provienen de las tinieblas.

Santísima Trinidad: que los sacerdotes y consagrados sigan anunciando tu reino con la fuerza y el amor que viene solo de ti.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesús que nos invita a no tener miedo de darle una respuesta radical. Sigamos a Jesús sin miedo, porque Él es la luz que deja todo al descubierto. En este sentido, tengamos en cuenta un fragmento homilético de San Juan Crisóstomo:

«Crecen las corrientes de agua y las tempestades retumban, pero nosotros no tememos ser engullidos por ellas. Estamos firmemente fundamentados en la roca. Que el mar se embravezca, no quebrará la roca; que las corrientes salgan de su lecho, no pueden tragar la barca de Jesús.

¿Qué temeremos? Decidme. ¿La muerte? Mi vida es Cristo; y morir, una ganancia. ¿El exilio? Del Señor es la tierra y cuanto la habita. ¿La confiscación de los bienes? Nada hemos traído al mundo y nada podremos llevarnos de él.

Me río de todo lo que puede infundir miedo en este mundo. Sus bienes me causan risa. No temo la pobreza, no deseo la riqueza. No tengo miedo a la muerte … El Señor me ha dado unas prendas, unos dones. Entonces, ¿es por mis propias fuerzas por lo que me fío de él? Tengo en mis manos su escrito: este es mi punto de apoyo, aquí radica mi seguridad, este es mi puerto de salvación.

Aunque el universo entero se ponga a temblar, yo tengo este escrito, lo releo, es la muralla de mi amparo, es mi garantía. ¿Qué me indica? “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin ‘el mundo”. Si Cristo está conmigo, ¿qué temeré? Que se acerquen las oleadas del mar y la cólera de los poderosos: todo esto no pesa más que una tela de araña».

Queridos hermanos: hagamos la promesa individual y comunitaria de identificar con claridad nuestra misión y de seguirla, pese al rechazo e incomprensión de un mundo inspirado por ideologías contrarias a la luz de Nuestro Señor Jesucristo.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.