LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES
«Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará». Mt 16, 18.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
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Hermanos: hoy celebramos la Solemnidad de San Pedro y San Pablo apóstoles, y el día del Papa. Lo hacemos meditando el texto evangélico denominado “La confesión y primado de Pedro”.
Pedro, pescador de Betsaida, inspirado por Dios Padre, reconoce a Jesús como el Mesías, como el Hijo de Dios vivo; y Jesús lo designa como la piedra fundacional de la Iglesia. De esta manera, Pedro, tan frágil como nosotros, se convirtió en el primer papa por la gracia de Dios.
San Pablo, perseguidor de los primeros cristianos, por la infinita misericordia de Dios, se convirtió en siervo, predicador, catequista y en un enamorado de Jesús. También fue un gran misionero y pastor de las almas, y afrontó con gran valentía todas las persecuciones y dificultades. Como afirma el papa emérito Benedicto XVI: “Pablo brilla como una estrella de primera magnitud en la historia de la Iglesia y no solo en la historia de sus orígenes”.
San Pedro y San Pablo son imágenes vivas del colegio apostólico. Pedro se distingue por la confesión de su fe. Pablo, siempre actual e influyente, era un hombre de espíritu vivaz y brillante formación que anunció con dinamismo el Evangelio de la salvación, proyectando una luz nueva en los pueblos que visitó. Ambos recibieron en Roma la palma del martirio y la unidad en el amor.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
Amado Señor Jesús: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
El seguimiento a Jesús, a pesar de la fragilidad humana, hace que Pedro confiese la verdadera identidad de Nuestro Señor Jesucristo. El Espíritu Santo hace que esta expresión quede grabada también en nosotros y en todas las personas que la escuchan de corazón.
San Pablo apóstol, en un conjunto de cartas escritas por él, y también en los Hechos de los Apóstoles, a través de San Lucas, ofrece valiosas enseñanzas y testimonios de seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo, que pueden ser de mucha utilidad en nuestra vida espiritual. Tratemos de meditar dichas lecturas.
Como apreciamos, San Pedro y San Pablo son una muestra de cómo Nuestro Señor hace maravillas a través de quienes se entregan al servicio de Dios. En los tiempos actuales, nosotros también estamos llamados a ser apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo; asumamos decididamente este maravilloso desafío con decisión y entrega.
Hermanos, meditando el pasaje evangélico del día de hoy, respondamos: ¿Es Jesús para nosotros el Mesías, el Hijo de Dios vivo? ¿Seguimos a Jesús de manera decidida?
Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a pedir la gracia de Dios, y con nuestra disponibilidad, podamos ser auténticos seguidores de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, que nos llenas hoy de santa y festiva alegría en la Solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, concede a tu Iglesia seguir, en todo, las enseñanzas de aquellos por quienes comenzó la difusión de la fe.
Amado Jesús, Hijo de Dios vivo, concédenos a través del Espíritu Santo una fe inquebrantable y decidida como la de San Pedro, para que demos testimonio valiente de tu amor en un mundo cada vez más alejado de ti.
Amado Jesús, Rey de reyes, Señor de señores, tú que, con tu misericordia y amor, generaste las más hermosas respuestas de seguimiento de San Pablo, despierta también en nosotros una humilde y total dependencia en tu amor.
Madre Santísima, Madre del Amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una reflexión de Santa Teresa de Calcuta, narrada por José Luis González-Balado:
«En el evangelio de Mateo aparece un diálogo entre Jesús y los apóstoles en el que el Maestro les pregunta: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Pedro, el más locuaz, y en nombre de todos, le responde: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas”. Entonces Jesús les dirigió una pregunta más directa: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta vez, con más seguridad, respondió Pedro en nombre de todos: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”.
Teresa de Calcuta estaba plenamente de acuerdo con la respuesta de Pedro. Durante una de sus estancias en la clínica romana Salvator Mundi, donde fue ingresada dos o tres veces a causa de sus problemas de corazón, la madre Teresa reflexionó sobre quién era para ella Jesús de Nazaret. Y, tal vez a petición de alguien o por el deseo de compartir con sus hermanos el fruto de aquella meditación, puso por escrito sus conclusiones. Unas conclusiones que respondían a la pregunta “¿Quién es Jesús para mí?”
Y escribió:
“Para mí, Jesús es el Verbo hecho carne. El Pan de la vida. La víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados. El Sacrificio ofrecido en la santa misa por los pecados del mundo y por los míos propios.
La Palabra, para ser dicha. La Verdad, para ser proclamada. El Camino, para ser recorrido. La luz, para ser encendida. La Vida, para ser vivida. El Amor, para ser amado. La Alegría, para ser compartida. El Sacrificio, para ser dado a otros.
El Pan de Vida, para que sea mi sustento. El Hambriento, para ser alimentado. El Sediento, para ser saciado. El Desnudo, para ser vestido. El Desamparado, para ser recogido. El Enfermo, para ser curado. El Solitario, para ser amado. El Indeseado, para ser querido. El Leproso, para lavar sus heridas. El Mendigo, para darle una sonrisa. El Alcoholizado, para escucharlo. El Deficiente Mental, para protegerlo. El Pequeñín, para abrazarlo. El Ciego, para guiarlo. El Mudo, para hablar por él. El Tullido, para caminar con él. El Drogadicto, para ser comprendido en amistad. La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga. El Preso, para ser visitado. El Anciano, para ser atendido.
Para mí, Jesús es mi Dios, Jesús es mi esposo, Jesús es mi vida, Jesús es mi único amor, Jesús es mi todo”».
Queridos hermanos: confesar que Nuestro Señor Jesucristo es el Mesías de Dios, equivale a confesar toda nuestra fe; pues, es confesar que Jesús es Dios, la encarnación de Dios, el crucificado y el resucitado.
Hermanos: oremos el día de hoy y todos los días por el papa Francisco, por todos los obispos, sacerdotes, consagrados y por toda la Iglesia, para que todos participemos activamente en llevar la Palabra a todos los confines de la tierra, empezando por nuestras familias.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.